La masacre de El Paso, en Texas, puede ser dramatizada como una película de terror, tan propia del cine Hollywoodense.
En un mitin de campaña en Florida, el presidente Donald Trump preguntó qué podía hacer con los inmigrantes que llegaban a la frontera. «¡Dispararles!», gritó uno de sus seguidores. El presidente le rió la gracia. Este sábado, en El Paso, esa amenaza se cumplió
El número de muertos por el tiroteo de hace dos días en la ciudad estadounidense de El Paso, aumentó a 24, precisó este lunes David Shimp, director ejecutivo del Centro Médico Del Sol.
Citado por la televisora ABC, Shimp puntualizó que un herido falleció el domingo por la noche y otro lo hizo este lunes en la mañana. Las edades de los lesionados oscilan desde los dos hasta los 82 años.
El Paso fue hasta este sábado una de las ciudades más seguras de Estados Unidos. En 2018 la policía local registró 23 homicidios, 13 veces menos que Baltimore con una población muy similar. El 82 % de los 682.000 habitantes de El Paso son hispanos. Muchos nacieron allí. Otros llegaron del otro lado del Río Grande y se integraron a esta ciudad abierta, vibrante, orgullosa de su diversidad, reseñó El Diario.
El éxito de El Paso rebate uno por uno los argumentos apocalípticos de Trump. Allí la inmigración no trajo miseria ni delincuencia, sino prosperidad.
Se soltaron los demonios
Esta evidencia no ha evitado que el presidente haya usado El Paso como un arma arrojadiza en su campaña contra la inmigración.
En su discurso anual ante el Congreso, aseguró en falso que la delincuencia solo se había desplomado en la ciudad cuando se había construido una valla fronteriza en los alrededores. Unas horas después, viajó allí para agitar el espantajo de las caravanas de inmigrantes de Centroamérica y pedir apoyo para el muro que se propone construir. En aquel mitin uno de sus seguidores agredió a un reportero de la BBC.
Este contexto es importante para comprender por qué un joven blanco entró con un fusil en un supermercado de El Paso y recorrió cada pasillo disparando a los clientes hasta quedarse sin munición.
El asesino, cuyo perfil de Twitter incluía elogios a Trump y referencias al muro, vivía con sus abuelos en un suburbio de Dallas. Lo separaban casi nueve horas al volante del lugar del crimen. Disparar en El Paso no fue una decisión casual.
Los seguidores de Trump
Queda mucho por saber sobre el terrorista del sábado. Pero no es la primera vez que el autor de una masacre similar resulta ser admirador de Trump.
Las cartas bomba que recibieron en octubre jueces, políticos y periodistas las envió un tipo huraño que trabajaba como discjockey en un club de striptease de Florida. Sus propios abogados aseguran que se fue radicalizando a medida que escuchaba los discursos de Trump y leía sus tuits.
El hombre que asesinó a 11 personas en una sinagoga de Pittsburgh mencionó como móvil del crimen la caravana de migrantes que se dirigía esos días a EE. UU. El atentado tuvo lugar en mitad de la campaña de las elecciones de 2018. La caravana fue el argumento central de todos los mítines de Trump.
Es imposible demostrar que las palabras incendiarias de Trump son la causa directa de los disparos del asesino de El Paso. Pero los motivos que el atacante expone en su manifiesto no son muy diferentes de los argumentos de la campaña del presidente o de los contenidos que programa cada noche su canal favorito: Fox News.
Delitos de Odio: Reacismo, xenofobia y misoginia
En las últimas semanas, Trump se ha mofado de cuatro congresistas demócratas y ha permanecido en silencio mientras sus seguidores le pedían a gritos que enviara a su país de origen a una de ellas.
Los delitos de odio se han disparado en Estados Unidos desde que Trump lanzó su candidatura a la Casa Blanca, pero no se han disparado en todas partes por igual.
Un estudio de tres investigadores de la Universidad del Norte de Texas descubrió que subieron tres veces más en los condados donde Trump celebró un mitin durante su campaña. Allí donde no fue, llegó a través de los canales que transmitieron sus consignas sin filtros para ganar audiencia. Muchos racistas que hasta entonces habían callado empezaron a atreverse a decir en público lo que decía Trump.
En los últimos dos años, el medio sin ánimo de lucro ProPublica ha reunido decenas de testimonios de personas que han sufrido este rebrote de odio en su proyecto Documenting Hate.
