Durante años las barras de equipos de fútbol han tenido una carga histórica de estigmatización y criminalización, sin embargo pareciera que esa imagen de las hinchadas se intensificó durante la última semana luego de la muerte de Jorge Mora (Neko), hincha colocolino asesinado por Carabineros el pasado martes.
Desde la semana pasada la Garra Blanca advirtió: «No vuelve más el fútbol hasta que paguen los asesinos del pueblo y quienes los amparan», sin embargo el monopolio que domina el fútbol se encargó de que esto no sucediera, obviando la ausencia de seguridad en los encuentros y el grito por justicia en cada partido.
Mucho se habló en redes sociales del actuar casi criminal por parte de los hinchas durante la fecha del torneo, sin embargo se ignoró la provocación policial que repletaban tanto el exterior e interior de los estadios. Los primeros enfrentamientos sucedieron la tarde del viernes en el encuentro entre Audax Italiano y Coquimbo Unido, instancia que dejaba en evidencia la falta de medidas de seguridad para continuar con el curso normal de la fecha y donde no se pudieran ver expuestos asistentes.
La jornada del sábado le tocaba a la U, un partido frente a Curicó Unido en el Estadio Nacional, donde el resguardo policial fue exagerado; con un carro lanza aguas actuando directamente hacia los hinchas se hacía evidente que el fútbol no debía volver, sin embargo, desde la ANFP hacían caso omiso a ello y continuaban con el curso del campeonato. El domingo al mediodía era el turno de Colo-Colo, encuentro que se llevó a cabo sin mayores incidentes, aunque recordando constantemente al Neko.
Una de los últimos partidos de la fecha fue entre Universidad Católica y O’Higgins en San Carlos de Apoquindo; la instancia contó con represión policial desde la llegada de hinchas hasta la pre cordillera según comentaban asistentes, quienes además denuncian la represión con golpes al ingreso del estadio por parte de Carabineros.
Con carro lanza aguas y bombas lacrimógenas se vivió uno de los duelos más violentos donde la represión fue incesante. «Creo que en circunstancias normales el partido se hubiese suspendido, que es lo que se debió hacer, pero están tan desesperados con volver e imponer una normalidad que no existe, que están haciéndose los locos y les está importando poco y nada que en las afueras del estadio o en la misma galería existan enfrentamientos y se reprima de una forma desmedida», comentó un asistente a San Carlos de Apoquindo.