Rescate de Chipre mostró la profundidad de la crisis en la eurozona

El trimestre finalizó con una nueva crisis en la eurozona, que se enfrentó con un quinto rescate acordado por la cada vez más cuestionada troika (Comisión Europea, FMI y Banco Central Europeo)

Rescate de Chipre mostró la profundidad de la crisis en la eurozona

Autor: Director

El trimestre finalizó con una nueva crisis en la eurozona, que se enfrentó con un quinto rescate acordado por la cada vez más cuestionada troika (Comisión Europea, FMI y Banco Central Europeo).  Esta vez de Chipre.  Todo indica que no será la última.  Se sostiene que la próxima víctima sería Eslovaquia.  El desarrollo de los acontecimientos mostraron una profusión de errores de Bruselas.  Primero al acordar gravar depósitos inferiores a los 100.000 euros, cuando sus propias normativas garantizan su inviolabilidad.  Decisión rechazada rotundamente por el parlamento chipriota.  Después al sostener el presidente del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem, que el esquema usado en Chipre podría emplearse en otros países, lo cual conduce a estimular la inestabilidad mientras no se generen mecanismos que conduzcan a una regulación bancaria.  La sucesión de situaciones críticas tiene como telón de fondo las políticas de austeridad fiscal  que mantienen a la región  en recesión  y un sistema monetario lleno de vacíos y diseñado al margen de políticas fiscales comunitarias decididas con participación ciudadana.

 

 El quinto rescate de la eurozona, el de Chipre, en vez de contribuir a mejorar el cuadro global condujo a una semana de terror y a generar nuevas fuentes de incertidumbre.  La historia comenzó a escribirse con un error garrafal del Eurogrupo y el gobierno de Nicosia al pasar a llevar sus propios acuerdos y “dispararse  a los pies”, al decir de Pedro Videla, director del Departamento de Economía del IESE Business School de la Universidad de Navarra, al establecer un impuesto a los depósitos  superiores a 100.000 euros en los bancos chipriotas de 9,9% y de 6,75% a los menores de esa cantidad –que contaban con garantías de la propia eurozona- con el propósito de reunir 5.800 millones de euros a utilizar en el rescate para unirse a un financiamiento de 10.000 millones de euros decidido por Bruselas.

Una decisión tan errada constituyó para las autoridades de Nicosia, como señaló el economista principal de Financial Times Martin Wolf, “un esfuerzo desesperado por preservar su modelo de banca offshore (…).  Como era de esperar –añadió-, esta idea no cayó bien ni en Chipre ni en el resto de la eurozona” (27/03/13).  ¿Por qué, entonces, se adoptó?  Gravar recursos en poder del desproporcionado sistema bancario chipriota ya estaba decidido antes de la noche del 22 de marzo cuando se reunieron en Bruselas los ministros de Finanzas de la eurozona, con la activa participación del FMI, representada por su directora gerente, Christine Lagarde, y el Banco Central Europeo por Jörg Asmussen, miembro de su consejo y exasesor de Angela Merkel, ya que Mario Draghi en ese momento se hizo a un lado, expresando así en los hechos sus diferencias con las decisiones a adoptar impulsadas, ante todo, por el FMI y Alemania.

“Muchos insisten – comentó Martin Wolf- en que cualquier impuesto sobre los depósitos es un robo.  Esto no tiene sentido. Los bancos –argumentó-  no son  bóvedas.   Es inconcebible que la banca, un negocio financiero de toma de riesgos, pueda operar sin la exposición a pérdida de, por lo menos, algunas clases de prestamistas. La cuestión, entonces, no es sobre el principio de que los prestamistas puedan sufrir pérdidas, sino sobre cuáles de ellos deberían y en que medidas. Sin rescate ni protección plena de los depósitos de menos de 100.000 euros, el impuesto al resto subiría mucho más. ¡Injusto! No” (20/03/13).

