No existe posibilidad de un entendimiento pleno entre ciudadanos de países vecinos si no existe un contacto fluido entre ellos. El desconocimiento es terreno fértil para el asentamiento de prejuicios, conceptos errados y construcciones fantasiosas del otro.
Tanto Chile como Perú son países extremadamente centralistas. Santiago y Lima concentran casi todos los poderes del Estado, más del 30% del total de la población y más del 40% del PIB total nacional. Desde estas ciudades se decide el destino del resto de la nación en cuestiones políticas, económicas y de opinión mediática. Son también polo de atracción por la gran cantidad de dinero que en ellas se mueve.
En cuestiones de entendimiento del otro, Santiago ofrece una posibilidad inexistente en Lima. Desde 1992, a la par con el agresivo paquete económico impuesto en Perú a partir de las recomendaciones del Consenso de Washington, miles de peruanos llegaron a Chile. En su mayoría desde la costa norte de Perú. Tal vez sin que sea su intención inicial, muchos de estos inmigrantes se establecieron y posteriormente afianzaron cadenas migratorias que permitieron la llegada de sus familiares, vecinos y/o amigos. Es necesario tener en cuenta que extranjería considera que Santiago abarca al 64% de los extranjeros residentes en Chile de los cuales el 37,1% son peruanos.(1)
Esto genera la posibilidad de que haya más chilenos que conviven y comparten regularmente con ciudadanos peruanos reales. Con ideas, costumbres, prácticas, acentos y comidas distintas, pero no tanto.
A su vez, esto puede permitir ver y entender estas características y, de encontrarlo conveniente, apreciarlas y adaptar para sí algunas de ellas. En suma, ir más allá del gastado y distante concepto de “tolerancia”.
En Lima, por su parte, también es posible el contacto con personas chilenas: personas jurídicas claro está. Es poca la inmigración de chilenos que se inserte en clases populares peruanas. Los ciudadanos chilenos que llegan a Lima son pocos y suelen ser empleados de nivel gerencia, especialistas o asesores de empresas chilenas con capitales en Perú.
Ellos se insertan en las clases altas o media alta de la sociedad limeña. Esto los hace invisibles al grueso de la población, dadas las costumbres de auto-reclusión fundamentadas en miedo que suelen tener las clases altas.
Propongo así aprovechar la gran oportunidad que se tiene en Santiago y que lamentablemente en Lima no se tiene.El contacto con gente de a pie del país vecino, de esos que no le temen a la calle.
Coma anticuchos de carretilla, asista a la pollada organizada por su nana, organice una, piratee lo que encuentre justo piratear, tome cerveza de un solo vaso, converse con sus vecinos sentado en la puerta abierta de su casa, arme juntas, venda viandas, escuche más cumbias y folklore locales o lo que encuentre atractivo de las prácticas de esa población tan visible.
Esta invitación será redundante para muchos que ya se encuentran ejerciendo lo aquí propuesto. Ojalá y lo sea para más personas. Ábrase a nuevas experiencias que podrían permitir no solo entender y apreciar al otro sino ampliar el propio abanico del goce.
Por Eduardo Osterling Dankers
Nota 1) www.extranjeria.gov.cl