Luego de dedicarse casi 30 años como agente antinarcóticos, Jack A. Cole nos entrega sus reflexiones para una política de drogas más sensata y eficaz. Para ello propone la despenalización de todas las drogas, el control de éstas por el gobierno, la distribución de dosis gratuitas a los adultos que las soliciten y gastar los recursos perdidos hoy en la represión en el tratamiento de las adicciones.
Lo primero que debemos hacer es admitir unas cuantas cosas: la mayor parte de la incidencia en la muerte, la enfermedad, el crimen, y la adicción, atribuida al consumo de las drogas es causada realmente por la prohibición de la droga y esa prohibición, emparejada con la guerra contra drogas, ha aumentado el número de personas en los EEUU mayores de doce años que consumen drogas ilegales desde 4 millones (el dos por ciento de la población) en 1965 a unos 112 millones (el 46 por ciento de la población) en 2005. A la vez que hayamos reconocido que esos hechos, tal como la Conferencia de Alcaldes Estadounidenses reconoció unánimemente en junio de 2007, podemos parar los horrores asociados con la prohibición quitando el afán de lucro engendrado dentro de la cultura de la droga.
Primer Paso: ¿Cómo lo logramos? ¡— Sencillo — terminamos la prohibición de la droga! ¡Legalizamos las drogas! Legalizamos todas las drogas — las legalizamos para que podamos regularlas y podamos controlarlas y mantenerlas fuera de las manos de nuestros niños.
«Ah…» les oigo decir, «¿Pero no causará la legalización que todos consuman drogas? ¿No llegaremos a ser una nación de zombis drogados dentro de un año»? ¡La respuesta es no! Las drogas no eran ilegales en este país hasta 1914 y me parece que pasamos los primeros 200 años sin convertirnos en zombis.
Si echamos una mirada alrededor del mundo, tenemos muchos ejemplos de buenas políticas que podríamos intentar y que nos muestran que el consumo de droga no aumentará con la legalización. En Holanda donde las drogas han sido virtualmente legales desde el año 1976, la policía ignora al narcotraficante y al consumidor a menos que el consumidor y el vendedor causen otro tipo de problema. Si usted es un adulto, usted puede entrar una cafetería allí y pedir de un menú que ofrece una selección de varias marcas de marihuana y hachís. Usted hace su elección, pone su dinero en el mostrador y ellos le venden cinco gramos de ese producto — cada vez que usted entra por la puerta. Usted la puede fumar allí o ponerla en una bolsita con los restos de la comida y llevarla — a nadie le importa. En Holanda, los investigadores realizaron una encuesta para determinar cuántos alumnos del décimo grado había probado la marihuana: El 28 por ciento la había probado.
Entonces ellos realizaron la misma encuesta en Los Estados Unidos. Aquí, donde personas como yo no sólo detendremos a sus hijos y a sus hijas por poseer tanto como un cigarrillo de marihuana, sino les quitaremos sus permisos de conducir (incluso si el arresto ocurriera en su dormitorio). Quiere decir que si ellos viven en la América rural o en los suburbios donde no hay transporte público, ellos no podrían llegar a la escuela o tener la capacidad de buscar un empleo ganancioso. Si ellos residen en los centros urbanos que tienen transporte público pero sucede que viven en un alojamiento subvencionado por el gobierno, no sólo les echaremos de la casa sino que su familia entera será desahuciada — y si ellos viven con sus abuelos, esos ancianos también tendrán que salir a la calle, porque la Corte Suprema de los Estados Unidos encontró que en 2003, esta clase de castigo masivo está bien. Está bien, según ellos, porque, «luchamos una guerra contra drogas» y cuando usted lucha una guerra, casi cualquier cosa es aceptable.
También, gracias a la actitud de “tolerancia cero” fomentada años después de la prohibición, cuando ese niño castigado por fin consigue la libertad y quiere mejorar su condición de vida por volver a la escuela, el Estado le dice que no puede conseguir ni una beca gubernamental ni un préstamo educativo para pagar la escuela. Sin embargo, en otra paradoja loca de la lucha contra las drogas, si ellos fueran condenados simplemente por asesinato o violación, no habría problema para ellos. Los violadores y los asesinos simplemente tienen que pedir, y el préstamo está disponible.
