Por José Negrón Valero
En el año 2013 estalló una polémica en Estados Unidos debido a que varios medios de difusión filtraron fotos del entonces senador republicano John McCain reunido con miembros del grupo terrorista ISIS.
Ante la avalancha de críticas y de que incluso influyentes portales como el Daily Mail confirmaran que aquellos que posaban junto a McCain eran «Mohamed Nour y Abu Ibrahim, implicados en el secuestro de 11 peregrinos chiíes libaneses», a los portavoces del senador nos les quedó más opción que disculparse, no por reunirse con terroristas, sino por ser tan cándido cuando se trata de no defraudar a sus simpatizantes.
Luego de cruzar la frontera turca, explicó su equipo de prensa, «varios de los sirios que saludaron al senador McCain (…) pidieron fotografiarse con él, y como siempre, el senador cumplió».
Cruzar ilegalmente la frontera de un país que está luchando contra grupos extremistas, fotografiarse con estos grupos, y luego lavarse las culpas diciendo que, como político, él no puede rechazar una fotografía y menos saber con quién las hace. ¿No les suena a algo muy familiar?
Afición por lo paramilitar
En septiembre de este año, el activista de derechos humanos Wilfredo Cañizares desató un escándalo internacional al tuitear varias fotografías en las que el diputado venezolano, Juan Guaidó, operador de EEUU para provocar el cambio de régimen en Venezuela, aparece junto a los líderes de la banda paramilitar colombiana Los Rastrojos.
Cañizares es fundador de Progresar, una organización que surgió en el marco del proceso de paz del año 1991, y en el cual cuatro organizaciones insurgentes se desarman en Colombia: el EPL, M19, Quintín Lame y el PRT. Para el activista, la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente y dicho desarme generaba un espacio importante para trabajar los asuntos relacionados con los Derechos Humanos, la Paz y la Convivencia. «Ya son 28 años al trabajo de la reconciliación».
En una entrevista para Sputnik, Cañizares aborda aspectos importantes que sirven para entender toda la trama de relaciones entre la corriente extremista de la oposición venezolana y las estructuras criminales que operan en Colombia.
— ¿Quién cree usted que pudo haber presentado Los Rastrojos a Guaidó?
— Desde el primer momento, dijimos en círculos cerrados, no de manera pública, que todo apuntaba a que el alcalde de Puerto Santander, el señor Henry Manuel Valero, era quien había hecho ese contacto, por sus antecedentes y por los niveles de corrupción y complicidad con Los Rastrojos. Todo hacía indicar que era la persona ideal para lograr el vínculo.
— ¿Cómo se enteró de las fotos?
— Nosotros somos una organización de 30 años de trabajo que tenemos un acompañamiento a 60 organizaciones en 15 municipios del Norte de Santander. Eso nos permite en tiempo real, contacto permanente y monitoreo permanente de la situación de derechos humanos y violencia en el departamento y en la zona de frontera. En ese sentido, a nosotros nos piden un apoyo para identificar quiénes estaban en esas fotos. Inmediatamente nos damos cuenta que lo que aparecían en esas fotos eran miembros del grupo narco paramilitar Los Rastrojos.
— ¿Cómo fueron los días previos a la operación de extracción de Guaidó del territorio venezolano al colombiano?
— A nosotros nos llama mucho la atención que, 24 horas antes de darse el ingreso ilegal del señor Guaidó a Colombia, todos los periodistas nacionales e internacionales, autoridades, sabían que iba a entrar por una trocha. Incluso había un ambiente de recibimiento como una especie de héroe. Inmediatamente en cuanto llega, nos damos cuenta del lugar por el cual había ingresado. Luego, por supuesto, con el trabajo de análisis más detallado es que nos damos cuenta cómo se había organizado todo ese operativo. En esos días 22 y 23, eran días de fiesta, júbilo y euforia de parte de miles de personas que llegaron de otras regiones del país, que esperaban por la caída del Gobierno del presidente Maduro. Llenaron las discotecas, llenaron los prostíbulos, consumían cocaína, en las noches los veías borrachos por todas partes. Realmente era una locura. Afortunadamente, sus planes fracasaron, porque se hubiese desencadenado una oleada de violencia impredecible.
— ¿Cómo cayó la noticia en Colombia de los nexos de Guaidó con Los Rastrojos?
