En 2017 un 17,8 % de los jóvenes abandonaron sus estudios
Les llaman “ninis” (ni estudian ni trabajan) y actualmente engrosan una larga lista de jóvenes colombianos que mantiene preocupados a los investigadores, por la falta de oficio y de preparación para el trabajo que evidencia esta parte sustancial de la población.
Se estima que la cifra de “ninis” de entre 15 y 24 años asciende a 582.000 en las principales ciudades del país, como Bogotá, Medellín o Cali, según datos del Departamento de Planeación Nacional de Colombia.
Muchos de ellos tienen poca experiencia laboral, bajos niveles de educación y no han desarrollado habilidades importantes para integrarse al mundo laboral.
A pesar de que a muchos les gustaría trabajar, los hombres de este rango de edad enfrentan una tasa de desempleo de 19,2%, más del doble que la media nacional, y las mujeres de 23,5%, según cifras oficiales de 2017.
En Colombia, muchos jóvenes abandonan el colegio sin una cualificación básica (diploma de bachiller). La Fundación Corona estima que en 2017 un 17,8 % de los jóvenes abandonaron sus estudios y, aunque es un rango un poco menor que en 2015 (18,9 %), sigue siendo alto, informó el diario El Colombiano.
Esto preocupa, porque muchos de esos jóvenes no accederán a un empleo formal en el futuro ni tendrán trayectorias laborales exitosas.
De hecho, en el país 24 de cada 100 jóvenes de 18 a 24 años y que habitan en las 13 principales ciudades del país, se encuentran en la condición de no tener empleo ni estudiar, destacan en un informe.
En algunas ciudades como Bucaramanga o Medellín, la situación es un poco mejor, al contrario de Cartagena o Santa Marta, con indicadores menores al promedio.
La medición de la tasa de desempleo “nini” pone de relieve, no solo la magnitud del desempleo juvenil en Colombia, sino una categoría aún más precisa: la del desempleo de jóvenes que no tienen formación.
En las actuales condiciones, el presente y el futuro de esos jóvenes están en la economía informal. Así las cosas, el desafío para el Gobierno no se encuentra únicamente en la creación de empleo, también en la formación de esa mano de obra y en facilitar empleos decentes para los jóvenes.
El problema es que, en la mayoría de los países latinoamericanos, incluyendo Colombia, los programas de empleo se centran en pagar por actividades, como programas de formación laboral, en vez de poner énfasis en el resultado final: conseguir un trabajo, indican los expertos.
Para estos jóvenes, un primer empleo formal puede ser la puerta de entrada a un futuro donde tengan una posición estable.
Uno de los retos es que muchos de estos programas de formación no están alineados con las necesidades específicas de las empresas con vacantes.
Además, las poblaciones vulnerables al desempleo como “ninis”, víctimas del conflicto armado y madres con hijos pequeños en situación de pobreza, tienen necesidades especiales o brechas de habilidades que requieren una mayor atención.