La economía chipriota es pequeña.  En consecuencia enfrentar su problemática podría haber sido un hecho de impacto global  menor. Dentro de la eurozona equivale apenas a un 0,2% del producto regional. Su PIB anual es de 18.000 millones de euros.  Pero, su sistema bancario fuertemente concentrado, poseía depósitos gigantescos para la magnitud de su economía; equivalentes a cuatro veces el producto. Sin duda que existía una gran cantidad de recursos especulativos, en un alto porcentaje de origen ruso. Pero, no solo de esa nacionalidad. Eran atraídos por los altos intereses que se le cancelaban, hasta un 10% a los fondos de origen extranjeros y tributos bajos,  fenómenos muy similares a los que condujeron a la crisis de Islandia.

Antes de que estallase la crisis las cifras hablaban de depósitos ascendentes a 72.000 millones de euros, cuatro veces el PIB.  De ellos, un 40% pertenecían a extranjeros, ante todo rusos, y aproximadamente un 30% estaban en cuentas que superaban el medio millón de euros.  La prensa chipriota informó que antes de imponerse el corralito se produjo una gran fuga de fondos, tanto de extranjeros como de nacionales.

¿Qué hizo posible este gigantesco monstruo bancario, cuyo desarrollo viene desde antes de la incorporación de Chipre a la eurozona en 2008?  “Porque  el país –resumió Paul Krugman- es un paraíso fiscal en el que las corporaciones y los extranjeros acaudalados ponen su dinero a buen recaudo.  Oficialmente, el 37% de los depósitos en los bancos chipriotas –añadió- proceden de no residentes; la cifra verdadera una vez  que se contabiliza a los expatriados ricos y a las personas que son residentes de Chipre solo de nombre, seguramente es mucho más elevada.  Básicamente, Chipre es un lugar –recalcó- en el que la gente, sobre todo, pero no solo, los rusos, oculta su riqueza tanto a los recaudadores de impuestos como a los reguladores.  Independientemente del lustre que queramos darle, es básicamente una cuestión de blanqueo de dinero sobre el papel (…).  Chipre se convirtió en un enorme inversor en Rusia, mucho mayor que Alemania, cuya economía es ciento de veces mayor” (24/03/13).  El porcentaje de Chipre en la inversión extranjera en Rusia es de un 21,2% del total, US$76.700 millones.

El crecimiento sin control del sistema bancario chipriota presenta similitudes con los de Islandia e Irlanda, con el agregado de constituir un lugar privilegiado de blanqueo de dinero.  Los bancos islandeses en su momento de mayor expansión contaron con activos que equivalían al 980% de su producto, en Irlanda llegó a 440%.   Islandia enfrentó  la crisis en mejores condiciones al contar con su propia moneda y luego porque se estableció que los bancos no pagasen sus compromisos con el exterior.

En un paraíso fiscal siempre existen poderosos capitales especulativos. Los sectores más recalcitrantes detrás de la resolución sostuvieron que sus contribuyentes no pueden financiar a  la ”mafia rusa”.  En el trasfondo están las próximas elecciones alemanas, que incide poderosamente en el manejo y la falta de manejo en que se debate la eurozona. En la actual coyuntura Angela Merkel y el Bundesbank actúan en la misma dirección,  a diferencia del pasado reciente. Eso es algo nuevo.  El banco central germano se ha pronunciado constantemente por las posiciones más ortodoxas.