Han germinado plataformas digitales como 4chan o 8chan, donde jóvenes varones supremacistas intercambian consejos sobre cómo burlar a la policía o impresiones sobre los crímenes del terrorista que atentó contra dos mezquitas en Christchurch. Allí colgó el terrorista de El Paso su manifiesto y allí se celebró su matanza como una hazaña más.
Una investigación del medio The Intercept develó que el Departamento de Justicia solo le ha aplicado justicia a 34 de los 268 militantes de extrema derecha arrestados desde el 11 de septiembre de 2001.
Estos jóvenes racistas usan esos foros y describen cada nueva masacre como un juego en el que el objetivo del terrorista es batir el registro del terrorista anterior.
También es distinta la actitud de los medios
Según un estudio liderado por la investigadora Erin Kearns, la prensa cubre cuatro veces más los atentados vinculados a grupos yihadistas. Solo un 12,5 % de los 136 actos terroristas que tuvieron lugar entre 2006 y 2015 fueron obra de un musulmán, pero esos actos (el 12.5 %) recibieron más de la mitad de la cobertura en los medios de comunicación.
Según la Anti-Defamation League, supremacistas blancos perpetraron el 70 % de los 427 homicidios relacionados con el extremismo que se registraron en Estados Unidos en la última década. Ni el Gobierno federal ni las autoridades de los estados han dedicado por ahora recursos suficientes a atajar esta amenaza.
Según Gallup, seis de cada 10 ciudadanos están a favor de leyes más estrictas. Pero esas leyes no se aprueban por la resistencia de los republicanos (y de algunos demócratas) del Capitolio. Ni siquiera Barack Obama fue capaz de sacarlas adelante en diciembre de 2012, después de la masacre de la escuela de Sandy Hook.
El Paso no es Dayton
Un atentado terrorista no es un tiroteo más. Su objetivo es influir en el Gobierno e intimidar a los ciudadanos, en este caso, a una parte de la población.
Si el ataque de El Paso hubiera sido obra de un yihadista, la reacción de los líderes republicanos habría sido muy distinta. Todos se habrían pegado por aparecer delante de las cámaras en lugar de salir corriendo. Ninguno se habría atrevido a mencionar como posibles causas del atentado los videojuegos, la violencia en las series o las políticas que velan por la salud mental.
Los acontecimientos
PRIMERA ESCENA: Un hombre con un rifle de asalto, identificado como Patrick Crusius, de 21 años, mató inicialmente a 20 personas el sábado al abrir fuego en una tienda de la cadena Walmart en El Paso.
El Buró Federal de Investigaciones (FBI) abrió una pesquisa sobre terrorismo doméstico tras la tragedia que dejó al principio 26 heridos, difundió la televisora CNN el día de la tragedia.
Según el FBI, el terrorismo doméstico se define como un hecho «perpetrado por individuos y/o grupos inspirados o asociados con movimientos principalmente basados en Estados Unidos que defienden ideologías extremistas de naturaleza política, religiosa, social, racial o ambiental».
El domingo, las autoridades confirmaron que están tratando el caso de esa forma y también como delito de odio, y Jaime Esparza, fiscal del distrito de El Paso, anunció a reporteros que buscará la pena capital para el acusado de la matanza.
SEGUNDA ESCENA: Unas 13 horas después de dicho suceso, a la 01:00 de este domingo, un tirador solitario, nombrado Connor Betts, de 24 años, mató a nueve personas e hirió a 27 en Dayton, Ohio.
Betts resultó abatido por las fuerzas de seguridad apenas un minuto después de abrir fuego en el céntrico distrito de Oregon, explicó en rueda de prensa la alcaldesa de la ciudad, Nan Whaley.
¡Las declaraciones del Presidente!
Hoy, el presidente estadounidense, Donald Trump, habló de terrorismo doméstico y pidió condenar la supremacía blanca al pronunciar una declaración sobre los dos tiroteos masivos, aunque evitó abordar las críticas contra su propia retórica.
«En una sola voz, nuestra nación debe condenar el racismo, la intolerancia y la supremacía blanca. Estas ideologías siniestras deben ser derrotadas, expresó el mandatario republicano en la Casa Blanca».
Trump se refirió a la publicación en Internet de una proclama antiinmigrante que se cree de la autoría del sospechoso del crimen en El Paso, el cual describió temores de una «invasión» latina en Estados Unidos.