En este país, el 41 por ciento de alumnos de décimo grado ha consumido marihuana. ¿Cómo puede ser? El veintiocho por ciento donde la marihuana es virtualmente legal y el 41 por ciento donde se considera la hierba propia del diablo — otra consecuencia involuntaria más de la guerra contra las drogas. Los investigadores no podrían entender esa estadística, así que fueron a Ámsterdam y hablaron con el zar de droga de los Países Bajos, que resulta ser el Ministro de Sanidad, porque en Ámsterdam tratan el consumo de la droga como un problema de salud antes de considerarlo un problema de crimen. Cuando le preguntaron al Ministro, «¿Cómo puede ser»? contestó muy prudentemente, «Bien, pienso que lo que hemos hecho en Holanda, hemos logrado hacer parecer a la marihuana como algo aburrido». Es menos probable que los jóvenes se porten mal haciendo las cosas que creen aburridas. Los niños en los Países Bajos saben que cuando alcanzan la edad de 18, pueden entrar en una cafetería y conseguir toda la marihuana que desean.
Lo que significa es que ellos no comienzan a consumir las drogas que utilizan a la edad tierna de catorce, la cual es la edad media de entrada en el consumo de drogas en Los Estados Unidos. Si ellos esperan esos cuatro años muy formativos de 14 a 18 en decidir si consumirán las drogas o no, mucho menos escogerán consumir una droga ilícita. Lo que esto significa es que los niños en los Países Bajos no comienzan a consumir las drogas a los catorce años, que es el nivel de entrada para el consumo de la droga en Estados Unidos. De hecho, como el Ministro indicó, el consumo per capita de drogas blandas, la marihuana y el hachís en los Países Bajos sólo llega a la mitad del consumo per capita en Los Estados Unidos. Desde que ellos separan las compras de drogas blandas y se permite que se compren en las cafeterías, los usuarios no tienen que comprar su marihuana a los comerciantes criminales que preferirían venderles las drogas duras. El resultado es que el consumo per capita de drogas duras, la heroína, la cocaína
, la metanfetamina, etc. es veinticinco por ciento de lo que es en los EEUU. Otra ventaja es que su tasa de homicidio es también sólo la cuarta parte de la tasa per capita de Los Estados Unidos. Y ellos logran esas condiciones de una manera realmente barata, gastando menos de la sexta parte per capita de los gastos de Los Estados Unidos en cuanto a la aplicación de la ley en casos de las drogas ilegales.
Comparación de Indicadores Importantes del Consumo de Drogas y La Práctica de Violencia en Los Estados Unidos y en Los Países Bajos
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Fuente Drug War Facts, Victoria, BC, Canada: Common Sense for Drug Policy, 2004, p. 144.
¿Así que qué traerían consigo los resultados de la legalización de la droga?
El primer resultado sería que nosotros no tendríamos que detener a 1,9 millones de personas todos los años por delitos no violentos de droga.
No detener a esos 1,9 millones de personas sería monetariamente muy importante para cada persona en este país porque cada año nuestro gobierno local, estatal, y federal gasta 69 mil millones de dólares para prohibir las drogas en nuestras fronteras y más allá; detener a los traficantes y a los consumidores del 90% de esas drogas que penetra la criba en la frontera; procesar los detenidos; y almacenar a los condenados de infracciones no violentas de droga — Muchos para el resto de sus vidas— pagamos 25.000 dólares por persona, por año, nacionalmente. Y alrededor de 35.000 dólares cada en mi estado natal de Massachusetts.
Si las drogas fueran legales, nosotros también podríamos aliviar parte de las formas más atroces del racismo institucionalizado dentro de nuestro sistema legal. Para los que no creen que este sea el caso permítanme que sugiera que el problema es tan grave que para encontrar políticas más racistas, uno tendría que volver a los siglos de la esclavitud en los Estados Unidos. Comprendo que eso es una declaración bastante dura pero creo que las estadísticas comprueban su veracidad. Según la Encuesta Federal de Hogares de 1998:
• Los blancos constituyen el 72% de todos los consumidores de droga en los EEUU.
• Los negros constituyen el 13,5% de todos los consumidores de droga en los EEUU.
• Sin embargo, el 37% de los detenidos por infracciones de droga son negros.
• Más del 42% de los que están las en prisiones federales por infracciones de droga son negros.
• Los Afroamericanos componen casi el 60% de los que están en las prisiones estatales por delitos graves de droga.
Según La oficina federal de Estadísticas Judiciales:
• De los acusados condenados, el 33% de los blancos recibió una condena y el 51% de afroamericanos recibió condenas.
• En las prisiones estatales de Nueva York 9 de cada 10 de las 19.000 personas que cumplen sentencias obligatorias por ofensas de droga son negros o marrones (latinos, etc.)
