Los kurdos hacen equilibrio mientras ganan autonomía

Los habitantes kurdos de Siria celebran anualmente el aniversario de la masacre de Qamishli

Los kurdos hacen equilibrio mientras ganan autonomía

Autor: Wari

Los habitantes kurdos de Siria celebran anualmente el aniversario de la masacre de Qamishli. En el 2004, la disputa de un partido de fútbol derivó en manifestaciones políticas en las que se reclamaban más derechos para la comunidad kurda. El régimen del presidente Bashar al-Asad reprimió con dureza las protestas, en las que murieron decenas de personas, para luego lanzar una oleada de detenciones que acabó con 2.500 persones encarceladas en menos de un mes.

Ocho años más tarde, en el 2012, el mismo presidente responsable de la masacre de Qamishli acordó con representantes de esa comunidad retirar las tropas gubernamentales de los territorios kurdos y permitir que se armaran. Había pasado ya más de un año desde las primeras manifestaciones que pedían la caída del régimen y que derivaron en el conflicto actual. La retirada de los soldados era la culminación a una serie de concesiones otorgadas por el presidente Bashar al-Asad a la comunidad kurda para aplacar sus reivindicaciones y evitar abrir nuevos frentes. En los primeros meses del año pasado, permitió la apertura de escuelas privadas para los kurdos, liberó a centenares de presos políticos y otorgó la ciudadanía siria a los kurdos de Hasaka, una pequeña región cuyos habitantes estaban registrados como extranjeros a pesar de haber nacido en el país. Se calcula que en todo Siria había 300.000 kurdos que carecían de nacionalidad antes de las primeras regularizaciones.

Desde el inicio del conflicto, los kurdos han intentado mantener una posición de neutralidad mientras dialogaban con ambos bandos. Eran pocos los que decidieron empuñar un fusil para intentar tumbar el Gobierno. Pero las tensiones con los sectores rebeldes fueron en aumento y las brigadas opositoras al régimen sirio y milicianos kurdos entraron en conflicto el pasado otoño. Los avances militares de dichas brigadas se habían frenado al llegar al límite de los territorios kurdos por la negativa de estos a ceder el control. Los combates alcanzaron los barrios kurdos de Alepo y las ciudades de Qamishli y Ras al-Ain, una pequeña localidad junto a un estratégico paso fronterizo con Turquía, cuyo control permitiría a los rebeldes armarse y financiarse con mayor facilidad.

El desacuerdo también alcanzaba el ámbito político. Los representantes kurdos en el Consejo Nacional Sirio (CNS), el que fuera principal órgano político de los rebeldes, se desvincularon de él en el mes de abril porque el resto de los miembros rechazaban las demandas kurdas de más autonomía, muchas veces bajo las presiones de Turquía. La nueva organización opositora, que nació el pasado 11 de noviembre en Qatar tras el fracaso de su predecesora, es más representativa de la sociedad siria y en ella hay más líderes kurdos.

«Hemos sufrido mucho tiempo y ahora tenemos la oportunidad de reafirmarnos como pueblo» sostiene Sinam Muhammad, miembro del Comité Supremo Kurdo. Los kurdos han sido marginados de los centros de poder en Siria desde hace décadas a pesar de ser la segunda comunidad del país en número de personas. Su población ronda los dos millones de personas de un total de 23, pero sus deseos de autonomía siempre chocaron con la centralizada estructura del Estado sirio y la ideología del partido Baaz.

El pragmatismo que han mostrado los kurdos durante la revuelta siria no ha impedido la aparición de disensiones internas. Si bien los partidos políticos estaban prohibidos en Siria antes del actual conflicto, en el 2003 nació clandestinamente el Partido de Unión Democrática (PUD). «Cuenta con gran apoyo popular y presencia en las principales ciudades sirias» afirma Muhammad, también miembro del PUD. Además, el interés por el nuevo poder y las divergencias políticas favorecieron la emergencia de otros partidos kurdos que buscaban ser una alternativa al PUD. Once de ellos se unieron bajo el paraguas del Consejo Nacional Kurdo.

Una de las causas de esta división era el diferente apoyo que cada uno recibía de otras partes del extenso territorio kurdo. El Kurdistán abarca parte de Turquía, Iraq, Irán, Siria y Armenia, pero ello no significa que los habitantes de las respectivas comunidades de cada país, ni tampoco sus representantes, estén de acuerdo en todo y se apoyan sin discusión. El PUD mantiene una estrecha relación con el PKK, el partido-guerrilla que lleva desde 1984 enfrentado militarmente al Estado turco. En cambio, el Consejo nació bajo el auspicio de Masud Barzani, el presidente de la rica región kurda de Iraq y con buenas relaciones con la misma Turquía a pesar de haber apoyado al PKK en otros tiempos.

Para aplacar las disensiones entre los partidos, Masud Barzani intermedió para juntar a los dos bloques políticos en el Comité Supremo Kurdo. También apoyó la creación de las Unidades de Protección Popular, milicias armadas para proteger los territorios kurdos en Siria de cualquier ataque externo, que son entrenadas por el ejército del Kurdistán Iraquí, como admitió el mismo Barzani. No es extraño ver furgonetas equipadas con moderno armamento y soldados en su interior cruzar a toda velocidad la frontera que separa Iraq de Siria.

A Turquía le preocupa esta militarización de los kurdos y así se lo hizo saber a su aliado Barzani. Una de las razones que empujó a Bashar al-Asad a retirar sus tropas del Kurdistán era que teme a Turquía. La autonomía de esos territorios obligaba al gobierno turco a centrar esfuerzos en evitar una alianza entre los kurdos sirios y turcos en su contra. Ankara ve con malos ojos la posibilidad de que los guerrilleros del PKK se refugien en Siria y encuentren una base desde donde atacar suelo turco. Damasco se vengaba así de su antiguo aliado turco, que ahora ofrece total apoyo a los rebeldes.

Los kurdos de Siria saben ahora qué representa la autonomía y el control de sus propios territorios tras haber sido duramente reprimidos, y han ganado derechos por los que luchaban desde hace décadas. Por el momento, siguen sin comprometerse militarmente con uno de los dos bandos y mantienen el diálogo con ambos, ya que el futuro de sus territorios dependerá de cómo se desarrolle el conflicto sirio, de las buenas relaciones que mantenga con ambos bandos y de la posición que tomen los gobiernos de Turquía e Iraq.

Por Nicolas Lupo

20 de enero de 2013

Publicado en Aish

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