Su nombre es Geraldina Colotti, una periodista italiana de amplia trayectoria y, al mismo tiempo, una activista que busca emancipar, en el mundo, el ideal bolivariano y las luchas de los pueblos latinoamericanos para lograr el despertar de un nuevo orden mundial, multicéntrico y multipolar
Su activismo político la llevó a ser víctima de un Estado represor en Italia que la condenó a 25 años de cárcel por su militancia. A pesar de ello, sus ideales siguen intactos, su lucha más fuerte y sus pensamientos y objetivos políticos más claros: la lucha de clases es la única vía, es la salvación del mundo capitalista en decadencia y las pruebas más tangibles están en Venezuela.
Colotti conversó vía telefónica -desde Italia- con El Ciudadano para analizar el contexto político actual en torno a Venezuela y sus efectos sobre Latinoamérica y el mundo. Ella es responsable de la edición italiana de «Le Monde Diplomatique» y trabaja como corresponsal en Europa de Resumen Latinoamericano. También ha escrito libros, poemas, cuentos y novelas para niños.
Al respecto, explicó como las bases populares y la rebeldía latinoamericana saldrían a batallar contra el neocolonialismo estadounidense, sobre todo después de que la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celag) declarara a la región como un territorio de paz.
En la entrevista, Colotti también habló sobre la sostenibilidad del modelo neocolonial que pretende imponer nuevamente la ultraderecha conservadora y el porvenir de los pueblos que buscan su libre autodeterminación y soberanía.
¿Qué pasaría en Latinoamérica y el mundo si Venezuela es tomada por factores de la extrema derecha y Estados Unidos puede controlar el país?
Sabemos que la lucha de clases es permanente, que aun si -desafortunadamente- Trump y sus lacayos lograran invadir a Venezuela, corromper y podrir como están haciendo con algunos miembros de la Revolución Bolivariana, esto transformaría el continente en un nuevo Vietnam.
Si el imperialismo logra imponer su bota en el territorio sagrado de Bolívar, sería un incendio general, sería un nuevo Vietnam, todos los pueblos se pondrán a la orden de la resistencia de Venezuela, sería un gigantesco pedido de rescate por todo el continente.
¿Es Venezuela, y lo que sucede en ella, el salto dialéctico hacia el nuevo orden mundial?
Venezuela es el centro de la redefinición de un nuevo mundo multipolar, por muchas razones. Primero, por sus inmensos recursos pero también porque Venezuela ha logrado construir un tejido de relaciones multilaterales que están en el marco de la construcción de un mundo multipolar, y es algo que ha venido haciendo la Revolución desde que asumió la Presidencia el comandante Hugo Chávez y que ha seguido hasta hoy el presidente obrero Nicolás Maduro. Son muchos años de trabajo, incluso desde que Maduro era canciller.
Por ejemplo, Venezuela es desde 2015 el presidente del Movimiento de Países No Alineados (MNOAL). Ese testigo lo recibió de manos de Irán, también atacada por Estados Unidos en este momento. Y la MNOAL es nada más y nada menos que la segunda organización de naciones más grande después de la ONU.
En esa instancia vemos cómo Venezuela ha abogado por el proceso de descolonización, admitido en la ONU, por la libertad del Pueblo Saharaui, por la independencia de Puerto Rico y juega un papel muy importante en el ámbito internacional, sobre todo en la relaciones Sur-Sur y las reivindicaciones de los pueblos africanos.
La importancia de Venezuela se ha marcado desde hace dos décadas, pues ha sido importante en la defensa de la lucha del pueblo de Cuba, fue vital en las victorias de líderes progresistas en Brasil (Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff), en Argentina (Néstor Kirchner y Cristina Fernández), en la creación del Alba-TCP y de Unasur, y logró algo más muy importante: cambiar la correlación de fuerzas en el llamado Ministerio de las Colonias, la OEA. Por todo eso, Venezuela es el centro del debate y por eso Estados Unidos quiere colonizarla nuevamente.
La influencia positiva de Venezuela en la región se ha visto mermada por el resurgimiento de gobiernos serviles a Washington. ¿Puede resurgir ese brote que germinó en Latinoamérica en la década pasada?