• Según el Informe Uniforme del Crimen del FBI, una pareja de jóvenes teniendo un bebé masculino negro tiene hoy una expectativa del 33% que su niño pasará tiempo en la prisión
• El Desencanto: Debido al hecho de que muchas leyes estatales dicen que nadie condenado por un crimen grave puede votar, al hecho de que casi todas las infracciones por droga se consideran crímenes graves, y al hecho de que para los crímenes graves de la droga, detenemos siete veces más a hombres negros per capita que a los hombres blancos, el 14% de la población masculina negra en los EEUU ha perdido su derecho de votar — En Tejas 31% de hombres negros han perdido su derecho al voto.
El racismo conduce la guerra contra las drogas. La población estimada de varones mayores de 18 años en los EEUU alcanzó en 2008 la cifra de 113.215.601 hombres. De ese número, la población blanca era 90.798.912, la población hispana era 16.303.046, y la población negra era 14.491.597. En 2008 el número de personas en prisión, según su raza, era: Blanco = 856.593 o 0,9% de esa población; hispanos = 451.862 o 2,8% de esa población; Negros = 966.106 o 6,6% de esa población. Eso significa que los negros en los EEUU son encarcelados a una tasa siete veces mayor que la tasa de encarcelación de los blancos.
Otra forma de examinar este asunto está en 1993, bajo el régimen más racista en la historia moderna, la Ley del Apartheid de Sudáfrica, 851 hombres negros fueron encarcelados por cada 100.000 personas. En 2008 bajo la Ley de Prohibición de la Droga de los Estados Unidos, nosotros encarcelamos a varones mayores de 18 años por cada 100.000 personas en las siguientes tasas por raza de: 943 hombres blancos, 2.777 hombres hispanos, y 6.666 hombres negros. Recuerden que negros son sólo 13% del problema.
Aunque sea verdad que los EEUU encarcelan a más del doble de hombres hispanos per capita que a hombres blancos, esa estadística realmente oculta un problema todavía peor. Hoy la policía es vigilada muy de cerca para determinar si paran a los conductores en función de su raza. Por definición paran a un coche porque el conductor del vehículo sospechoso es una persona de piel oscura. Si un oficial cualquiera tiende a parar personas de piel oscura en vez de parar a personas de piel clara, cada vez que dicho oficial para a una persona que entonces descubre que puede designar como hispano, lo ve como un regalo. Ese «hispano» es una persona adicional a la que ellos no tienen que registrar en el record de raza – ni como Negro, ni como Blanco. Sospecho que si analizáramos la lista de hombres hispanos encarcelados en dos grupos identificados como blanco o negro descubriríamos que los negros superan enormemente a los blancos.
La prohibición de la droga es un instrumento efectivo utilizado por el complejo industrial de prisiones en los Estados Unidos para mantener la tasa per capita más grande de encarcelamientos en el mundo. Hay más hombres negros en las prisiones de los EEUU hoy que esclavos en 1840 y ellos todavía se utilizan para el mismo propósito; trabajar para corporaciones privadas por 16 a 20 centavos a la hora. Ahora creamos las prisiones privadas para la ganancia y los dueños de esas prisiones se han juntado para emplear lobistas que vayan a Washington y demanden condenas obligatorias con mínimos más largos. Las prisiones con ánimo de lucro no pertenecen a una sociedad democrática.
Segundo Paso: El gobierno de los EEUU debería importar o producir las drogas y controlar su calidad, su potencia, y asegurar su medida estandardizada.
Esta política terminaría virtualmente con las sobredosis por droga. Esas muertes no tienen que suceder. Tampoco tenían que suceder las muertes atribuidas a la «ginebra de la bañera» que ocurría durante la prohibición del alcohol. Estas muertes son el resultado de la prohibición de la droga y no la farmacología de la droga. Legalización y regulación de las drogas pueden parar la matanza. Y si podemos prevenir que esas personas tomen una dosis excesiva, evitar que sientan que deben continuar consumiendo droga, quizás así los podremos separar de sus vicios. Señores, estos son nuestros hijos. Ellos son nuestros padres; nuestras hermanas y nuestros hermanos. Debemos tratar de ayudarles trayéndolos a nuestra sociedad como ciudadanos productivos, no enterrándoles años antes de su muerte.