Cuando el presidente chipriota, Nikos Anastasiadis, designado en el cargo solo tres semanas antes, ingresó a la reunión ministerial del 22 de marzo se encontró ante una decisión ya acordada de gravar los depósitos.  Como pasó a ser  en la eurozona usual los acuerdos más  trascendentes se resuelven en un círculo cerrado.  Intentando salvar el deformado sistema bancario existente en la isla y  a los grandes intereses presentes en él  Anastasiadis se pronunció porque se gravase a todos los depositantes.   La reunión  hizo suyo esta idea, aprobando que se afectase a los que tenían más de cien mil euros en depósitos como a los que se encontraban por debajo de ese monto.  El Eurogrupo dejó de lado así sus propias resoluciones.  La garantía hasta los cien mil euros es un acuerdo comunitario al que se llegó para evitar la fuga de capitales, los llamados “vuelos hacia la seguridad”.  La decisión fue adoptada el 7 de octubre de 2008, al iniciarse la crisis financiera global, estableciendo primero una garantía a los depósitos de hasta 50.000 euros, elevándolo el 11 de marzo de 2009 a 100.000 euros.  Durante 2010 los diferentes  miembros de la eurozona lo incorporaron a sus respectivas legislaciones.  La decisión fue adoptada, por tanto, colectivamente.  Sin embargo, cuando los ministros de Finanzas decidieron violar esta disposición en Chipre ninguno de los países miembros expresó su desaprobación.

Se aseguró que el gravamen a los depósitos era una medida excepcional debido a las particularidades de la isla.  En 2011, cuando se impuso el recorte en las acreencias privadas a Atenas,  también se presentó como una medida excepcional.  Esta decisión fue un golpe muy fuerte para los bancos chipriotas. Con la reestructuración de la deuda helénica “los bancos chipriotas perdieron 50.200 millones de euros”, calcula Andreas Parasjos, director del semanario Kathimeriai (01/04/13). Por esto, Nicosia a mediados de 2012 solicitó a Bruselas el rescate, en un año que su economía se contrajo un 2,3%.

La propuesta presentada al parlamento  tratando inútilmente de hacerla más presentable se efectuó liberando del gravamen a quienes tenían ahorros inferiores a 20.000 euros. Sin embargo, el rechazo fue abrumador, nadie sufragó a favor de establecer los impuestos, incluso los parlamentarios del gobernante partido de derecha se abstuvieron. Los 36 restantes votaron en contra.  El discurso de Anastasiadis fue plantear la disyuntiva entre aprobar lo acordado en Bruselas o el desastre. Las críticas de la oposición a la propuesta fueron generalizadas. El presidente del Parlamento, el socialdemócrata Yiannakis Omiron las calificó de “atraco a la propiedad privada, contra toda noción de derecho”. Rechazando que Chipre vuelva a ser “un país de soberanía limitada, un Estado neocolonial” (20/03/13).

La no aprobación fue un acontecimiento sin precedentes desde el inicio de la crisis regional. Siempre Bruselas en los parlamentos había logrado imponer sus condiciones con el respaldo obviamente de fuerzas interiores, aunque ellas constituían cargas extraordinariamente gravosas a la población.  El curso de los acontecimientos “es la constatación –comentó en ese momento Paul De Grawe – de que el euro está en manos de aficionados que apenas entienden lo que significa una unión monetaria.  Es un desastre.  Por que además la decisión está contaminada por ese calvinismo que presume de virtud en el Norte, sobre todo en Alemania, y quiere un castigo ejemplar para el sur corrompido.  Y así no se puede gestionar crisis” (24/03/13).

La semana siguiente al rechazo por el parlamento transcurrió sin que se concordasen alternativas.  El Eurogrupo insistió en su posición, traspasándole a Nicosia proponer un plan dentro de esos parámetros.  “El Eurogrupo –señaló en un comunicado- está  dispuesto a dialogar con las autoridades chipriotas un nuevo proyecto de propuesta, que se espera que las autoridades de Chipre presenten lo más rápidamente  posible.  Después de la celebración de dichas negociaciones, las autoridades de Chipre deberán comenzar a legislar los elemento de tal acuerdo” (23/03/13).  Fue una exigencia perentoria que se actuase de acuerdo a lo sancionado por Bruselas.  Simultáneamente, el BCE  presionaba por el acuerdo,  amenazando  que de no suscribirse le llevaría a cortar todas las líneas de liquidez a los bancos chipriotas.  Lo único nuevo, después del incalificable error cometido, fue reconocer que no se podían gravar los depósitos inferiores a 100.000 euros.