— Realmente la noticia fue muy fuerte. Nosotros lo pudimos vivir aquí. Gente preocupada, desilusionada, triste incluso. Aquí el antichavismo ha sido muy fuerte. Nosotros somos una ciudad que tenemos una enorme economía subterránea, basada en la ilegalidad, en el narcotráfico y el gran contrabando. No tenemos una economía propia, se ha construido una economía parasitaria a la economía venezolana y a las actividades ilegales que se cometen a lo largo de la frontera. Aquí hay mucha gente que ha tomado la decisión de venirse de Venezuela, por supuesto, afectados de distintas formas, pero también es un fenómeno cultural muy fuerte de unas actividades ilegales, históricas, donde el cierre de frontera afectó a mucha gente dedicada a la ilegalidad. Y toda esa base social odia al chavismo. Entonces, fue un golpe muy duro para todos estos sectores.
— ¿Por qué cree usted que la denuncia que usted hizo en febrero no tuvo repercusión?
— Nosotros hicimos la denuncia en los días del concierto que solo era euforia, y todos se vinieron para acá para ver caer el Gobierno de Maduro y nadie nos prestó atención, absolutamente nadie nos creyó, nadie nos preguntó por qué estábamos diciendo aquello. Denunciamos eso y mucho más, porque durante los operativos realizados en el concierto y la famosa entrega de la ayuda humanitaria, teníamos información de que estaban preparando otra clase de acciones, grupos armados listos para ingresar a Venezuela. Gente traída incluso de Medellín, de Caracas, Los Rastrojos allí, Los Gaitanistas allí. Pudimos detectar alrededor de cinco sitios en donde había grupos armados listos para ingresar a Venezuela, esperando seguramente la orden de activarse.
—Guaidó ha pretendido decir que quien tiene el vínculo con Los Rastrojos es Cabello, porque fue él quien difundió las fotos: ¿cuál es su opinión sobre esto?
— El ingreso ilegal, el plan candado, los acuerdos con Los Rastrojos es una evidencia contundente. Es una evidencia demoledora. Lo demás es la defensa floja que hace Guaidó al respecto. Creo que a ellos se les cayó la máscara de lo que hicieron en febrero y que, para ellos, el todo vale es la regla de hacer política. Siempre he dicho que el todo vale en Colombia nos ha llevado a 50 años de guerra y a más de ocho millones de víctimas. El señor Guaidó y sus aliados utilizan el todo vale y no saben el abismo al que pueden llevar a Venezuela.
— Usted ha denunciado que luego de que estallara la polémica por las fotos, se ha desatado una masacre contra miembros de Los Rastrojos que aparecen en las fotografías. Un caso específico es el de la familia de alias ‘El Menor’. ¿Cuál ha sido el efecto de esta masacre en el Norte de Santander?
— Realmente parece raro decirlo, pero sobre todo en el área metropolitana de Cúcuta, se ha naturalizado la violencia. Estas no son situaciones nuevas. Aquí, de manera permanente, la violencia criminal de Los Rastrojos, de Los Gaitanistas, de Los Urabeños, del Clan Úsuga y otras bandas locales como La Línea y La Frontera, que las autoridades se han dado a la tarea de vender la idea de que son bandas venezolanas, lo cual no es cierto, son colombianas. Son estructuras criminales supremamente violentas que se han dedicado a cometer actos atroces. Estos últimos días, las masacres y el descuartizamiento de personas han estado a la orden del día, y aquí no pasa de ser una reseña en los medios.
— ¿Qué medidas toma para protegerse de semejante amenaza? Sobre todo pensando en el revuelo mediático que ha causado el escándalo de Guaidó.
— Nuestra legitimidad y el trabajo que hacemos serio, permanente y constante de defensa de derechos humanos es el mayor blindaje que nosotros tenemos. El acompañamiento de las organizaciones, de las comunidades, el reconocimiento y respeto que nos hemos ganado durante 30 años está allí. Sabemos que tenemos riesgos, los hemos asumido, no es algo nuevo para nosotros. No somos héroes, nos da miedo y tenemos mucho temor igual a cualquiera, pero la amenaza es permanente. No es que haya surgido ahora. Somos una organización amenazada, perseguida, intimidad, agredida por paramilitares, por fuerzas estatales y también por las guerrillas. Entonces, esta es una situación que la tomamos con calma, con prudencia, con mucha responsabilidad, pero siempre tomando la decisión que aquí no vamos a dejarle el espacio a los criminales.
— Las Águilas Negras, Los Rastrojos, ¿son paramilitares? ¿Son narcotraficantes? ¿Son bandas criminales de secuestradores? ¿Qué son realmente?