Otro punto importante sobre de la producción gubernamental de opio fue el tratado por el Concilio de Senlis, una institución europea de investigación sobre las políticas de droga, que según la escritora del New York Times, Maia Szalavitz, ha propuesto una «solución sinceramente ganadora» : El mundo en vías de desarrollo experimenta una escasez severa de medicinas para el dolor derivado del opio, según la Organización Mundial de la Salud. Los países en desarrollo son el hogar de más del 80 por ciento de la población del mundo, pero ellos consumen sólo el 6 por ciento del opiáceos médicos. En esos países, la mayoría de las personas con el cáncer, SIDA y otras condiciones dolorosas viven y mueren en la angustia.
Estados Unidos desea que Afganistán destruya su cosecha potencialmente misericordiosa, [de heroína] que ha aumentado siete veces desde el año 2002 y ahora constituye el 60 por ciento del producto interno bruto del país. ¿Pero por qué no reforzar la estabilidad del país y acabar con el dolor y los problemas de tráfico de drogas dando la licencia a Afganistán por el Comité Internacional de Control de los Narcóticos para vender su opio legalmente?
La Organización Mundial de la Salud ha dicho que los opiáceos son «imprescindibles» para tratar el dolor severo. Senlis estima que para cubrir las necesidades globales de medicina para el dolor requeriría 10.000 toneladas de opio al año – más de dos veces la producción actual de Afganistán.
Porque los granjeros no son los que ganan la mayor parte del dinero del comercio ilegal de la droga, comprar sus amapolas a tasas competitivas debe ser posible. Pero incluso si pagáramos exactamente lo que los narcos ganan, la cosecha entera costaría sólo cerca de 600 millones de dólares— menos que los 780 millones de dólares que los Estados Unidos planearon gastar en la erradicación en Afganistán este año.
El Concilio de Senlis ha propuesto una política sensata que ayudará a las naciones que producen droga por la pérdida de ingresos después de que la prohibición de la droga haya terminado, al crear mejores condiciones para los millones de personas que sufren del dolor crónico.
Tercer Paso: Distribuir dosis gratis de mantenimiento de drogas a cualquier adulto que las solicite. Este es el punto más importante, el que quita realmente el motivo del lucro. Lo siguiente suena muy radical pero realmente no lo es. Hemos estado dando drogas a personas adictas por más de 25 años, en lo que se llama programas de mantenimiento de metadona.
El problema con los programas de mantenimiento de metadona es que la metadona es casi diez veces más poderoso que la heroína y casi diez veces más adictivo que la heroína. Hay una razón por la que lo llamamos «mantenimiento de metadona». Una vez empezado con el mantenimiento de metadona, es probable que el usuario tenga que estar en él para siempre. Esos problemas se evitan por tratar la adicción a la heroína con heroína. El Oficial de Salud Médica de la Columbia Británica de Canadá Perry Kendall afirma, «la Heroína, si se usa sólo como mantenimiento, en dosis farmacológicas sin riesgo de sobredosis o contaminación, es realmente una droga muy segura». La Iniciativa Médica Opiácea Norteamericana, conocida como NAOMI, recientemente comenzó a ofrecer a cientos de heroinómanos «que llenan los barrios bajos de Vancouver y Montreal la oportunidad de unirse a un estudio de investigación que proporciona la heroína gratis».
¿Es posible que dar drogas gratis a personas adictas les ayuda a terminar con esa adicción? ¡La respuesta es SI! Tanto en Suiza como en Holanda, las personas adictas a la heroína han sido tratadas durante años estableciendo dispensarios alrededor del país donde podían entrar e inyectarse la heroína del gobierno hasta tres veces al día, utilizando las agujas limpias, bajo la supervisión médica. Pero hay también asistentes sociales allí, especialistas de educación y trabajo, tratando de alejar a sus clientes de la heroína. Vieron a los adictos tres veces cada día del año y se ganaron su confianza. Sabemos cuánto poder tiene un amigo a la hora de modificar la conducta de su amigo — ciertamente mucho más que el que tiene un juez cuando ordena a esa persona la rehabilitación. Con los programas de ayuda a la heroína, también se ofrecen programas de sustitución de drogas, como metadona y buprenorfina.