Esta esperanza sigue vigente, no importa que lo que el imperialismo está construyendo ahorita, porque son organismos artificiales como el Grupo de Lima y la Prosur, que aunque golpean la unidad latinoamericana a nivel de gobiernos, en los pueblos se mantiene viva la lucha de clases y es ahí donde golpean fuerte las ideas antiimperialistas, la descolonización del continente, la idea de tener una moneda alternativa al dólar -como el Sucre- y sobre todo la declaración de la Celac como territorio de paz, excluyendo a Canadá y a Estados Unidos.
Estos son puntos que no pueden volver atrás aunque estén golpeados, porque la lucha de clases no termina, es la fuerza de los pueblos que no bajan la cabeza, rebeldes, y ahí está Venezuela junto a Cuba, Nicaragua, Bolivia, Brasil, Argentina y Colombia; es la emancipación de la nueva mirada Sur-Sur que también está despertando a los pueblos de África, a los habitantes del Bronx en Nueva York, que hoy están sumamente afectados al no recibir la calefacción que le brindaba la empresa Citgo, filial de PDVSA, luego de que Estados Unidos la robara para dársela a Juan Guaidó.
Si Estados Unidos lograra controlar el poder político en Latinoamérica a plenitud, incluyendo Nicaragua, Cuba, Bolivia y Venezuela, ¿por cuánto tiempo podría sostener ese modelo y evitar una rebelión popular? ¿Aplicaría una «limpieza profunda» contra «el comunismo» y los «socialistas»?
Si la burguesía se impone en América Latina arrasaría con todo, aplicaría una masacre. Cuando la burguesía vuelve -como vemos en Brasil y Argentina- arrastra con todo y la primera cosa que hacen es destruir la memoria histórica en las nuevas generaciones, para armar una nueva memoria sobre el punto más alto donde ellos derrotan a las generaciones precedentes.
En Europa se organizan en sociedades privadas, se militarizan para torturar y perseguir a los movimientos sociales, se impone la violencia del capitalismo, que es estructural. Por eso, cuando el Estado burgués piensa que es atacado, reacciona mostrando su verdadera cara: la violencia, como se mostró en la democracia camuflada de la cuarta república en Venezuela, cuando no había dictadura pero los gobiernos puntofijistas fueron los primeros en inaugurar la figura de los desaparecidos, los torturados.
Pero una ventaja que tienen los pueblos rebeldes sobre el capitalismo es que los burgueses son cobardes, sobre todo en Norteamérica. Ellos ya no quieren arriesgarse a otro Panamá, a otra Bahía de Cochino, mucho menos a un Vietnam, porque después de la derrota que le propinó el heroico pueblo vietnamita, tienen miedo a perder pero sobre todo a que la opinión pública los juzgue.
Los latinoamericanos no deben tener miedo. Sobre todo Venezuela, porque el pueblo bolivariano es un pueblo pacífico, pero está armado, listo para el combate de ser necesario, porque no quiere golpes de Estado, no quiere volver atrás. Así también hay otros pueblos de América Latina que están en alerta, y sí Estados Unidos toca a Venezuela, todo el continente sería un incendio gigantesco.
¿Qué busca mantener Estados Unidos?
El objetivo de Norteamérica el mantener el sistema unipolar, por eso quiere imponer una nueva doctrina Monroe, porque está herido a muerte y ya no tiene la misma hegemonía. La hegemonía del dólar se va acabando y cuando una bestia está más herida es mucho más peligrosa, así que va a intentar sobrevivir de cualquier manera. Todo es parte de la guerra imperialista.
Sin embargo, frente a este escenario prevalece la lucha de clases y su gran posibilidad de salir victoriosa, y en Venezuela aún más victoriosa, porque es una posibilidad muy concreta, que depende mucho de no tener miedo al enfrentamiento, a pesar del desgaste que se debe asumir.
Ahí es cuando vemos que es el marxismo la única esperanza para este mundo en ruinas, porque es la lucha de los oprimidos contra los opresores, la lucha por la igualdad por encima de las imposiciones, y en ese sentido no hay que tener miedo al enfrentamiento, hay que organizarse, pensar bien claro y decir, como hace el Gobierno Bolivariano, ‘somos una Revolución pacífica pero también armada’.