— Todas estas estructuras son residuos de paramilitares. Todas en algún momento o han sido creadas y/o lideradas por comandantes paramilitares. Por supuesto que sus modalidades de operación, sus objetivos, se han ido acomodando a las dinámicas de la frontera y a la situación política del país. Pero no se puede negar los vínculos que tuvieron y tienen con el paramilitarismo. Tienen una ideología de extrema derecha dedicadas por supuesto a los grandes negocios de la frontera, al gran contrabando, al secuestro. Tienen además una enorme relación con el narcotráfico, tienen un cordón umbilical desde su génesis, protegen las rutas de salida y entrada, los laboratorios, a los narcos. Son oficinas de cobros y protegen el dinero de los narcos. Son funcionales a los narcos y son narcotraficantes porque también trafican. Son estructuras de crimen organizado muy peligrosas.
— ¿Qué tipo de acciones emprende esa gente exactamente?
— Ellos se dedican a todo el control de la actividad ilegal. Controlan el gran contrabando y lo que nosotros llamamos el contrabando de menudeo. Controlan las grandes rutas del narcotráfico y los pequeños transportadores de cocaína. Controlan la extorsión, la seguridad, el paso de migrantes, el territorio, y la vida social, económica y política. Son muy violentos, como lo hemos denunciado instalaron a orillas del río La Grita una casa de descuartizamiento, donde la gente era llevada y asesinada, torturada y descuartizada. Esto lo hacen para enviar el mensaje de que ellos son los que mandan en el territorio y que sin ellos no se puede vivir allí y en contra de ellos, tampoco.
— ¿Algún cuerpo de seguridad del Estado colombiano se enfrenta a estas estructuras criminales?
— No. Hemos denunciado de manera permanente que hay una enorme complicidad de las autoridades colombianas con estos grupos, con el narcotráfico y el gran contrabando. Hay sectores importantes de las autoridades que están vinculados, trabajando en complicidad con estos grupos. Hemos pedido en muchos escenarios al Gobierno nacional una intervención de la policía metropolitana de Cúcuta, debido a los estrechos vínculos que mantienen con la ilegalidad en la frontera.
— ¿Cómo es la cotidianidad de un pueblo sitiado por la violencia paramilitar?
— Nosotros en la región tenemos un problema y es que no hemos tenido un solo minuto de paz, de posconflicto o de convivencia. El paramilitarismo en los últimos 20 años nos ha azotado de manera permanente. En el caso nuestro, en los corregimientos, veredas, municipios de frontera que están copados por estos grupos criminales como Los Urabeños, Los Gaitanistas, el Clan Úsuga o el Clan del Golfo y Los Rastrojos. Todo el tiempo vive intimidada, con mucho miedo, a las personas las asesinan por cualquier cosa, cualquier persona puede ser objeto de una desaparición forzada. Ellos son los que mandan, los que controlan. Hay pagarles por todo. Impuestos de seguridad, para viajar, pagar impuestos para vender o comprar una casa, una finca, un vehículo, una moto. Ellos controlan la vida y la muerte aquí, y lo hacen con total impunidad. Con complicidad de las autoridades, porque estas zonas están cruzadas por grandes intereses económicos que generan unos ingresos bastantes altos. Los últimos ocho días, nos han contado compañeros en terreno, que hay caseríos y veredas que se encuentran prácticamente solos, no porque la gente se haya desplazado, sino porque ya a la gente le da miedo incluso salir a la puerta, hablar con un vecino o movilizarse de un lado a otro. El miedo y el temor se imponen en las zonas de control paramilitar.
— ¿Qué significaría para los pueblos fronterizos entre Venezuela y Colombia que un eventual inquilino del Palacio de Miraflores también tuviera nexos con el paramilitarismo colombiano?
— He dicho que la guerrilla, el paramilitarismo y el narcotráfico son inventos colombianos. Aquí fue donde surgieron y se desarrollaron. Aquí es donde han realizado todas sus operaciones violentas y criminales. Venezuela es una víctima del paramilitarismo, del narcotráfico y de la guerrilla colombiana. Allá no conocían ninguno de estos fenómenos, hasta que aquí decidieron como estrategia ingresar y usar el territorio venezolano para sus fines criminales. Sería trágico que Venezuela que estas estructuras criminales y sus acciones, quedaran sembradas allí.
Publicado por Sputnik
José Negrón Valera
Antropólogo y escritor venezolano, investigador en guerra no convencional, contraterrorismo y operaciones de información. Autor de los libros ‘Un loft para Cleopatra’, ‘Reyes y dinosaurios’ y ‘Saber y poder: el proceso de renovación académica en la UCV (1967-1970)’. Premio Nacional de Literatura «Stefanía Mosca» 2018.