Los resultados de esas políticas son nada menos que asombrantes. En Suiza, gracias a la producción de droga con calidad controlada, no ha habido ni una muerte por sobredosis relacionada con este proyecto desde que comenzó en 1994. Porque los drogadictos ahora utilizan las agujas limpias, Suiza y los Países Bajos ahora registran la tasa per capita más baja de SIDA y Hepatitis de cualquier país en Europa. El uso de la cocaína entre esos heroinómanos ha caído en picado de 35 al 5 por ciento. El crimen se redujo al 60 por ciento. Los consumidores no tienen que prostituirse ni robar para pagar sus drogas. No hay comerciantes de heroína en las calles donde estos proyectos existen porque no puedes ganarle a las drogas gratis; ¿quién les compraría a ellos? Eso significa que los comerciantes de heroína cesan de dispararse los unos a los otros para proteger su territorio, que cesan de matar a los policías encargados de luchar esta guerra inútil, que cesan de matar a los niños que se encuentran en la línea de fuego. Y aún más importante, si los narcotraficantes no están en las calles ya no están engatusando a los jóvenes para que empiecen a consumir heroína. El 2 de junio de 2006 la prestigiosa revista médica, «Lanceta» lanzó un informe sobre un proyecto suizo que indica que durante los últimos diez años Zurich «ha visto un descenso del 82 por ciento en nuevos consumidores de heroína».
Esta disminución tremenda en la incidencia de nuevos heroinómanos estimada fue enmascarada por «una tasa fija de frecuencia» de usuarios actuales, que hasta ahora nadie se ha molestado en mirar más allá.
Cuándo las personas adictas se despiertan por la mañana tienen sólo un pensamiento, ¿»Dónde voy a encontrar mi droga»? Si saben donde la pueden encontrar, su próximo pensamiento es, ¿»Cómo la pago»? Y si también tienen dinero para las drogas, sus próximos pensamientos serán, «Cuando voy allí, ¿el comerciante me va a vender polvo de talco y robarme el dinero? Me pega, y me roba mi dinero,¿ y mis drogas»? O peor, ¿»Va a venderme un «dosis letal» y terminar con mi vida»? A causa de estos pensamientos la vida de la persona adicta está en el caos constante cada vez que se despierta. Pero en Suiza y en los Países Bajos, a causa de estos programas los adictos pudieron estabilizar su vida. Ya no son tratados como criminales sino como personas con problemas de salud. Los problemas de salud pueden ser resueltos. La falta de vivienda entre los adictos cayó del 12 por ciento a cero y el empleo a tiempo completo se duplicó al 42 por ciento de participantes. Muchos participantes dejan de consumir la heroína gratis del gobierno.
¿Por qué harían eso? En LEAP mantenemos que fue porque ellos recuperaron su vida — que tuvieron una vez más esperanza para el futuro. Eso es la respuesta al problema de la droga de América. Dar a las personas la esperanza del futuro y ellos dejarán de tomar las drogas.
Así que, ¿cuáles serían los resultados de la distribución gratis por parte del gobierno ?
1. Ningún afán de lucro en la distribución de drogas (El mercado subterráneo de la droga ya no existiría).
2. Nadie vendiendo drogas en ningún lugar (Ellos no podrían ganar dinero vendiéndolas).
3. Menos personas empiezan a consumir drogas (no habría narcotraficantes en nuestras comunidades ni en las escuelas que engatusan a nuevos clientes a tomar drogas)
4. Ningún crimen se cometería para obtener drogas (ni hurtar, ni robar, ni matar para obtener las drogas porque los que todavía sintieran que necesitan consumir drogas, serían libres)
5. Ninguna asociación criminal para drogadictos (Ellos no tendrán que ir a los criminales para obtener sus drogas y no acabarían en la prisión con criminales violentos, aprendiendo cómo llegar a ser gángsteres exitosos, porque ellos los utilizan).
6. Ninguna enfermedad transmitida por compartir las agujas (SIDA y la Hepatitis son problemas médicos terribles. Según el Centro Nacional para el Control de la Enfermedad, más de 1/3 de los casos de la SIDA en los EEUU de consumidores de drogas intravenosas, por compartir las agujas).
7. Consumidores capaces de estabilizar sus adicciones y de seguir adelante con su vida (Tratar la adicción y el abuso como problemas de salud en vez de problemas de crimen permite que los consumidores nos pidan ayuda).
8. Ninguna matanza de narcotraficantes cometida por otros narcotraficantes (¿Cuándo fue la última vez usted oyó que dos distribuidores de Budweiser se dispararon sobre quién iba a suministrar la cerveza a la taberna local? Una idea ridícula, ¿no? Uno metería la mano en el bolsillo, sacaría un papel y diría, «Tengo un contrato para este territorio. Yo le llevaré a la corte». Eso es una imposibilidad total para el distribuidor de drogas prohibidas. ¡Si usted iba a invadir su territorio, él metería su mano en su otro bolsillo, sacaría una pistola, y le dispararía! O si él no acierta quizás le diera un tiro a algún niño pequeño detrás de usted).