¿Es sostenible en el tiempo ese modelo político que se pretende imponer o reaccionarán los pueblos para defender su libre autodeterminación, independencia y soberanía?
El modelo neoconservador, neocolonial, no es sustentable, no es sostenible desde ningún punto de vista. La estadística dice que los ricos serán más ricos y los pobres más pobres. No es posible que el sistema neoconservador, capitalista, neocolonial pueda seguir oprimiendo a los pueblos, también porque hay otra contradicción, no solo entre el capital y el trabajo, sino también con el medio ambiente.
Los recursos se van a acabar y Estados Unidos es quien más consume recursos, quien más hace daño al medio ambiente, porque tiene un sistema de consumismo devastador, depredador, que antes de pensar en los intereses de la población, solo vela por los intereses del gran capital internacional que es voraz.
Por ejemplo, en los países del Norte hay personas que trabajan más de 15 horas, lo hacen en trabajos precarios, no les alcanza para pagar servicios, hay mucha gente desempleada y esa es la verdad del fracaso del capitalismo, no como la mentira que dicen que el socialismo ha fracasado, esas historias narran es el propio fracaso del capitalismo.
Aquí en Europa pasa igual, la gente se queda sin empleo, trabajan casi 18 horas, se vuelven esclavos, hay gente que se muere en los campos de migrantes con trabajos esclavos. En España y en Italia hay colas de personas necesitadas buscando asistencia social, y eso no lo muestran los grandes medios. Todo pasa mientras vemos que unas 60 familias se quedan con las riquezas del mundo.
¿Los pueblos latinoamericanos y caribeños están dispuestos a dejarse amedrentar con la imposición de los intereses de Washington?
La política criminal de las ‘sanciones’ de Estados Unidos, que pasa por encima de gobiernos y pueblos, ya no puede continuar. El mismo Barack Obama tuvo que admitir que las sanciones -después de 60 años- contra Cuba, no pudieron destruir la Revolución, ni la resistencia de su pueblo.
En Venezuela no van a destruir la resistencia del pueblo bolivariano, un pueblo que, como Bolívar, el hombre de las dificultades, está aprendiendo a ser el pueblo de las dificultades, a aguantarlas, lucharlas y superarlas.
Hemos visto en los 20 años de ataque, sobre todo contra Nicolás Maduro, el presidente más atacado de la historia de Venezuela y de América Latina, un camarada muy valiente; cómo los venezolanos han tenido que inventarse soluciones, el Gobierno junto al pueblo enfrentando todo un laboratorio de guerra que va contra Venezuela con todas sus armas.
Ahí vemos las sanciones, el robo de Citgo y de PDVSA, de sus activos en Estados Unidos, el bloqueo del dinero venezolano en bancos europeos, que no dejan que Venezuela pueda pagar algo en el extranjero. Todo ese dinero, Norteamérica se lo pasa a los bolsillos de los estafadores del autoproclamado (Juan Guaidó), es una acción de piratería internacional que quiere ahorcar al pueblo, porque los ingresos del petróleo son usados para apoyar al pueblo, muy distinto a lo que sucede aquí en Europa, donde el dinero no se usa en el pueblo si no que al contrario se le exige que debe ahorrar para asumir las dificultades del capitalismo.
¿Cuál es la salida?, ¿cómo enfrentar las arbitrariedades?
Tenemos que denunciar y luchar contra los gobiernos capitalistas, no podemos parar, en este momento hay ayudar a Venezuela de esa manera. También debemos buscar cambiar las cosas en los países ricos, promover la resistencia popular, si no hay resistencia popular y verdadera -en Europa y demás regiones- poco podrán hacer los países de América Latina.
Por ahora se ve que hay una carrera del mundo hacia el abismo y es culpa del capitalismo, pues si no se detiene esta destrucción capitalista, la única esperanza que nos queda -como decía Mao (Tse Tung) es que ‘si la mitad de la humanidad muere, la otra va a hacer las revoluciones’, porque de lo contrario se van a desencadenar catástrofes humanas, demográficas, será la devastación en manos del capitalismo; a menos que los pueblos entiendan que para sobrevivir tienen que matar la bestia.
¿Y si los pueblos se acostumbraran a ser sumisos y a la dominación?
