Dicen que el movimiento Mee Too (Yo también) tuvo mucho que ver en el fin de los fastuosos desfiles de los ‘ángeles’ de Victoria’s Secret. Sin embargo, distintos artículos reseñan que la caída estrepitosa del famosísimo emporio de las lujosas prendas de ropa interior de encaje también está estrechamente ligada a sus consecuentes dificultades financieras desde hace varios años.
Al parecer Victoria’s Secret lleva más de un año en dificultades financieras. En 2018 perdió casi el 50 % de su valor y su popularidad ha venido en franco declive, por lo menos desde 2017, según las cifras presentadas en distintos reportajes.
Los desfiles de los ‘ángeles’ (modelos) de la afamada marca comenzaron en 1995 y enseguida se convirtieron en un boom dentro del mundo de la moda. Todas las top model querían participar en esa pasarela y ser un ángel de esta marca, porque representaba el máximo nivel.
Cerca de 10 millones de personas se sentaban frente a sus televisores para observar las delicadas prendas de ropa interior que exhibían un grupo de exóticas mujeres. La tendencia masiva se mantuvo por al menos 20 años, pero ya en 2017 la cifra de espectadores se redujo a la mitad. De 10 millones, ahora solo 5 millones observaban el show, criticado por muchos y amados por otros.
El último desfile, celebrado el 8 de noviembre de 2018, alcanzó el rating más bajo de su historia: 3,3 millones de espectadores. En menos de un año, la cifra se redujo en un cuarto. Al parecer, los organizadores del desfile no han sabido interpretar el cambio de época y las nuevas exigencias de los espectadores, y quizá no se han sabido renovar.
En medio de ese cambio de paradigma surge el #MeToo, un movimiento iniciado de forma viral como etiqueta (hashtag) en las redes sociales que se viralizó en octubre de 2017 para denunciar la agresión y el acoso sexual, a raíz de las acusaciones de abuso contra el productor de cine y ejecutivo estadounidense Harvey Weinstein.
La frase, utilizada durante mucho tiempo en este sentido por la activista social Tarana Burke, fue masificada por la actriz Alyssa Milano, quién animó a las mujeres a tuitear sus experiencias para demostrar la naturaleza extendida del comportamiento misógino.
Tarana Burke había usado la frase ‘Me Too’ en la red social Myspace desde 2006, cuando fue parte de una campaña para promover el ‘empoderamiento a través de empatía’ entre mujeres negras que habían experimentado abuso sexual, particularmente en las comunidades desfavorecidas.
La frase surgió después de que Burke se viera sin respuesta ante una chica de 13 años que le confió que había sufrido una agresión sexual. Y tras quedar en silencio, horas más tarde deseó haberle dicho a la niña: ‘Yo también’.
Auge de la belleza real supone el fin de los ‘ángeles’
La sociedad actual, además del Me Too y el feminismo, también incluye una tendencia marcada hacia la inclusión y aceptación de todos los cuerpos, el poder de decisión e independencia de las mujeres, el rechazo al exceso de retoque fotográfico, el auge de la belleza real, el consumo de ropa interior más cómoda, entre otra serie de aspectos que al parecer no han sido tomados en cuenta por la marca.
Victoria’s Secret no ha permitido que en sus desfiles se vean a mujeres más similares a la belleza cotidiana femenina, con toda su amplitud y diversidad, bajitas, flacas, rellenas; es decir, sin ningún tipo de estereotipos. La marca se quedó en el modelo de mujer irreal, ampliamente criticado por la sociedad actual, pues prácticamente le exige a la mujer ser anoréxica, sin curvas, alta y muy maquillada, una fantasía que al parecer se ha quedado en el pasado por extraña e incómoda.
Esa supuesta perfección de la mujer que por años mostró esta marca, al parecer, es ahora su camino al fracaso. De hecho, por años se le ha pedido a los organizadores del desfile que se adapten a la actualidad con la incorporación de modelos transexuales, de tallas grandes y de distintos tipos.