9. Ningún niño asesinado por accidente en las batallas entre narcotraficantes. (Detroit, Michigan, Estados Unidos de América, en 2002 — once niños asesinados en esa ciudad por narcotraficantes que trataban de proteger su territorio.¡Esto no tiene que suceder)!
10. Ningún policía muerto por luchar en la guerra contra la droga (Un aspecto es importante para mi — tres colegas en la Oficina Narcótica murieron mientras yo estaba trabajando como agente clandestino. Y en todo el mundo mueren diariamente, luchando esta guerra fallada contra las drogas. En Irán solo, más de 3.100 policías han muerto, luchando la guerra contra la droga).
11. Nadie matado la por policía en la guerra de la droga.(Lo siguiente también es muy importante para mí: Sólo citaré dos casos pero estoy seguro que usted puede pensar en episodios semejantes donde usted vive. Boston, marzo de 1997: Accelyne William, un ministro metodista jubilado, también un hombre negro, estaba sentado en el sillón de su sala de estar leyendo su Biblia, cuando de repente su puerta fue derribada con martillos de mazo. Una docena de policías entró, vestidos de negro desde los pies hasta la cabeza, llevaban casco, pasamontañas, las gafas sobre los pasamontañas, llevando protectores para la rodilla, y los codos, y chalecos antibalas; con pistolas colgando por todas partes; y cada uno llevando pistolas con linternas de láser. Debían parecerse a los soldados del imperio malvado que ataca en la película de «La Guerra de las Galaxias» y por alguna razón desconocida, ese ministro viejo salió corriendo para salvar su propia vida. No logró llegar muy lejos. En su dormitorio sus perseguidores lo agarraron y lo tiraron al suelo. Cuando por último se rindió y se cayó al suelo con sus manos esposadas detrás de su espalda — y su corazón se paró – la policía descubrió algo. Descubrieron que habían entrado el apartamento equivocado.
Ciudad de Nueva York, en mayo de 2003: Alberta Spruill de 57 años de edad, un respetado participante en su iglesia y empleada de la ciudad, que también era negra, se estaba vistiendo para ir a trabajar cuando la puerta de su apartamento fue derribada por grupo de acción rápida del equipo de Narcóticos de la Ciudad de Nueva York . Sin embargo, este incidente fue peor que el que mencioné anteriormente — si es que es posible que sea peor. Estos policías, habiendo sido informados de que los ocupantes del apartamento de la Sra. Spruill no sólo eran criminales sino que estaban armados, tiraron una granada antes de entrar por la puerta rota. Cariñosamente conocido como un “flash-bang” entre la policía, un término que ofusca ligeramente su naturaleza verdadera ya que el dispositivo utilizado fue una granada de la conmoción. Son instrumentos de guerra que se han utilizado durante sesenta años. Después entrar, de agarrar a la Sra. Spruill y colocar su cara en el suelo mirando hacia abajo, con sus manos esposadas detrás de su espalda, la policía también se dio cuenta de que habían entrado en el apartamento equivocado. La recogieron, le quitaron el polvo y la levantaron del suelo, explicando que deberían haber entrado en otro apartamento al otro lado del vestíbulo. Pero el corazón de Sra. Spruill latía fuertemente contra el pecho y tenía problemas con su respiración. La policía llamó a una ambulancia pero ella nunca llegó al hospital. El Coronel de la Ciudad de Nueva York sentenció que la muerte había sido por homicidio, encontrando que la policía la había asustado hasta llevarla a la muerte por sus acciones. ¡Hay demasiadas casas EQUIVOCADAS! ¡Esto no tiene que suceder)!
12. Ningún anuncio que amplia o romantiza el consumo de la droga (El narcotraficante local ya no es un modelo a imitar para los jóvenes que tratan de salir de la pobreza en los barrios bajos de nuestras ciudades).
13. ¡Nadie solicitará otro a drogadicto por cualquier razón! (Por qué tendrían que hacerlo. No hay dinero que ganar haciendo eso. De hecho con este modelo la única manera de ganar algo de la cultura de la droga sería como un trabajador social que trata de ayudar drogadictos a dejar sus adicciones).
