El elevador se extendería desde la Luna hasta la órbita geoestacionaria de la Tierra como una forma de reducir los costos de los lanzamientos de cohete.
Hace más de medio siglo el hombre se fijó como meta conquistar el universo, primero llegando a la Luna, y luego un poco más allá. En este transitar, muchos han sido los intentos y cada vez el futuro acerca más la posibilidad de ver al hombre en otros mundos.
Una de las propuestas más recientes para este objetivo ha sido presentada por investigadores de la Universidad de Columbia y la Universidad de Cambridge, quienes aspiran la instalación un elevador lunar llamado “Spaceline”.
El proyecto se extendería desde la Luna hasta la órbita geoestacionaria de la Tierra como una forma de reducir los costos de los lanzamientos de cohetes, destacan los astrónomos.
Zephyre Penoyre y Emily Standford, un par de graduados en astronomía, recomiendan que esta alternativa conocida como Spaceline sería más como un gancho celeste que una torre.
Se trata de una pieza delgada y fuerte de material que se extendería aproximadamente 362.000 kilómetros desde la superficie de la Luna hasta una distancia segura sobre el planeta, donde no interferiría con los satélites ni se toparía con la atmósfera, explican.
Este concepto consistiría en anclar una capa de alta resistencia a la tracción a la Luna que se extendería profundamente dentro del pozo de gravedad de la Tierra. Esto permitiría la libre circulación de personas y materiales entre la Tierra y la Luna a una fracción del costo.
Factibilidad del elevador
En un estudio publicado en arXiv, los expertos sostienen que es tecnológicamente y económicamente factible construir tal “elevador a la Luna o elevador espacial”.
Tomando en cuenta las futuras misiones espaciales, en las cuales están involucradas distintas agencias, las naves que estarían destinadas a Marte, Venus, Mercurio y el Sistema Solar exterior podrían construirse en órbita y lanzarse desde el propio ascensor.
Según los astrónomos, estas naves espaciales también podrían ser reutilizables y permitir hábitats alrededor de otros planetas y cuerpos, dando la capacidad de extender la presencia humana a través del Sistema Solar.
Sin embargo, ningún material conocido es lo suficientemente fuerte como para soportar una estructura en órbita atada a la Tierra.
Como posible solución a este problema, en el siglo XXI se estimaba de los nanotubos de carbono, algo que en opinión de Penoyre, no han resuelto el problema, reseñó Universe Today.
“Existen límites fundamentales en la resistencia del material y, aunque los nanotubos de carbono (y otros materiales aún más exóticos) podrían ser lo suficientemente fuertes, la investigación sobre su producción en masa y uso falta por ser más detallada”, señaló Penoyre.
El documento de prueba que plasma el prototipo de este concepto apunta que podría construirse con materiales que existen hoy en día, lo que aumenta la posibilidad de viajes espaciales más fáciles y tal vez incluso de asentamientos orbitales, afirman en el portal TICbeat.
Siendo así, “Spaceline estaría atado a la superficie de la Luna y colgaría en órbita geoestacionaria alrededor de la Tierra, esperando que los astronautas se enganchen y cabalgar hacia el cosmos”.
En lugar de dispararse fuera de la órbita, los astronautas solo tendrían que llegar al punto final de Spaceline, reduciendo el costo y el desafío de los lanzamientos de cohetes. Una vez que alcanza el vacío del espacio, libre de la gravedad terrestre y la presión atmosférica, la nave espacial se encontraría con el cable y se aferraría a un transbordador alimentado por energía solar que subiría a lo largo de su longitud.
Penoyre dice sobre el proyecto que este se convierte “en una infraestructura muy parecida a un ferrocarril temprano: el movimiento de personas y suministros a lo largo de él es mucho más simple y fácil que el mismo viaje en espacio profundo”.
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