La imagen en decadencia de la marca también ha tenido que ver con declaraciones de sus exmodelos, quienes confesaron haber sufrido para poder desfilar en esas pasarelas, pues debieron cumplir con dietas sumamente estrictas en las que apenas comían y al mismo tiempo entrenaban por horas para llegar “en forma” al desfile.
Es así como llegó el momento de que “los ángeles”, como llaman a las modelos, no volverán a desplegar sus alas, pues la suspensión del desfile anual fue confirmada.
«Desgraciadamente, no va a celebrarse este año», dijo Shanina Shaik, en una entrevista con el diario The Daily Telegraph en Australia. Shaik modela para la marca desde 2011 y lo ha hecho cinco veces.
Desde mayo pasado se rumoraba que el desfile de 2018 pudo haber sido el último. La CNBC tuvo acceso a un informe en el que el CEO de L Brands, la matriz de Victoria’s Secret, afirmaba que la televisión no era el «canal más adecuado» para el evento y así confirmaba su intención de crear un «nuevo estilo de show».
«La moda es un negocio de cambio. Debemos evolucionar y cambiar para crecer. Con esto en mente, hemos decidido repensar el tradicional desfile de Victoria’s Secret. En 2019 y de aquí en adelante, nos centraremos en el desarrollo de contenido emocionante y dinámico y en un nuevo tipo de evento, que se difundirá entre nuestros clientes en otras plataformas pegadas a la actualidad», se leía en el comunicado.
A pesar de todo, la firma ha fichado en los últimos meses a nuevas modelos para sustituir a algunas veteranas de la pasarela como Alessandra Ambrosio y Adriana Lima, una de las modelos más importantes del mundo que llegó a denunciar la presión que ha sufrido por sus medidas: «No volveré a desnudarme por una causa vacía».
Entre las nuevas incorporaciones están Barbara Palvin, Alexina Graham, Leomie Anderson y Grace Elizabeth. También se convirtió recientemente en un ángel la española Rocío Crusset, hija de los periodistas Carlos Herrera y Mariló Montero, quien sigue así los pasos de la otra española que ha trabajado para la firma, Blanca Padilla.
¿Víctima o victimaria del feminismo? El futuro de Victoria’s: Adaptarse o morir
En 2015, la editora y fundadora de Lingerie Addict, Cora Harrington, dijo al diario The Post que “Victoria’s Secret es el perfecto ejemplo de una empresa que pensaba que era demasiado grande para quebrar (…) No creo que jamás considerasen que los consumidores irían hacia otro lado”.
Hablar del fin de la marca aún es prematuro, al igual que decir que sus desfiles no se verán más. Sin embargo, mientras sus ventas caen año tras año -al punto de llegar en 2018 a perder 50 % de su valor- deberán al menos replantear su propósito y el mensaje que quieren dar a la sociedad.
El primer síntoma de la debacle fue la oleada de renuncias por parte de las propias modelos. Así, Karlie Kloss se despidió hace cuatro años al decir que “la razón por la que decidí dejar de trabajar para Victoria’s Secret fue porque no sentía que fuese una imagen representativa de quién era yo, ni del tipo de mensaje que quería mandar a las mujeres jóvenes alrededor del mundo sobre lo que significa la belleza”.
Kloss también comentó que dejar la firma fue un momento crucial en su empoderamiento como feminista, puesto que necesitaba “ser capaz de tomar mis propias decisiones y de escribir mi propio argumento, aunque solo sea eligiendo las compañías para las que quiero trabajar o la imagen que quiero proyectar”.
A Kloss le siguió Adriana Lima, que explicó tras su salida del elenco de ángeles que no estaba dispuesta a quitarse la ropa nunca más “por una causa vacía”.
También lo dejó su compatriota Alessandra Ambrosio en 2017, argumentando que “lo único negativo de Victoria’s Secret eran las alas”, que pesaban mucho. Mientas, otra brasileña, Gisele Bündchen, contó en sus memorias que se sentía insegura y “cada vez menos relajada” al desfilar con “tan poca ropa”.
Si el desfile de los ángeles llegó a su fin o no, parece entonces estar destinado al nuevo feminismo, un proceso que aún tiene mucho por dar.