14. Y ningún terrorista ganarán dinero por las ventas de droga ilícita. En el 1997, diez kilogramos de plutonio de grado de reactor (suficiente para crear una bomba atómica) fueron valorado en 56.000 dólares. Si el plutonio se vende en el mercado subterráneo con una marca del mil por ciento hacia arriba, diez kilogramos costarían 560.000 dólares. En caso de que usted esté pensando, «en este momento, comienza a ser valorado fuera del rango del terrorista promedio,» piense otra vez. El «terrorista promedio» gana su vida vendiendo drogas ilegales. La heroína, que al principio de la guerra contra las drogas en 1970 estaba valorado en 400.000 dólares por kilogramo, se valora a 70.000 dólares por kilogramo hoy, a pesar de la inmensa caída en el precio causada por el exceso del suministro creado por 37 años de una guerra fallida contra las drogas. Eso significa que el «terrorista promedio» tendría que vender casi ocho kilogramos de heroína pura por cada diez kilogramos de armas de plutonio puro que desea comprar. Eso no es el mayor problema para el terrorista, siempre que continúe la política de la prohibición de la droga. Pero si termináramos con esa ley terrible mañana y creáramos un sistema de regulación legalizada de todas las drogas, al día siguiente ningún terrorista en el mundo ganaría ni un centavo por la venta de droga.
Cuarto paso: Tome una porción de esos 69 miles de millones de dólares que guardamos cada año gracias a la terminación de la prohibición de la droga y redirecciónelo de dos maneras. Primero, para crear programas que ofrecen esperanza para el futuro. En los más de 35 años que he trabajado en este campo he encontrado que las personas adictas tienden a tener una cosa en común — tienen muy poca o absolutamente ninguna esperanza para el futuro. Déles esperanza y la inmensa mayoría dejará sus adicciones de lado.
El consumo de droga por soldados de EE.UU. durante y después de que la Guerra de Vietnam refuerza esta teoría. Muchos (quizás la mayoría) soldados de EE.UU. consumían marihuana durante la primera parte de la Guerra de Vietnam porque ellos habían sido colocados en una situación insostenible— una en donde la esperanza de un futuro en el que siguieran vivos era básicamente inexistente. Cuando el Presidente Nixon se enteró del consumo de la marihuana, quedó preocupado por el mensaje que eso mandaría así que comenzó un programa muy fuerte para localizar a los consumidores de drogas y forzarles a dejarlo. El programa fue bastante exitoso porque el olor de marihuana era fácil de detectar, sin embargo la política trajo unos efectos secundarios involuntarios terribles — la mayor parte de las tropas de EE.UU. simplemente se cambiaron a una droga más barata y más fácil de esconder: heroína de grado #4, que estuvo disponible en todas partes del país. Esa heroína era tan potente que la podían fumar mezclándola con cigarrillos o metiendo palillos de dientes en una solución líquida para mascar la droga. Los usuarios, entonces, andaban tranquilamente por las calles con una dosis inmensa de heroína en la lengua. Un gran número de soldados fueron así expuestos al uso regular de la heroína durante un período largo. Al final de sus tours cuando los soldados esperaban volver a Estados Unidos, sus jefes les dijeron que no podrían salir hasta que pasaran el examen de orina limpia. ¡Y quieren hablar de un programa de estímulo! Así que todos se limpiaron y volvieron a casa. Algunos años después, los medios de comunicación de EE.UU. se lamentaban de los muchos soldados que se hicieron adictos a la heroína en Vietnam y de su adicción después de terminar su servicio. Realmente, sólo alrededor del 5 por ciento de los soldados que eran consumidores regulares de heroína en Vietnam volvió a la droga una vez que estaban de nuevo en los EEUU. — Y la mayor parte de los que volvieron a la heroína probablemente experimentaron poca esperanza para su futuro aquí, exactamente como se sentían en Vietnam.
La esperanza es esencial si queremos bajar la incidencia de la toxicomanía. La esperanza entra a modo de rehabilitación disponible en los centros que ofrecen una salida de las adicciones. Dos tercios de las personas adictas a las drogas duras que nos vienen nos mendigan para ayuda y encuentran que no hay espacio en los centros de rehabilitación. Debido a la actitud de «tolerancia cero» fomentada por la prohibición, los jueces les dan a los jóvenes que son pillados fumando un cigarrillo de marihuana durante el viernes por la noche la elección de ir a la rehabilitación o de ir a la cárcel. ¿Qué opción escogería usted? La rehabilitación para alguien fumando un cigarrillo de marihuana es mucho menos necesaria o razonable que sugerir que yo necesite rehabilitación porque beberé a un Jack Daniels después de que termine de escribir este discurso esta noche. Pero porque los tribunales inundan innecesariamente los centros de rehabilitación con fumadores de marihuana, esos adictos a las drogas duras continúan mendigando por su espacio en el centro de rehabilitación. Gastamos tanto dinero en encerrarles a los adictos que no nos queda bastante para ayudarles a acabar con sus adicciones.
La esperanza también puede volar utilizando las alas de los mínimos garantizados. En vez de crear más sentencias de mínimos obligatorios, ¿qué sucedería si gastáramos ese dinero guardado para crear la educación mínima y obligatoria para todos, asistencia médica mínima y obligatoria; alojamiento decente; los trabajos para todos los que quisieran trabajar; en vez de pensar en salarios mínimos qué tal crear los sueldos obligatorios mínimos para vivir para todos. ¿Puede imaginarse usted cuántos menos adictos tendríamos en nuestra sociedad? Somos el país más rico del mundo y tomamos una decisión muy específica para gastar todos los años 69 mil millones de dólares para destruir las vidas antes que ayudar a las personas a sanar su vida — escogemos enajenar en vez del mejorar. Demos a los drogadictos la esperanza de futuro y ellos tendrán menos necesidad de consumir drogas; menos necesidad de consumir drogas significa menos drogadictos. ¿Y no es reducir la tasa de la toxicomanía la razón por la que nosotros nos inventamos la guerra contra las drogas?
La última mitad del cuarto paso se dedica a redireccionar la otra parte de esos miles de millones de dólares ahorrados a programas que ofrecen la educación verdadera sobre las drogas. Yo no hablo de la política fallida de educación de D. A. R. E, sino a los programas verdaderos que dicen la verdad sobre las drogas. ¿Funciona la educación de la droga? ¡Sin duda! Otra vez, tenemos un ejemplo perfecto de una política que funcionó. En 1965, el 42 por ciento de la población adulta de EE.UU. fumaba tabaco, la droga más mortal y adictiva conocida por los humanos. El tabaco mata a 435.000 personas en Estados Unidos todos los años, mientras el consumo de todas las drogas ilícitas y el mal uso de todos los fármacos combinados matan acerca de 17.000 por año. Tendemos a postergar un poco en los EEUU y así no enfadarnos realmente por todas las muertes de tabaco hasta el final de la década de los ochenta. Entonces decidimos que íbamos a hacer algo para bajar la tasa de mortalidad. Pero no comenzamos una guerra contra el tabaco. No comenzamos a arrestar a los consumidores. Comenzamos un programa muy fuerte de la educación sobre la droga enfocado en bajar el uso del tabaco. Funcionó. Hacia 1998 sólo el 24 por ciento de la población adulta de los EE.UU. fumaba esa droga de las más peligrosas y el porcentaje no deja caer todos los años. Tomamos el peor problema de la droga conocido en Estados Unidos y casi lo cortamos a la mitad por la educación. Ahora, lo que nosotros en LEAP queremos aclararles es que nosotros no tuvimos que enviar a una persona a prisión a forzarle a trabajar; no tuvimos que destruir ni una sola vida para lograr nuestro objetivo. Hay mejores maneras de bajar la incidencia de la muerte, de la enfermedad, del crimen, y de la adicción que esta política fallida de guerra contra las drogas.
Quizás debemos escuchar a algunos de nuestros grandes pensadores de los Estados Unidos mientras hablamos de la política de la droga en los EE.UU. Albert Einstein dijo lo siguiente sobre la prohibición:
“El prestigio de gobierno ha bajado considerablemente, indudablemente por la ley de Prohibición. Nada es más destructivo del respeto para el gobierno y la ley vigente que pasar las leyes que no pueden ser impuestas. Es un secreto a voces que el aumento peligroso del crimen en este país está conectado íntimamente con esa idea». Albert Einstein, 1921
Albert Einstein 1921: Hablando de nuestra prohibición — No. Einstein hablaba de la prohibición que nuestras abuelas y abuelos tuvieron el buen sentido de eliminar en 1933: la prohibición del alcohol.
Hay una diferencia pequeña entre la prohibición de alcohol y prohibición de la droga pero la diferencia que existe hizo las cosas mejores bajo la prohibición de alcohol. Por ejemplo con la prohibición de alcohol no deteníamos a los consumidores, sólo a los vendedores y distribuidores. El impulso de detener drogadictos llegó con la Administración de Reagan. Así que ahora, imponemos una política que dice que tenemos que detener a nuestros niños para guardarlos y protegerlos.
¿Cuándo aprenderemos?
El Ciudadano
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