La deportista mexicana ganó la carrera de Transelkirks Run 2019 de 150 km de distancia con un tiempo de 8 horas y 43 minutos y relata cómo se siente al competir y qué la motiva
La tranquilidad y comprensión alcanzan a la mexicana Alex Roudayna cada vez que anda a pasos veloces en una competencia. Para ella, correr es mucho más que superar tiempos: Es desconectarme del mundo, pero conectarme conmigo misma, confiesa la ultramaratonista que ha convertido el síndrome de Asperger, un espectro del autismo, en una fortaleza.
Esa satisfacción de correr la llevó hace 15 días a ganar la carrera de Transelkirks Run 2019 con un tiempo de 8 horas y 43 minutos, luego de recorrer 150 kilómetros de montaña en cinco días en Canadá. El buen paso de la mexicana en la competencia le permitió tener una ventaja de más de tres horas sobre el segundo lugar, además de que en la quinta etapa superó al ganador varonil.
Por el síndrome, en cuestiones sociales me es más complicado entender a las personas, pero eso también me ayuda al momento de correr porque me es más fácil enfocarme en una sola cosa, pero puede ser complicado. Si hay mucha gente percibo demás los sonidos y los movimientos, eso también me puede desconectar, es cuestión de usarlo de manera positiva, dice.
Alex es amable en la entonación aunque responde con frases cortas las primera preguntas de esta entrevista. Al hablar sobre deporte y sicología, carrera de la que estudia una maestría, todo cambia; sus palabras fluyen con emoción, son los temas que le roban la atención, los que le apasionan.
–¿Qué sientes cuando corres?
–Es el momento cuando todo cobra sentido, como si hiciera click, es mi manera de expresarme hacia el mundo. Siento que cuando corremos, nadie debe de hablar ni decir nada, es como un sentimiento que se comparte en general.
–¿Y porque estudiar sicología?
–Siempre me ha interesado cómo funciona la mente, porque mi mente funciona diferente, se me hace más fácil entender a las personas que son diferentes. La sociedad te quiere cuadrar para que todos funcionamos de la misma manera, pero no es así.
Alex no es una improvisada en el deporte, desde niña sus padres le inculcaron la importancia de una cultura deportiva, por lo que practicó tenis, remo y taekwondo, pero hace cinco años descubrió las carreras de obstáculos que después la llevaron a los ultramaratones. ¡Eureka! Había encontrado una disciplina que le permitía sentirse libre.
Alex guarda para ella los momentos más emblemáticos de su trayectoria, pero no se aferra a ninguno de ellos. Una vez que pasó la carrera, siento que hay que dejarla en el pasado, si no la gente se estanca en un logro, hiciste tu mejor versión ese día, pero ya pasó y hay más competencias, señala.
Sin embargo, confiesa que más que los resultados y experiencias, mantiene los sentimientos que la abrazaron en cada carrera. La más reciente en las montañas de Revelstoke, oeste de Canadá.
En la travesía de cinco días, Alex peleó todo el tiempo para estar en la cima de la rama femenil e incluso superar al líder varonil. Al final, la recompensa fue coronarse en esa competencia y aunque la satisfacción era grande, también lamentaba que terminara la carrera.
Todo el mundo pedía que ya terminara la competencia, pero yo estaba triste porque quería salir corriendo, estaba disfrutando todo. La gente me animaba y fue la primera vez que sentía que podía inspirar a la gente, dice mientras anhela regresar a una ruta para perderse entre la velocidad y la paz de sus propios pensamientos.
Cortesía de Eréndira Palma La Jornada
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