Como Secretario General no ha dado señales de aportar mayores cambios dentro de la ONU y sigue la misma línea del surcoreano Ban Ki-moon, quien mantuvo un bajo perfil durante su gestión
El 1 de enero de 2017 el portugués Antonio Guterres se juramentó como Secretario General de las Naciones Unidas (ONU), en una apuesta a un liderazgo más reformista y de mayor perfil al frente del organismo mundial.
Guterres prometió trabajar como «un mediador, un constructor de puentes y un agente honesto» entre las partes para lograr acuerdos que beneficien a todos los involucrados en el ente.
«La ONU tiene el deber moral y el derecho universal de implementar como prioridad principal la diplomacia para la paz, una diplomacia capaz de atenuar tensiones y de hacer emerger soluciones pacíficas«, dijo en su primer discurso como Secretario General.
En más de dos años de gestión, aún no ha dado señales de aportar mayores cambios dentro de la ONU y sigue la misma línea del surcoreano Ban Ki-moon, quien mantuvo un bajo perfil durante la década que estuvo al frente de la organización.
A pesar de poseer un carácter más extrovertido que su antecesor y grandes dotes como mediador y manejo de idiomas, no ha cumplido con las expectativas de quienes esperaban que trabajara como un pacificador, un reformista y un defensor de la organización frente a las presiones de Estados Unidos y las grandes potencias.
De la ingeniería a la ONU
Guterres dejó a un lado la física y la ingeniería eléctrica para dedicarse a la política. En su Portugal natal lideró el Partido Socialista y fue nombrado primer ministro en 1995, cargo en el que no logró reducir la pobreza ni los niveles de desigualdad.
A finales de 2001 anunció que dejaría precipitadamente el gobierno después de que su partido, afectado por casos de corrupción y un deterioro de la economía, se estrelló en unas elecciones municipales.
El mayor escándalo fue el caso “fase oculta”, por el que 36 personas fueron acusadas por participar en una red de tráfico de influencias para obtener tratos de favor en la adjudicación de concursos públicos en el sector de la gestión de residuos industriales.
La red estaba comandada por Armando Vara, quien fue uno de los ministros de Guterres. Apenas dejó el despacho en Lisboa juró como presidente de la Internacional Socialista.
Irrumpió en la ONU como Alto Comisionado para los Refugiados (Acnur) y se desempeñó en ese cargo hasta el 15 de diciembre de 2015. En este tiempo pudo conocer de primera mano los problemas que afectan a la humanidad y engordó su agenda de contactos en el poder global, fomentando una estrecha relación con el Partido Demócrata en Estados Unidos, en especial con Bill y Hillary Clinton, y con Barack Obama.
Desde un principio partió favorito para llegar a ser Secretario General. Ganó sin problemas las votaciones del Consejo de Seguridad, donde cinco países (Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, Francia y China) tienen poder de veto y fue un secreto a voces que la candidatura de Guterres fue impulsada por los norteamericanos.
Guterres y Trump
Desde que Antonio Guterres asumió el timón de la ONU ha tenido que enfrentarse a la política proteccionista e injerencista de Donald Trump, quien se juramentó como presidente de Estados Unidos el 20 de enero de 2017.
Desde su campaña electoral, el republicano se refirió a la ONU como “un club para que la gente se reúna, converse y pasen un buen rato”, dejando claro la poca importancia que le da al organismo como mediador de conflictos y defensor de la paz y los derechos humanos.
Durante la gestión de Guterres, el inquilino de la Casa Blanca decidió en junio de 2017 abandonar el Acuerdo de París, suscrito por 194 países el año 2015 y que apunta a la disminución de gases de efecto invernadero para frenar el calentamiento global.
En mayo de 2018, Trump se retiró también del acuerdo nuclear suscrito por Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Alemania, Rusia y China con Irán en 2015, al tiempo que restableció las sanciones económicas contra la nación persa, incrementando una tensión entre Washington y Teherán que ha estado punto de convertirse en un conflicto bélico de escala mundial.
“El mundo no se puede permitir una confrontación en el Golfo Pérsico”, fue la respuesta de Guterres ante el riesgo que representan las decisiones de la Casa Blanca para la estabilidad mundial. Sin embargo, no se atrevió a encarar al Gobierno estadounidense, ya que es el principal contribuyente al presupuesto de la ONU, de sus operaciones de mantenimiento de la paz y de los fondos para atender crisis humanitarias.
Por tal motivo, el portugués ha sido enfático en que “hará todo lo posible” para evitar que Estados Unidos se retire de la ONU.
Cómplice del horror de los migrantes
La gestión de Guterres ha sido tildada de cómplice de los horrores cometidos por la administración Trump contra los migrantes centroamericanos.
