Los jóvenes entre 18 y 24 años tienen las condiciones perfectas para desarrollar actividades en lo que se llama “suceso progresivo”
Dos restaurantes mexicanos están dando ejemplo en el mundo, al desarrollar dentro de sus espacios políticas de inclusión laboral para jóvenes con síndrome de Down.
Se trata de los restaurantes “El Sueño de Frida” y “Carnes en su jugo, un lugar especial”, el primero ubicado al sur de Ciudad de México y el segundo en Mexilali, Baja California.
La experiencia de “El Sueño de Frida” nació de la mano de la Fundación Mosaico Down, que creó la cafetería con el fin de brindar a estos jóvenes un ambiente de inclusión, además de procurar su independencia.
Yesenia Escudero, directora de la Fundación, explicó que por cinco años han preparado a personas con capacidades diferentes; en este caso, dijo, los miembros de esta organización tienen una carrera técnica en gastronomía avalada por el Instituto Mexicano de Gastronomía.
Por ello, se decidió crear la cafetería, que es atendida al 100 por ciento por los alumnos, quienes son coordinados solo por tres monitores, demostrando sus habilidades en la cocina y al ofrecer un servicio, reseñó El Heraldo TV.
El caso de “Carnes en su jugo, un lugar especial”, se gestó mediante la puesta en marcha del Club de Activación Física Pro-Down, debido a que no había opciones de esparcimiento para las personas que tienen esta condición.
David Rangel Corona, propietario del negocio, explicó que con el tiempo se han sumado al club personas con otras discapacidades, pero además se generó la necesidad de pensar en un lugar en dónde crear una fuente de empleo para ellos.
Nueve jóvenes con síndrome de Down son los meseros que atienden a los visitantes, informóLa Voz de la Frontera.
Rangel Corona precisó que ellos reciben a las personas y será el cliente el que llenará el pedido, indicando lo que desea comer para posteriormente ser los meseros los que la lleven al área de cocina.
Comentó que los jóvenes de entre 18 y 24 años tienen las condiciones perfectas para desarrollar actividades en lo que se llama “suceso progresivo”, de tal forma en que si se les enseña un sistema que está integrado por actividades y procesos, lo ensayan y lo repiten hasta que lo perfeccionan.
“De alguna manera evitamos el margen de error de la interpretación entre el cocinero y el mesero con el cliente”.
Algunos de los cocineros, lavaplatos y cajeros son familiares de estos jóvenes, por lo que se convierte legítimamente en una empresa familiar e incluyente a las necesidades de los que tienen la condición de síndrome de Down.
Aunque existen casos aislados de personas con el síndrome que han logrado incluirse en el mercado laboral, Rangel Corona resaltó que no hay centros laborales que les ofrezcan trabajo como a todo un grupo de personas.
Por ello, con la apertura de este restaurante se busca que sean autónomos y autosuficientes, dando el mensaje de que no buscan ser beneficiados por caridad, sino que pretenden un trato igualitario.
“Tenemos que poner el ejemplo, como propietarios, como patrones y si estamos luchando con esa causa, desde luego, tendrán su sueldo con prestaciones mayores a las de la ley y sus demás derechos laborales”.