“No hay muchas alternativas –recalcó el presidente del Eurogrupo- (…) además de aplicar un gravamen más progresivo a los depósitos cuyos propietarios no son ahorradores, sino mayoritariamente inversores” (22/03/13).  Ello conducía a gravar los recursos de origen ruso.  “Antes –declaró Andréi Klepach, viceministro de Desarrollo Económico de Rusia- el capital evadido iba rumbo a Chipre, ahora irá en dirección a algún otro sitio.  Otra cosa es que a través de Chipre venían las inversiones a Rusia, las cuales tomarán otra ruta “(22/03/13).  Los flujos de fondos rusos principalmente hacia y también desde Chipre no fue un hecho nuevo, se produjo desde antes del ingreso del país a la UE, el año 2004, y de la adopción del euro en 2008.

Una semana después del rechazo parlamentario, el Gobierno chipriota aceptó llegar a un acuerdo con la troika, participando ahora los máximos directivos del FMI y el BCE, refrendado por la Comisión Europea (CE).  “(…) ante la opción  de abandonar el euro o aceptar las estrictas condiciones de Alemania –constató The Wall Street Journal-, el gobierno finalmente cedió”.  Aceptado el rescate, el ministro de Finanzas germano, Wolfang Schäuble se felicitó: “Hemos conseguido lo que siempre pensamos que era lo adecuado” (29/03/13).  En las encuestas de opinión pública efectuadas en Alemania, como la realizada en la cadena ARD, el 59% de la muestra opinó que Angela Merkel   actuó de manera acertada frente a la crisis.  Sin embargo, Der Spiegel se preguntó: “Chipre está salvado, Alemania se impuso.  Pero, ¿a qué precio?”.  Aludiendo al historiador británico Brendan Simms constató una “ola de germanofobia” europea ante las “profundas heridas en la eurozona” generadas por la negociación del rescate.

Se concordó en la reestructuración de la mayor institución financiera de la isla, el Banco de Chipre, que es mayoritariamente de capital público, el cierre de la segunda, el Banco Popular de Chipre, y fuertes disminución en los haberes de sus accionistas y de depositantes con montos superiores a los cien mil euros.  En el Banco de Chipre, un 37,5% de sus haberes se convertirán en acciones y otro 22,5% será “congelado” durante tres meses luego de los cuales se definirá su suerte.  La devolución del 40% restante dependerá de la evolución financiera de la institución. Estableciendo además  duras condiciones a su población en la misma dirección a los rescates anteriores, a un país hundido en una recesión que va camino a transformarse al igual que Grecia en depresión.  Se buscó así impedir la salida del país de la eurozona e intentar detener su contagio en la región.  Los bancos reabrieron con controles a los movimientos de recursos, en especial a los giros hacia el exterior, que afectaron a todas las cuentas, pagos y transferencias, independientemente de la divisa que se emplee, con la excepción del Banco Central y el Estado.  El ministro de exteriores, Yannis  Kasulidis, estima que estos controles pueden prolongarse durante un mes.

El Banco Popular de Chipre, conocido con el apelativo de Laiki,  se dividirá en un banco bueno, con depósitos inferiores a los cien mil euros, y otro malo que recibirá todos los demás.  El primero pasará al control del Banco de Chipre y el malo generaría recursos estimados en 4.200 millones de euros.  El plan contempla –como en los anteriores rescates- reducir la deuda pública, en este caso a un 100% del PIB al año 2020 y  privatizaciones.  Se calcula que las medidas internas generarán 7.000 millones de euros, que se sumarán a los 10.000 millones de Bruselas y probablemente otros 1.000 millones a aportar por el FMI.