Existe el riesgo que los pueblos se acostumbren porque el poder de la ideología del capital es impuesta por los grandes medios hegemónicos, y es inmenso. El poder sobre la mente, sobre los cerebros, empieza por el hecho que hay grandes concentraciones monopólicas de la información que deciden los destinos de los gobiernos.
Eso lo vemos en Argentina, Brasil, Europa, y sobre todo en Venezuela, donde se dedican a presentar una realidad totalmente opuesta a lo que es, a cambiar los símbolos e imponerlos.
Lo hemos visto con esta farsa del autoproclamado Guaidó, una realidad totalmente construida, aunque sí existe una oposición rancia y apátrida en Venezuela, pero la manera con la cual la intentan imponerlo los títeres del imperialismo -sobre todo en los países capitalistas- como si fuera un libertador, es una vieja táctica que ahorita se hizo mucho más peligrosa. Eso viene desde la caída de la Unión Soviética.
¿Por qué Venezuela?
Porque no hay un ejemplo concreto de un modelo diferente de desarrollo como el de Venezuela. Por eso lo sabotean, lo atacan, por eso quieren cambiar a Venezuela, porque junto a Cuba son ejemplos concretos de que el socialismo no ha fracasado y la única esperanza de que el mundo puede renovarse, ir de otra forma, con otro lenguaje, enfrentando al capitalismo y al colonialismo.
En los pueblos en donde hay una verdadera lucha de clases, como en Nicaragua, Venezuela y otros países de la patria grande, no se dejan poner en una dirección y marchar detrás de falsas banderas. Pero esto no pasa en los países capitalistas, donde aunque las contradicciones son evidentes, el modelo colonizador se puede camuflar hasta que se ven las carencias sociales, como los miles de millones de migrantes en Europa, en Centroamérica, la pobreza y la miseria que ocultan los medios, que además hacen creer que los más afectados son culpables de la falencias del capitalismo.
¿Es Latinoamérica la esperanza de generar un nuevo modelo de vida?
“Hay buenas señales de que los pueblos latinoamericanos no quieren bajar la cabeza. Nadie cuenta cómo después de que Macri asumió el poder, muchísimos argentinos han emigrado a Europa por su nefasto modelo capitalista. Macri ha hecho desastres, despidos y todo. Tampoco nadie cuenta la realidad feroz de Colombia, donde todos los días son masacrados líderes sociales.
Pero todo esto no lleva a la resignación del pueblo, los pueblos latinoamericanos son hijos de los libertadores, son hijos de Manuelita Sáenz, de Guaicaipuro, del panteón de héroes y heroínas que han levantado la resistencia de los pueblos, el ejemplo de Cuba, la victoria de Chávez desde 1998, de Allende. Por eso, que Venezuela siga hoy en pie de lucha, después de 20 años, es una muestra de esperanza, de que los pueblos han entendido y van a replicar esta esperanza en el mundo.
En ese sentido, el socialismo es una esperanza que los pueblos han entendido, lo ha entendido el pueblo de México que tiene memoria de rebeldía y esa es la memoria que debe ser rescatada.
Desde el continente americano hay una esperanza que se ve, hay luz, y esperamos que esta luz que se pueda difundir en los pueblos de los países ricos para despertarlos del letargo. Los latinoamericanos lo tienen más claro, porque las contradicciones son más evidentes y porque las organizaciones populares ya despertaron de décadas del neoliberalismo.
Si Guaidó fuera verdaderamente presidente de Venezuela, ¿cómo sería?
Juan Guaidó, el autoproclamado, si fuera realmente Presidente de Venezuela, sería una farsa más, porque esta gente el único proyecto que tiene no es de ellos sino de su dueño y amo, Estados Unidos: robar las riquezas del país. Los hemos visto, roban porque tienen solamente intereses personales, quieren apoderarse del botín, como ya hizo la burguesía parasitaria en todos los años de la cuarta república. La gente se olvida, pero sería suficiente con leer los periódicos de la época y ver lo que eran, lo que robaron y lo que esta clase ha hecho porque no quiere a Venezuela.
Por ejemplo, vemos que son capaces de aprobar en un parlamento en desacato al orden constitucional una agresión armada extranjera contra su propio pueblo. Todos los días los vemos, en todos lados con cobertura de grandes medios, pidiendo que Trump llegue a Venezuela con sus armas y bombas. Son tan inteligentes que piden una masacre contra Venezuela cuando la gran mayoría de sus familias vive en Venezuela.