De acuerdo con un reportaje de la revista Newsweek, el número de arrestos de familias migrantes por parte de las autoridades estadounidenses sumaron entre octubre de 2018 y mayo de 2019 más de 330.000 detenidos. En el caso de los menores de edad, la cifra sobrepasó los 56.000.
Cuando hace más de un año estalló la polémica por la separación de menores en la frontera de Estados Unidos y México, Guterres se limitó a declarar que los niños “no deben ser traumatizados separándolos de sus padres” y que “la unidad familiar debe ser preservada” e instó a Washington a “cesar inmediatamente” la separación forzosa de niños migrantes.
Hoy, doce meses después, la situación sigue igual y las amenazas y agresiones de Trump hacia los migrantes no cesan.
Incluso, el Gobierno de México mostró su molestia por la indiferencia de la comunidad internacional ante la peor crisis migratoria en la era reciente en la región de Centro y Norteamérica, agudizada por las presiones de la Casa Blanca y pidió involucrar más a la ONU y sus agencias en este tema.
«México ha sido el país más solidario que hay con la ONU, y no se entiende el silencio o la no participación», señaló el canciller mexicano, Marcelo Ebrard.
La (des)esperanza de los refugiados
Guterres prometió «servir a los más vulnerables con humildad”, en especial a los refugiados, ya que desde Acnur fue testigo de cómo los ciudadanos de Siria, Afganistán e Irak huyen de sus países escampando de los horrores de la guerra.
No obstante, para el cierre de 2018 más de 70 millones de personas fueron desplazadas en el mundo por la fuerza debido a guerras o persecuciones. Esta cifra representa el número más alto en los casi 70 años de la historia de Acnur.
De acuerdo con los datos de la organización, la cifra de desplazados y refugiados «es el doble que hace 20 años», y una de las causas de este fenómeno social es que “nuevos conflictos se suman a los antiguos».
Una de las funciones del Secretario General es mediar en las controversias internacionales y promover el mantenimiento de la paz, por lo que muchos esperaban que Guterres tuviera una postura más enérgica frente al drama de los desplazados.
La ONU se limita a advertir sobre las políticas para restringir el acceso de los migrantes y la reciente tendencia de Europa a rechazar a la gente, en lugar de rescatarlas de las precarias embarcaciones en las cuales cruzan el Mediterráneo.
También condena cómo los migrantes del África Subsahariana se enfrentan a terribles riesgos al pedir asilo en la Libia actual, incluyendo detenciones, torturas, esclavitud, violaciones y asesinatos.
¿El poder de la ONU?
La corresponsal de la agencia BBC en Ginebra, Imogen Foulkes, cuestionó el poder de la ONU, tanto para colocar esta problemática como una de las prioridades de la agenda de los países, así como para promover la resolución de los conflictos y mejorar la atención de los migrantes.
“Es difícil saber cómo puede la ONU recuperar este debate y hacer que esta situación sea importante para las personas que podrían mejorarla. Muy pocos políticos son lo suficientemente valientes como para defender la generosidad hacia los refugiados, porque sus oponentes políticos simplemente los acusarán de ser blandos con la inmigración”, argumentó la periodista escocesa.
Advirtió que sin una política de apoyo a los países en conflicto y a las personas que huyen de ellos, que sea promovida por Naciones Unidas, se corre el riesgo de perpetuar un ciclo de guerra y desesperación.
“La desesperación seguirá empujando a la gente a tratar de escapar, y ahora mismo, cualquiera que vaya a cruzar el Mediterráneo tiene una probabilidad entre tres de morir”, alertó.
Genocidio en Birmania
Una población vulnerable que reclama la atención de Guterres y de la ONU es la comunidad de los Rohinyá, en Birmania.
En una declaración, la Coalición Rohinyá Libre (FRC) pidió la renuncia al jefe de la ONU por el «fracaso sistémico» del organismo mundial al abordar el genocidio contra este pueblo.
Desde agosto de 2017, casi 24.000 musulmanes rohinyá han sido asesinados por las fuerzas estatales de Birmania, según un informe de la Agencia de Desarrollo Internacional de Ontario (OIDA).
Asimismo, más de 750.000 refugiados rohinyá, en su mayoría mujeres y niños, han huido de Birmania y han cruzado a Bangladés luego de estos ataques.
El grupo FRC denunció que la exasesora en Birmania, Renata Lok-Dessallien, omitió un informe sobre las alarmantes fallas de las Naciones Unidas en este país, al momento de abordar las violaciones de los derechos y crímenes «contra la minoría étnica rohinyá perseguida».