“Asumí un Estado en banca rota –manifestó Anastasiadis en un congreso de sindicatos de la función pública-  y ahora lo que toca es aplicar reformas difíciles” para disminuir el gasto público.  “No tenemos –añadió- ninguna intención de salirnos del euro”.  El presidente del Parlamento, Yannis Omiru, interviniendo en el mismo congreso se pronunció  también a favor  de la viabilidad del país dentro de la eurozona, pero no a cualquier precio.  “Me pregunto –señaló- lo correcto es aceptar condiciones humillantes, rayanas en la esclavitud de los chipriotas y de Chipre, o sería mejor buscar soluciones alternativas” (30/03/13).  Mientras aquel demandaba efectuar un referéndum sobre la permanencia del país en el euro.

Los sucesos de Chipre confirman, si fuese necesario, el alto nivel de desgobierno que afecta a la CE.  “La combinación de un diagnóstico de la crisis erróneamente centrada en la deuda pública –escribió José Torreblanca- seguido de unas prescripciones articuladas en torno a la austeridad a ultranza y unos líderes europeos pegados a la arena electoral de cada país nos han llevado a un sistema de crisis permanente.  La acumulación de una serie  de desequilibrios tan tóxicos, junto con la falta de instrumentos para lidiar con la crisis, nos instala en una situación en que todos los problemas acaban adquiriendo carácter sistémico.  En España e Italia (…) es comprensible, pero que Grecia y hasta el minúsculo Chipre puedan desestabilizar toda la eurozona nos da la verdadera idea de la fragilidad del sistema (…)” (26/03/13).

La máxima autoridad del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, luego de alcanzarse la resolución con el gobierno chipriota, declaró con optimismo que se ponía “fin a la incertidumbre”, reconociendo que “fue muy difícil el camino que nos llevó hasta aquí” (25/03/13).  Pero al declarar poco después que la plantilla utilizada para enfrentar la situación de la banca chipriota puede ser utilizada en otros países, revivió inmediatamente la “incertidumbre”.  “Si hay algún riesgo para un banco, la primera pregunta debería ser –declaró a la agencia informativa Reuters-: ¿Qué van a  hacer al respecto los que están en el banco?  ¿Qué pueden hacer para recapitalizarlo?  Si el banco no puede hacerlo, entonces pediremos que contribuyan  los accionistas y los poseedores de bonos y, si es necesario, se lo pediremos también a los depositantes no asegurados.  Si queremos tener un sistema financiero sólido –añadió- la única forma es decir:  “miren ustedes corrieron riesgos, afróntelos (…)” (26/03/13). Sus palabras levantaron fuerte inquietud en otros países con dificultades.   Por ello poco después debió amortiguar su formulación reiterando que “Chipre es un caso específico con desafíos excepcionales (…)”.

Sin embargo, la forma de actuar en Chipre corresponde a una normativa en elaboración por la UE para enfrentar las crisis bancarias que se pensaba poner en vigencia desde el año 2018, con la posición favorable del BCE.  Este mecanismo está previsto eso sí  para funcionar con un conjunto de disposiciones que conducen a la unión bancaria (supervisor único, que sería el BCE, recapitalización directa de los bancos con cargo al mecanismo permanente de rescate, un fondo comunitario de garantía para los depósitos, entre otras), varias de ellas demoradas en implementarlas.  De haber existido mecanismos, señaló Wolfgang Münchau en Financial Times, de “una unión bancaria operativa que comprometa supervisión, resolución y seguro de depósitos (…) de seguro habría resuelto los problemas de los bancos chipriotas.  Pero –añadió- la eurozona carece de tal unión bancaria (…).  Alemania la rechaza de plano, bajo el argumento de que es demasiado cara para los contribuyentes alemanes.  Irónicamente, Chipre la habría rechazado también porque hubiera terminado con el modelo de negocios del país como paraíso fiscal (…)” (27/03/13).

