Bachelet controla la agenda

El aterrizaje de Bachelet a fines de marzo y la aceptación de su candidatura abre otra fase en la lucha presidencial del país

Bachelet controla la agenda

Autor: LLaguno

El aterrizaje de Bachelet a fines de marzo y la aceptación de su candidatura abre otra fase en la lucha presidencial del país. En efecto, con este hecho se da inicio “formal” a la competencia por La Moneda. Sin embargo, la carrera ya estaba lanzada hace muchos meses. No obstante, el 27-M marca un antes y un después en la dinámica presidencial del país.

En materia presidencial el “antes” está definido por seis elementos; por el lento y débil posicionamiento de las candidaturas del oficialismo, por los silencios de Bachelet, por el bajo perfil e influencia de los presidenciables opositores, por la conformación de los equipos de campaña y las definiciones estratégicas, por la puesta en escena de tenues relatos programáticos y por un incipiente debate político-presidencial entre los distintos candidatos.

A su vez, el “después” abre una nueva fase en la presidencial en la que estos seis elementos se han consolidado. En general, los nudos y los amarres de la campaña se han desatado. Los actores, sus equipos, sus estrategias y sus ideas fuerza están en acción. El tono sube. Las interpelaciones se intensifican y el debate comienza a dominar la agenda y los medios.

Sin embargo, en ambas fases hay un hecho político dominante que no ha variado entre ambos momentos. En efecto, no sólo sigue vigente y determinando la coyuntura política del país, sino también amenaza –fuertemente- en consolidarse y terminar por decidir de manera anticipada el resultado presidencial de noviembre.

¿Cuál es este hecho político?

La respuesta se encuentra en que en ambas fases “el factor Bachelet” es el que impone las formas, los tiempos, los ritmos y los ejes de la agenda presidencial, política y mediática del país. En efecto, todo sigue girando en torno a lo que “Bachelet” diga o haga.

Es tan fuerte y dominante el “factor Bachelet” que no sólo controla la agenda presidencial, sino también la agenda política de todos los actores, incluido el Gobierno. Los esfuerzos de este último por destacar hasta la saciedad sus logros económicos, el bono marzo, el proyecto para aumentar el salario mínimo, los ataques “corporativos” a Bachelet y la inyección de recursos a la educación municipal, no han logrado opacar ni debilitar el “factor Bachelet”.

Los otros actores tampoco han despertado ni despegado. Golborne, habla poco, repite lo que dice la dupla Melero-Coloma y lo que plantea es rápidamente rechazado; Allamand, no ha podido instalar la campaña en el terreno de la razón y de la alta política; Orrego, vive atrapado en el “guante blanco”, en los buenos modales y en los compromisos políticos de su partido; Velasco, ¿a quién le importa lo que diga?; Gómez juega su propio partido y Parisi, Jocelyn-Holt y Claude no existen. Finalmente, MEO ha perdido novedad y también termina doblegado ante el “embrujo” de la ex ONU. Sólo el debate en torno a la Acusación Constitucional contra Beyer ha podido –de modo breve- opacar la luz de Bachelet.

Antes de que aceptara –públicamente- la candidatura, todos especulaban en torno a ese hecho. El “hablemos en marzo” le puso fecha y certeza a la campaña: todos a esperar. Luego, pasamos al “cuando llega”. Y siguen las especulaciones. Llegó marzo y aceptó la candidatura; la prensa se moviliza y los actores políticos se inquietan. Dijo “paso” y nuevamente todos caen a sus pies. Todo, gira en torno la “factor Bachelet”.

Vemos, por tanto, que su presencia no sólo es el elemento rector para el despliegue de los competidores, sino también el sentido de sus campañas. En este escenario la visibilidad política y la apuesta electoral de los postulantes dependen de modo directo de las polémicas, discusiones, enfrentamientos y referencias a Bachelet. Este hecho, por tanto, determina, condiciona y obliga a que cada candidato ponga en marcha estrategias defensivas que, en definitiva, se construyen en función del “factor Bachelet”.

Al contrario, “Michelle” construye relato y política presidencial no mirando “para atrás, para abajo ni para arriba”. Su mirada está puesta en los ciudadanos y en sus demandas. Su candidatura no se empantana en el “pasado ni en la coyuntura”. Los distintos candidatos, que llevan muchos tiempo en la cancha, han puesto muchos temas en la agenda de la presidencial. En rigor, todas las problemáticas del país han formado parte del debate; energía, educación, Bolivia, valóricos, reformas políticas, etc.

De hecho, cada uno tiene opinión y respuesta para cada temática. Sin embargo, no ha sido suficiente. En ese camino, Bachelet empezó más tarde. No obstante, es sólo cuando la ex mandataria entra a escena que el debate presidencial adquiere “visibilidad real”. De hecho, a la fecha sus planteamientos programáticos han sido generales y carentes de profundidad técnica y sustento político.

No obstante, no sólo han logrado la atención de los medios y la respuesta de sus contenedores, sino también un fuerte posicionamiento ciudadano. Sus planteamientos políticos y programáticos han sido –a la fecha- “fin al lucro… reforma tributaria y nueva Constitución”. Tres ideas, que en pocos días no sólo han revolucionado el ambiente –todos responden, critican y dan sus recetas-, sino también han re-definido las prioridades de la agenda y del nuevo período presidencial.

Para la Opinión Pública se ha producido una fuerte asociación entre Bachelet y el “fin al lucro”. La misma relación se va generar con las otras temáticas; con las que están en la mesa y en las que se van a instalar en las próximas semanas. ¿Con quién está asociada la agenda de la igualdad?

Mientras los distintos candidatos miran a Bachelet para orientar sus relatos y acciones, la ex mandataria mira la demanda ciudadana y la hace suya. Aquí, está la potencia de su liderazgo: articular demanda y valoración. En efecto, la fuerza del “factor Bachelet” surge desde abajo: de ciudadanos que “la quieren” y de ciudadanos que demandan.

La próxima proclamación de su candidatura, sus primeras apariciones en los medios y los anuncios que se van a suceder en los días siguientes no sólo van a seguir opacando a sus competidores, sino también van a seguir mostrando que controla la agenda.

Por González Llaguno


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