La cinta desarrolla diversos componentes de la sociedad andina, entre ellos la homosexualidad.
Sesenta premios internacionales, entre ellos un Oso por Ópera Prima en el Festival Internacional de Cine de Berlín, Alemania, ha logrado hasta este año la película peruana “Retablo”.
El largometraje, considerado una joya del cine independiente peruano, es la ópera prima de Álvaro Delgado-Aparicio. Aborda la historia de Segundo (Julio Bejar Roca), un adolescente que vive en una zona andina de Perú. Su padre, Noé (Amiel Cayo), busca transmitirle la pasión de su oficio familiar: la creación de retablos de madera y barro.
Con los paisajes deslumbrantes de la sierra de Ayacucho -centro sur de Perú como telón de fondo-, el joven Segundo enfrenta un dilema: seguir la tradición paterna o irse a trabajar en la agricultura con un amigo. Su vida toma un giro dramático cuando el pueblo se entera del secreto de su padre: su homosexualidad.
La cámara del director de la película, navega con talento entre dos realidades: la del joven Segundo, y las escenas coloridas de los retablos de su padre que representan la vida cotidiana, reseñó el diario El Comercio.
Es también un trabajo complejo en cuanto al uso del quechua como la lengua para crear intensas emociones (un idioma que el director no dominaba) y, al mismo tiempo, hace un buen uso de los paisajes andinos para transportar al espectador al centro visual de una particular historia.
Todo ello a través de un trabajo artesanal que requiere de extremo cuidado, como lo es el retablo ayacuchano, una expresión artística reconocida este año como Patrimonio Cultural del Perú y que es una muestra de su sincretismo.
La idea apareció en la mente de Delgado Aparicio en medio de sus estudios de posgrado en Psicología Organizacional en el Reino Unido y mientras tomaba unas clases de cine.
Entre esas escenas mentales primigenias y su estreno oficial en el Festival de Cine de Lima 2017, pasaron cerca de nueve años en los que no solo realizó una introspección profunda en la crisis emocional que puede causar el descubrimiento del hecho de ser homosexual, sino que fue un tiempo para que el director enfrentase el reto de abordar la realidad de las comunidades rurales andinas y la complejidad de su tejido social.
Aunque el tema de la homosexualidad es el centro alrededor del cual gira esta historia, esta no puede reducirse al descubrimiento que hace un hijo de las prácticas de su padre.
La problemática, más bien, se encuentra atada al elemento que da nombre a la película. Al igual que en los retablos ayacuchanos, que consisten en una suerte de cajas cuyo interior se decora con figuras de personajes o de elementos de una familia o pueblo, la cinta devela al espectador los diversos componentes de la sociedad andina peruana.
En ese sentido, en la película se puede ver al artesano, a la familia con dinero, al amante, a los niños con sus juegos, a los oficios del día a día, a los problemas familiares y a quienes optan por estar en el anonimato. Son todas esas personas que construyen la vida peruana y que se encuentran en los distintos niveles que forman parte de este retablo cinematográfico.
Otros aspectos que también salen a flote en esta producción es la complejidad que puede llegar a tener el abordaje de la homosexualidad en contextos tradicionalistas.
Tras ser seleccionada en varios festivales internacionales, “Retablo” se estrenó en Francia y en Lima, Perú.
Luego comenzó un exitoso recorrido por diferentes eventos cinematográficos que acapararon la admiración y los aplausos de jurados y espectadores en festivales de cine de Berlín, Toronto, San Francisco, La Habana, Suiza, Suecia, Cape Town, New York, Sydney, Vancouver, Bilbao, Bucarest, Chicago, Ucrania, Houston, Uruguay, entre otros.