A fortalecer la unidad del pueblo que conduce a un proyecto popular y de mayorías

A raíz del undécimo encuentro de asambleas metropolitanas, realizado el 24 de noviembre, tuvimos la oportunidad de participar en un interesante debate sobre la situación política nacional y el qué hacer inmediato

A fortalecer la unidad del pueblo que conduce a un proyecto popular y de mayorías

Autor: Wari

A raíz del undécimo encuentro de asambleas metropolitanas, realizado el 24 de noviembre, tuvimos la oportunidad de participar en un interesante debate sobre la situación política nacional y el qué hacer inmediato. Allí estuvieron compañeros como Rafael Agacino (economista); Manuel Ahumada, dirigente sindical (presidente de la CGT); Iván Carrasco, dirigente nacional del partido Igualdad; compañeros del Comité Editorial del periódico ‘El Irreverente’, dirigentes del MAP (Movimiento por la Asamblea del Pueblo); Ronnie Nebott, dirigente de la Asamblea por la Soberanía y Dignidad Nacional, además de representantes de diversas asambleas, colectivos y organizaciones estudiantiles.

Se planteó que en el momento actual, prevalece la contradicción entre una fase de crecimiento económico, con un periodo de debilitamiento de la institucionalidad.

Se explicitó que la actual fase del patrón de acumulación se caracteriza por un crecimiento sostenido de la economía, desde el año 85 hacia delante, con un crecimiento para este año del 5,5%. Esta situación va acompañada de un crecimiento del producto como también de un incremento del consumo. A lo anterior debemos constatar una deuda externa controlada, menor al 50% del PIB, índices bajos de cesantía y una inflación controlada.

Todo lo cual da pie a un crecimiento de la economía, junto a un enriquecimiento acelerado, y gigantesco, de pequeños grupos económicos que se constituyen en los representantes de una burguesía, que se establecen como un poder paralelo al Estado, con una capacidad económica igual o superior al propio Estado, grupos económicos que tienen una ganancia tres veces superior al gasto fiscal.

Este poder paralelo de la burguesía se coloca por fuera de la institucionalidad, configurándose en un poder fáctico que está por encima del parlamento y del poder ejecutivo.

El Estado y su institucionalidad no hacen más que generar los mecanismos jurídicos que hacen posible la implementación de las políticas elaboradas por estos poderes económicos que operan al margen de la institucionalidad.

En este contexto el parlamento ya no tiene poder político y el Estado en su conjunto, independientemente de este gobierno, no tiene la capacidad, el poder real para resolver los conflictos sociales y, por lo tanto, prioriza por la respuesta represiva, elemento que sigue manteniendo en su esfera de control y decisiones.

De tal manera que pensar hacer los cambios que el país requiere, solo a partir de conquistar espacios al interior del aparato institucional del Estado, significa no haber hecho una correcta lectura, que determine dónde se alojan los ejes del poder por parte de los sectores dominantes.

Al mismo tiempo que se da este fenómeno de crecimiento y concentración económica, por otro lado asistimos a un proceso de deslegitimación progresiva de la actual institucionalidad, de sus organismos y de sus personeros que la componen.

No solo las encuestas dan información de lo mal evaluadas que están instituciones como el parlamento, los partidos políticos, el poder judicial, etc., sino además las recientes elecciones municipales mostraron una abstención masiva, histórica, que refleja el rechazo a una institucionalidad que ejerce el poder en beneficio de una minoría que concentra el poder económico y político.

A lo anterior debemos agregar los cambios acontecidos a nivel del campo popular donde las organizaciones históricas, especialmente de los trabajadores, marcan una disminución significativa de sus miembros producto de una disminución del trabajo formal y permanente, con aumento sostenido del trabajo precario e informal, donde no es posible construir organización sindical, a lo que se agregan prácticas dirigenciales, como en el caso de la CUT, que impiden una participación democrática de los asociados, cayendo en una actitud severamente viciada, que produce un profundo daño al interior de los trabajadores. Constatamos excepciones como en pequeños sindicatos y organizaciones como la CGT, donde se elige a los dirigentes por votación universal y donde su financiamiento está dado por las cuotas que mensualmente pagan sus asociados, elementos que debieran estar presentes en una futura gran central unitaria de trabajadores.

Hubo consenso al establecer los puntos centrales de un programa popular, donde las demandas populares son ya conocidas por la mayoría de los chilenos constituyéndose en un mandato perfeccionar nuestra propuesta en cuatro temas básicos: Educación, salud, medioambiente, riquezas naturales, incluyendo el mar y sus peces, y el agua en todo el territorio nacional.

Del mismo modo, todos los participantes manifestaron la necesidad imperiosa de ampliar y fortalecer las incipientes formas de poder popular, donde las asambleas populares, ciudadanas, territoriales, estudiantiles, etc., constituyen el primer eslabón en la construcción de un poder alternativo y dual a la institucionalidad vigente, para lo cual resulta imprescindible su carácter de permanentes.

Debemos aprender de las experiencias de Aysén, Freirina, Calama, Pelequén, de la movilización y de las expresiones novedosas de los estudiantes, de las asambleas como Ñuñoa y Puente Alto, en una dinámica donde vamos construyendo una propuesta de país, una propuesta de mayoría, que ya empieza a expresarse en las calles, en las movilizaciones, como también en las recientes elecciones municipales, una mayoría compuesta por un movimiento social amplio que expresa la diversidad social ,étnica y cultural.

Por lo tanto, la tarea del momento es perfeccionar el programa popular y construir y fortalecer las asambleas como órganos embrionarios de poder popular, donde el campo popular debe combatir contra el Estado y contra el gran capital.

Una vez que hayamos avanzado en nuestro proyecto popular unitario, debemos precisar nuestra táctica y los instrumentos a utilizar, pero siempre bajo el contexto de fortalecer el poder popular, lo que significa fortalecer la organización, participación y movilización social, capacitándonos para enfrentar al gran capital y sus representantes.

La nueva institucionalidad la iremos construyendo a la par con la construcción del poder popular, hasta que lleguemos a un momento donde las fuerzas acumuladas nos permitan disputar todos los escenarios.

El proceso de unidad ha comenzado. Fortalezcámoslo al interior del conjunto del Pueblo.

MAPMovimiento por la Asamblea del Pueblo

Inserto

El Ciudadano Nº137, primera quincena diciembre 2012

Fuente fotografía


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