Lynne Sneddon , directora de ciencias bio-veterinarias de la Universidad de Liverpool, demostró que los peces experimentan dolor en un nivel comparable a los mamíferos.
Para sobrevivir en su entorno natural, los animales deben evitar lesiones y ser capaces de detectar estímulos potencialmente dañinos a través de mecanismos nociceptivos, algo de lo que los peces no están excluidos, pues se ha demostrado científicamente que pueden sentir dolor como los mamíferos.
Se trata de una condición que les garantiza la evolución a partir de la biología de un sistema nociceptivo, un proceso sorprendentemente similar a la que se encuentra en los mamíferos y se refiera a la detección de los estímulos nocivos.
Los nociceptores se clasifican de acuerdo a los axones que viajan de los receptores a la médula espinal o el cerebro de las especies. Sin embargo, los nociceptores tienen cierto umbral; es decir, que requieren un mínimo de intensidad de la estimulación antes de que desencadenan una señal.
Un estudio científico desacreditó la idea errónea común de que los animales no son capaces de tal sensación, los peces experimentan dolor en un nivel comparable a los mamíferos.
Lynne Sneddon , directora de ciencias bio-veterinarias de la Universidad de Liverpool, demostró cómo los receptores en los peces son similares a los que se encuentran en los mamíferos, en parte evidenciado por factores que incluyen cómo la sensación altera su comportamiento y cómo se puede tratar con analgésicos.
Para demostrarlo, la experta en biología de animales acuáticos analizó 98 estudios sobre el dolor de los peces.
«La revisión muestra que, desde los genes subyacentes, la fisiología, hasta el comportamiento de todo el animal , los peces tienen un sistema de dolor muy similar y expresan comportamientos similares en comparación con los mamíferos», dijo Sneddon, quien publicó sus hallazgos en la revista Philosophical Transactions of the Royal Society.
Cambios conductuales
De acuerdo con la científica, cuando ocurren eventos potencialmente dolorosos se provocan cambios conductuales y fisiológicos en estos animales marinos, como actividad reducida, comportamiento protector y la búsqueda de nichos acuáticos.
Si existe una lesión que está acompañada de un componente afectivo negativo, el comportamiento futuro de estas especies se ve alterado y se puede concluir que el animal experimentó la incomodidad asociada con el dolor.
De hecho, “los peces son el grupo de vertebrados más exitoso cuando se considera la cantidad de especies que han llenado una variedad de nichos acuáticos”, afirma el estudio.
Hasta ahora, la evidencia empírica de la nocicepción en peces desde la biología molecular subyacente, la neurobiología y la anatomía de los nociceptores hasta las respuestas conductuales de animales completos se revisa para demostrar la conservación evolutiva de la nocicepción y el dolor de los invertebrados a los vertebrados.
Estímulos dolorosos
Sentir dolor es una herramienta importante para la supervivencia, ya que ayuda a los animales a evitar lesiones. Al recordar la fuente del dolor, un animal puede evitar el mismo peligro en el futuro y, desde luego, asegurar su permanencia en un entorno natural.
«Si los peces no tuvieran un sistema de dolor simplemente irían dañándose a sí mismos” y esto probablemente los haría morir, asegura Sneddon.
Tomando en cuenta que los animales no pueden comunicarse con los humanos, los científicos deben confiar en signos como cambios en su comportamiento para estudiar el dolor en los peces.
La nocicepción se ha documentado en animales no mamíferos, incluidos los peces y una amplia gama de invertebrados, incluyendo sanguijuelas, los gusanos nematodos, las babosas de mar, y la mosca de la fruta.
Al igual que en los mamíferos, las neuronas nociceptivas en estas especies se caracterizan típicamente por responder preferentemente a alta temperatura (40° Celsius o más), pH bajo, la capsaicina, y el daño tisular.
El término «nocicepción» fue acuñado por Charles Scott Sherrington para distinguir el proceso fisiológico (la actividad nerviosa) del dolor (una experiencia subjetiva). El término deriva del latín nocere ‘dañar’.
Sigue leyendo: