La Copa del Mundo de la FIFA Corea del Sur-Japón 2002 fue pionera -por así decirlo- en muchas cosas: fue el primer mundial organizado por dos países, el primero en realizarse fuera de Europa y América, el primero del siglo XXI, el primero del tercer milenio, el primero de Asia y también la primera vez que los jugadores salieron a la cancha tomados de las manos con niños y niñas.
Ese mundial fue la edición número 27 del evento y mantuvo el foco de los espectadores entre el 31 de mayo y el 30 de junio de 2002, sobre todo el tierno gesto de ver a niños y niñas al lado de los jugadores más destacados del planeta e incluso las estrellas más afamadas de este deporte.
Pero, ¿cómo surgió esta idea? y ¿por qué aún se mantiene? Sin ser o no amante del fútbol, seguramente muchas personas ya ven con normalidad que cuando los jugadores de ambos equipos van a salir a la cancha, salen acompañados por niños que se ven notablemente emocionados de conocer a sus ídolos que tanto ven por televisión.
La idea de que los pequeños salieran a la cancha junto a los jugadores, ya prácticamente institucionalizada como un protocolo previo a los partidos, surgió por iniciativa de la FIFA y Unicef, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.
Se trató de una campaña llamada Say Yes for Children (Di sí por los niños), que tenía como propósito mejorar y proteger la vida de los niños en el mundo y demostrar que el fútbol puede marcar una diferencia en ellas.
Entonces, FIFA y Unicef acordaron involucrar en cada juego y actividad a los jovencitos, quienes llevaban a los jugadores al campo vistiendo las camisetas de ambos organismos, con la leyenda de la campaña.
Sin embargo, algunas teorías hablan de otros motivos detrás de esta curiosa costumbre: hay quienes dicen que es una manera de evitar que la gente arroje cosas al campo de juego e, incluso, se habla de que los niños en los partidos son una manera de incentivar el juego limpio, esto por la inocencia y pureza que ellos representan.
No obstante, esta tradición no escrita no sólo ha tocado a los niños. En 2016, el club sueco AIK Solna quiso dar un mensaje más integrador y decir que el fútbol es para todas las edades, razón por la que sus jugadores entraron a la cancha acompañados de personas de la tercera edad.
En general, son asociaciones sin fines de lucro y otras empresas las que se encargan, en su mayoría a través de concursos, de seleccionar a los niños que acompañan a los jugadores. Pero, en los últimos tiempos se ha evidenciado que los propios equipos hacen esto para sacar jugosas ganancias y cobrar dinero a padres y representantes, para que sus hijos tengan el privilegio de estar al lado de sus jugadores.
De esa manera se llega al reciente escándalo que ensombrece al fútbol en la Premier League inglesa, donde llevar niños a las canchas ya no es motivo de enviar un mensaje positivo sino de sostener un negocio millonario.
Usan a los niños y desvirtuan su propósito
La imagen entrañable de esos niños que acompañan a sus ídolos futbolísticos, desde el túnel de los vestuarios hasta el terreno de juego, cotiza muy alto en la Premier League. Hasta el punto de que algunos clubes pueden llegar a cobrar a los padres hasta 700 libras (829 euros).
Esta situación la sacó a relucir una investigación del Daily Telegraph que ha arrastrado hacia el escándalo a la liga más rica del mundo.
Esa práctica, muy extendida entre los equipos, aunque no unánime, habría supuesto un ingreso total para los implicados de alrededor de medio millón de libras en la última temporada.
Aparecer en el campo con los jugadores “se ha convertido en un privilegio de los adinerados y radicalmente contrario a las raíces de clase trabajadora del juego”, criticó el nuevo presidente del comité parlamentario sobre el Deporte, Julian Knight, en su presión a los clubes para que rebajen el precio a las familias más modestas.
La denuncia de este y otros diputados británicos se suma a la que desde hace meses, pero sin apenas eco ni consecuencias, viene emitiéndose desde la asociación de seguidores Football Supporters Association (FSA).
El estudio del Telegraph apunta a 13 clubes de la Premier que ofertan en sus páginas web unos “paquetes” que incluyen, además del acceso del pequeño de la mano de un futbolista, una equipación completa y otras atenciones para su familia.
A razón de 500 libras (592 euros) en los casos del Norwich City y el Aston Villa, o de 650 libras (770 euros), IVA aparte, en el del Nottingham Forest por un pase platino en los partidos más destacados de la temporada.
El programa más caro es el del West Ham, que llega a pedir 700 libras en los encuentros etiquetados como de categoría A. Más ambiguo es el territorio por el que transitan clubes como el Tottenham, que también rifa algunas plazas gratuitas entre sus seguidores más jóvenes.
En contraste, los principales equipos que lideran la liga —y algunos más, hasta sumar siete— no se han apuntado a esa práctica que convierte el fenómeno de los niños-escolta en una mera transacción comercial.
En su caso, los pequeños que anhelen desembarcar en el campo solo podrán ver cumplido su sueño si resultan afortunados en los sorteos que Arsenal, Chelsea, Liverpool, Manchester United, Manchester City, Newcastle y Southampton organizan entre sus socios.
“Si el Southampton puede hacerlo gratis, no entiendo por qué otros no pueden hacerlo también”, recalcó Knight, quien acotó que tampoco es valido el argumento de que lo recaudado por los equipos que facturan por los niños suele destinarse a varias ONG vinculadas.
“Resulta irónico que mientras ese dinero se dona a obra social en las comunidades más desfavorecidas, las principales víctimas del negocio [de los niños que acompañan] son precisamente las familias de esos barrios”, recalcó el presidente de la federación, Malcom Clarke.
La respuesta del West Ham, principal foco de la denuncia del Telegraph por sus lucrativos ingresos a cuenta de estos niños, es que a partir de la próxima temporada reservará tres plazas gratuitas por partido en esa modalidad.
Esta respuesta es considerada como «muy pobre» por la vicepresidenta del grupo de seguidores júnior, Amilah Dobson, quien lleva todo un año insistiendo a la presidencia del club sobre la necesidad de rebajar esos precios que considera abusivos y que, en muchos casos, superan al de las entradas más caras para ver un partido.
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