El presidente Piñera declaró que no va a tolerar abusos a los derechos humanos y que ningún crimen cometido por carabineros va a quedar impune.
Pero en estas semanas de protestas, en que millones de personas se lanzaron a las calles pidiendo un Chile más justo para todos, nos encontramos con una violencia inusitada -primero de los militares y después de Carabineros de Chile-, para mantener el orden público a toda costa.
Hemos sido testigos -en persona o por videos- de los abusos cometidos por carabineros en las calles de Chile; hemos visto el daño irreparable (pérdida de ojos) causado a más de 200 personas, y hemos escuchado los relatos de las humillaciones, golpizas y violaciones hechas a quienes han caído detenidas. Muchos hemos observado estupefactos y con un sentido de impotencia sofocante estos atropellos, cometidos por miembros de la institución que debería proteger a la ciudadanía.
Lamentablemente, estos no son casos aislados, sino que parecen ser parte de la política existente de Carabineros de Chile, que permite medidas extremas para preservar el orden público: si las armas usadas van a costar la pérdida de ojos de los manifestantes o si las palizas dadas van a causar un daño físico grande y/o irreparable, es un riesgo que están dispuestos a tomar. Pero no debería ser así.
No corresponde perder un ojo, ser baleado, ser golpeado brutalmente, ser atropellado por motos o carros lanza gases, desnudado o humillado, por estar manifestando o porque hayas violado alguna ley. Los castigos dados por carabineros no van de acuerdo al delito o falta perpetrada pues son crueles e inhumanos.
Lo que Carabineros y el Gobierno no ha tomado en cuenta aún es que estas medidas que fueron toleradas durante la dictadura, no son aceptables en esta democracia ni por los chilenos y ni por las instituciones internacionales de protección a los derechos humanos.
Parte del problema es que los métodos rutinarios y sistemáticos usados por Carabineros de Chile para mantener el orden público no cumplen con los estándares aceptados en una sociedad democrática y, además, esta policía uniformada tiene un inmenso poder sobre las personas, el cual no cuenta con la debida vigilancia y verificación de su correcto uso.
Esta combinación de métodos crueles aceptados por Carabineros y del poder ilimitado que poseen, hace extremadamente fácil cruzar la delgada línea entre lo que esa institución encuentra aceptable y lo que es considerado abuso por el resto del mundo. Y esto es lo que vemos una y otra vez en las calles de Chile, en los encuentros cotidianos entre manifestantes y carabineros: un atropello sistemático.
Otro problema es que Carabineros de Chile se siente con el derecho y autoridad de “dar justicia” a los detenidos en el momento de aprehenderlos y seguir “aplicando justicia” en los buses y las comisarías. Este no es el rol de carabineros. Ellos deberían ser responsables y velar por la seguridad de las personas que toman detenidas, para que los tribunales se encarguen de juzgar y aplicar la justicia. ¿Es esta idea entendida y aceptada por Carabineros?
Necesitamos hacer cambios a esta institución, desde los métodos usados para preservar el orden público, hasta la verificación de que el gran poder que tiene no se traduzca en un abuso en contra de la gente. Necesitamos una entidad independiente -fuera de la cadena de mando- trabajando junto con Carabineros en las comisarías, que verifique que las reglas, normas y los derechos de las personas sean respetados en todo momento -durante el arresto y mientras estén detenidos. Esto (que podría ser una Defensoría del Pueblo) puede ayudar enormemente a mitigar y hasta parar los abusos cometidos por carabineros.
En este minuto sólo nos enteramos de estos atropellos cuando el INDH ha sido informado y se ha presentado una acción legal, pero ya es muy tarde para las personas afectadas que han sufrido serios abusos por carabineros y que seguramente sufrirán secuelas físicas y/o psicológicas por el resto de sus vidas.
También necesitamos hacer un mucho mejor trabajo dándole una clara y real protección a los derechos de las personas que han sido detenidas y educando a la ciudadanía sobre esos derechos -cuando las reglas son claras para todos los involucrados, es mucho más fácil seguir las reglas.
Mientras las autoridades continúen permitiendo este abuso a los derechos humanos por parte de Carabineros, va a ser extremadamente difícil sentarse a la mesa a dialogar. La gente está furiosa -con un sentido de impotencia abrumador- y lamentablemente la violencia crea violencia.
Para poder mirar hacia adelante y crear una verdadera democracia que respete los derechos de la personas, un cambio en Carabineros de Chile es absolutamente necesario, para crear un Chile más justo en que los ciudadanos sean tratados con la dignidad y el respeto que se merecen siempre -sin excepciones.
Por Loreto Ponce de León
Ingeniera en Computación