El sábado 8 de diciembre, un concierto en el espacio de biblioteca del GAM abrió el camino para el próximo Festival Neutral, iniciativa organizada hace varios años por el sello Quemasucabeza, que se ha instalado como una vitrina visible para la convergencia de diversos proyectos musicales locales con proyecciones internacionales.
Con un considerable retraso, abrió la noche sorpresivamente un músico solitario de acento extranjero que se presentó como Leo, en lo que resultaría una débil demostración de pop meloso. Ni su cálido timbre de voz pudo salvar sus desafinaciones y titubeos interpretativos, que también se proyectaron a sus dedos cuando pasó al teclado, aún cuando sus intervenciones fueran mínimas ya que estaba casi todo pregrabado. Pueden haber sido sus nervios, pero su pero su presentación dejó en el aire la pregunta del por qué de su presencia (de “paracaidista”, digamos, ya que no aparecería en el cartel) habiendo tantos otros músicos que hacen algo similar y de superiores resultados.
Caravana –proyecto solista del ex Congelador, Rodrigo Santis- despachó uno de los mejores discos del año con su homónimo. Sin embargo, el desafío era presentarlo en vivo, manteniendo su atmósfera, acústica e intimista, lo que en esta ocasión se consiguió a medias.
Ya desde los años con Congelador, la voz de Santis quedaba en un plano secundario frente a la muralla de ruido que construía el trío en vivo. En ese tiempo, el mensaje podía omitirse a favor de la utilización de la voz como sonido, en sus posibilidades fonéticas. Sin embargo, la personalidad de Caravana pasa, en parte, por las imágenes que evocan sus letras, por lo que su comprensión no da lo mismo. En el concierto del sábado, aunque Santis optó subidas de tono para llegar de manera más efectiva a ciertos momentos, la mayor parte del tiempo estuvo por debajo en cuanto a volumen, tanto del sonido global como del de los coros, lo que deslució las canciones.
Aún con ciertas inexactitudes de parte del percusionista (Jorge Santis, también ex Congelador) y del excesivo protagonismo de las voces femeninas, la presentación de Caravana echó mano a los temas más bellos de su debut y aprovechó de mostrar una nueva canción, confirmando el buen momento creativo de Rodrigo Santis.
Posteriormente, Fakuta, quien formó parte de Caravana como tecladista y corista, se quedó sobre el escenario para presentar algunas canciones de su disco “Al vuelo” (Michita Rex, 2011). Junto a Dj de Mentira en la electrónica y Anita Gallardo y Carolina Espinoza como The Laura Palmers (sus dos coristas… notables), desarrolló una brillante presentación, donde su capacidad interpretativa demostró que es uno de los nombres más auténticos entre los diversos productos del pop electrónico local.
No voy a refutar cada una de las críticas que Rodrigo Barros hizo de “Al vuelo” en las páginas de El Ciudadano. Tan sólo diré que no concuerdo con varias de ellas y que probablemente se deba a un asunto de exigencias históricas. Fakuta, tal vez, sea una de las compositoras más originales del pop local, no a nivel propiamente estilístico, sino en la forma en que crea un universo sonoro y poético sin grandes pretensiones, pero elegante e inteligente en forma y contenido.
A pasar de su estela naíf, Pamela Sepúlveda escribe desde una mirada cotidiana, pero adulta, reflexiva, pero sencilla, lo que da autenticidad a sus ideas, más cercanas a la ilusión/desilusión que al hedonismo. Estilísticamente, no se centra en la pista de baile -aún con momentos de beats marcados-, para adentrarse en la construcción de un pop sintético que indaga en la creación de paisajes de ensoñación donde no faltan los ruidos sutiles y etéreos. Probablemente, el mejor momento de la noche.
Como el concierto empezó con casi una hora de retraso, responsabilidades personales no me permitieron ver la presentación del argentino Coiffeur. Imagino que en la “inteligencia colectiva” de las redes sociales virtuales podrán recogerse algunas impresiones.
Por Cristóbal Cornejo
El Ciudadano
Imágen de referencia Caravana: Hola Jorlo