«Si hubiera una sola acción que podría haber alterado el curso de los acontecimientos, habría sido la presencia oportuna e imparcial en el estado en Rakáin de algún tipo de observatorio de las Naciones Unidas que ofreciera cierta confianza a las minorías oprimidas», reveló el documento.
En respuesta, Guterres solicitó un informe al consejero de la ONU Gert Rosenthal, que confirmó el “fracaso sistémico” de las Naciones Unidas en Birmania.
«Sin duda, el sistema de la ONU cometió errores graves y desperdició oportunidades tras seguir una estrategia fragmentada en lugar de un plan de acción común», señaló en su informe el ex ministro de relaciones de Guatemala, tal y como reseñó The Guardian.
Apoyo a los asentamientos israelíes en territorio palestino
Aunque Guterres apuesta por “mantener los esfuerzos para lograr la paz entre israelíes y palestinos y «hacer realidad la visión de dos Estados», su grado de sometimiento a los intereses de Trump y al gobierno sionista causó molestia en el propio seno de la ONU.
En mayo de 2018, dos tercios del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas expresaron su «profunda preocupación» por el hecho de no cumplirse una resolución de 2016 que exige el fin de la construcción de asentamientos israelíes en tierras que los palestinos quieren para un Estado independiente.
«El Consejo de Seguridad debe respaldar sus resoluciones y garantizar que tengan significado, de lo contrario, corremos el riesgo de socavar la credibilidad del sistema internacional», señalaron Bolivia, China, Costa de Marfil, Guinea Ecuatorial, Francia, Kazajistán, Kuwait, Países Bajos, Perú y Suecia en una carta enviada al portugués.
Trump había denunciado la resolución y había pedido a EE. UU. que ejerciera su derecho de veto, ya que se establecía el no reconocimiento a ningún cambio con respecto al territorio de Jerusalén.
Mientras que Israel considera que Jerusalén es su capital, los palestinos quieren que la parte oriental de la ciudad sea la capital de un futuro estado independiente propio.
Doble rasero en Siria
La posición del máximo representante de la ONU con respecto a la crisis en Siria es que hace falta urgentemente un mayor apoyo internacional para que las partes en conflicto avancen seriamente hacia la búsqueda de una solución política que satisfaga sus aspiraciones.
Guterres ha tratado de parecer imparcial y ha mantenido su llamado a garantizar la protección de los derechos humanos de los sirios, aliviar su sufrimiento y facilitar el acceso humanitario sostenido.
Sin embargo, el Damasco ha denunciado reiteradamente el doble rasero que se aprecia en el Consejo de Seguridad de la ONU cuando se aborda el panorama de su país, ya que muchos de los Estados parte dicen sentirse preocupados por la situación humanitaria, pero obvian la lucha siria contra el terrorismo.
El representante permanente de Siria ante la ONU, Bashar Jaafari, advirtió sobre la politización de los asuntos humanitarios y cómo las potencias occidentales buscan imponer condiciones para la entrega de asistencia y promueven el terrorismo.
Jaafari ha sido muy crítico con Guterres por haberse puesto del lado de los agresores: Estados Unidos, Reino Unido y Francia.
Polémico informe sobre Venezuela
Guterres ha expresado en varias oportunidades que las intervenciones militares en América Latina son «agua pasada», en clara referencia a los planes injerencistas de Estados Unidos contra Venezuela.
Para el diplomático, una intervención “solo podría tener lugar dentro del marco de la Carta de las Naciones Unidas«, por lo que constantemente ha llamado a promover esfuerzos internacionales por establecer un diálogo que propicie negociaciones entre el gobierno constitucional del presidente Nicolás Maduro y la oposición.
«Mis buenos oficios continúan disponibles para apoyar negociaciones cuando así lo requieran las partes», destacó hace un mes.
Este discurso se contradice con las acciones de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, quien levantó un informe sobre la situación política, social, económica y de DD. HH. en Venezuela que ha sido rechazado por organizaciones sociales y líderes políticos latinoamericanos, debido a grandes omisiones de la realidad de la nación caribeña.
El documento está sesgado y no reconoce los efectos del bloqueo económico aplicado por la administración Trump, ni los efectos de las acciones desestabilizadoras perpetradas por la derecha venezolana.
Aunque este miércoles Guterres le ratificó al canciller venezolano Jorge Arrreaza su total respaldo al diálogo, muchos temen que el Secretario General fomente que la ONU declare una «emergencia humanitaria» en Venezuela para facilitar la intervención que tanto desea Trump.
Al final, lo cierto es que el diplomático portugués aspira ser reelecto en el cargo en 2022 y no podrá lograrlo sin el respaldo de Washington.