Pero además, son tan cobardes y lacayos que cuando hay un problema o saben que va a pasar algo, envían a sus hijos a Miami, a España. Son lacayos y cobardes, porque cuando tienen un problema, a diferencia del comandante Chávez que sí asumió sus actos, se van a Estados Unidos, a embajadas. Aquí en Italia hay muchos diciendo que en Venezuela hay crisis humanitaria, no hay vergüenza, en Europa vemos que todos quieren ser perseguidos políticos pero son unos estafadores.
Vemos como los grandes medios y países que participan en el engaño terminan pidieron la liberación de golpistas, de los que masacran a la gente, la estafan, y luego se hacen víctimas con sus mentiras contra el supuesto dictador Maduro.
En Venezuela vemos cómo la manipulación es muy seria, pero cuando el pueblo se da cuenta siempre busca al responsable de la mentira, lo desenmascara. En ese paquete de mentiras está también la judicialización de la política, son los burgueses de siempre contra el proletariado.
Se meten con Venezuela porque ha hecho un histórico cambio estructural contra el capitalismo y es entregar al pueblo sus derechos básicos: comida, salud, educación. Venezuela fue uno de los pocos países que logró cumplir con las metas del milenio y por eso el imperialismo enfiló todas sus armas, porque ni siquiera ellos pudieron con eso. Entonces, Venezuela es un mal ejemplo para los intereses imperiales, así como lo decretó Obama: una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad de Estados Unidos.
Afortunadamente, Venezuela no está sola, tiene una estrecha cooperación con China y Rusia que han impedido una agresión armada. Pero esa tendencia a la guerra que tiene el capitalismo, también en Oriente Medio, puede ser peligrosa y puede llevar a otra guerra mundial donde Venezuela sea el centro.
Por eso, volver a las ideas de Marx y resaltar que están más vigentes que nunca, es importante, porque hay una necesidad de antiimperialismo, tenemos pueblos y gobiernos que no soportan dejarse de la bota del capitalismo. Entonces, urge crear una alianza alrededor de un mundo multipolar, donde la solución no sea la guerra imperialista, ni lo que impongan los estafadores rapaces, los buitres que desean apoderarse de las riquezas de los pueblos del sur.
La lucha de clases es el motor de cada cambio de la historia y así lo sigue siendo».
Geraldina Colotti, breve biografía
Geraldina Colotti es una periodista y activista política nacida en Ventimiglia, ciudad costera del Golfo de Génova ubicada en la provincia de Imperia, en la región de Liguria, Italia.
Entre las obras de esta periodista, quien estuvo encarcelada en Italia por 25 años al ser perseguida y condenada por su militancia comunista en las Brigadas Rojas, se encuentran los siguientes títulos: Il Segreto (2003); Certificato di esistenza in vita (2005); Tutto-Mondo (2007); La guardia è stanca (2010); Talpe a Caracas (2012); Marie-José Hoyet, La Lézarde (2013); Oscar Romero, Beato fra i poveri (2015) y Dopo Chávez. Come nascono le bandiere (2018).
En el caso de sus dos últimos libros: “Óscar Arnulfo Romero, el Santo de los pobres” y “Después de Chávez: Cómo nacen las banderas”, ambos títulos fueron presentados en 2018 en la Feria Internacional del Libro de Venezuela, donde estuvo presente para bautizar el texto sobre el expresidente venezolano y al mismo tiempo fue invitada como conferencista.
Durante su visita a Caracas, Colotti ofreció varias entrevistas a medios y explicó que parte de lo que muestra el libro “Después de Chávez: Cómo nacen las banderas”, es la historia de resistencia del pueblo venezolano por mantener su soberanía e independencia, así como también el amplio apoyo que tiene la Venezuela socialista, a pesar del continuado asedio de EE. UU. y sus aliados.
Durante el bautizo de ese libro, Colotti resaltó que su obra hace referencia a la necesidad de crear nexos que puedan mantener firme la lucha contra los ejes imperiales que pretenden acabar con los países que buscan su independencia y libre autodeterminación.