Pero, los países más fuertes económicamente impusieron aplicarla unilateralmente en Chipre.  “Un portavoz del Ejecutivo alemán –informó El País-  confirmó (…) que esa es una línea de trabajo en la que insiste el equipo de la canciller Angela Merkel desde el año pasado” (17/03/13).  Los países triple A desean adelantarla al año 2015.  En otras palabras, los grandes bancos deben poder quebrar, posibilidad que se descartó en los países industrializados en los momentos más agudos de la crisis financiera global y, al contrario, de diferentes formas se fue en su ayuda, con la excepción de Lehman Brothers.  El esquema utilizado en Chipre corresponde a pensamientos muy arraigados en Alemania y Holanda (Dijsselbloem es holandés), pero que no se han utilizado en esos países, salvo para instituciones pequeñas.    En la quiebra pocos meses antes del banco holandés SNS, el BCE impidió que se le aplicasen estas normativas, al igual como aconteció con las cajas de ahorro españolas.  ¿Se actuaría igual si el banco a rescatar fuese, por ejemplo, el Deutsche Bank?  Sin duda que no.

El presidente español, el derechista Mariano Rajoy, y el jefe del Estado  galo, el socialista  Françoise Hollande, en una conferencia de prensa conjunta efectuada en París, insistieron que Chipre era un caso “único y excepcional”, recalcando que a su juicio la garantía a los depósitos en inviolable y debe irse lo más rápidamente posible a la unión bancaria, recapitalizando a los bancos a través del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE).  Rajoy explicitó que el acuerdo logrado para Chipre es bueno, pero constituye “un problema bancario diferente a todos los demás, es una decisión extraordinaria.  Debe quedar meridianamente claro –puntualizó- que la solución solo se aplicará a Chipre” (27/03/13).  El temor a que diese origen a una fuga de depósitos fue evidente.  Las  discrepancias al interior de la eurozona también se manifestaron en el seno del BCE.  El consejero francés, Benoit Croeure, afirmó que Dijsselbloem está “equivocado”.  Pero, simultáneamente un portavoz de la CE en proceso de discusión admitió que nuevos rescates podrían hacer necesario el aporte de los ahorrantes  de mayores recursos. En la propuesta de la CE en proceso  de discusión, detalló, “no se excluye que los depósitos de más de 100.000 euros puedan formar parte de los activos que contribuyan a un rescate” (27/03/13).

Chipre fue una demostración de carencia en coordinación y errores de políticas.  El temor a contagio se mantuvo vivo, el cual manifestó el premio Nobel Christopher Pissarides “no llegará de la recesión de Chipre, sino de las palabras del jefe del Eurogrupo.  Básicamente está diciendo que los depósitos de más de 100.000 euros no son seguros.  Ahora ya no hay razón para que la gente que tenga más de 100.000 euros en cuentas de Chipre, España o Italia las mantenga” (27/03/13).

 Por  su parte, alcanzado el acuerdo el BCE inmediatamente levantó su amenaza de suspender los fondos de emergencia, que proporcionan liquidez. “(…) el Consejo de Gobierno ha decidido –dio a conocer- aceptar la solicitud de provisión de la Asistencia de Liquidez de Emergencia presentada por el Banco Central de Chipre”.

 En Chipre, encuestas de opinión pública se manifestaron producido el acuerdo en un 66% por salir de la Unión Monetaria.  “Siempre he sido europeísta –expresó Christopher Pissarides-, pero lo cierto es que después de lo que está pasando empiezo a pensar que los euroescépticos británicos tienen razón en muchas cosas.  La eurozona es un club de iguales,  y uno de sus principios básicos es que sus miembros se respeten entre sí.  Esto no está siendo así en Chipre” (26/03/13).  La Iglesia Ortodoxa también expresó su crítica.  “El euro –dijo su líder espiritual, el arzobispo Jrisóstomos II-  no puede durar.  (…) con los cerebros que hay en Bruselas es evidente que no va a durar largo plazo y lo mejor es ir pensando en cómo escapar” (26/03/13). Por su parte, los comunista de Akel se pronunciaron por resistir a “las amenazas” de la troika, señalando que “el acuerdo no solo no ayuda a resolver los problemas (…) sino que agrava la crisis y traerá consecuencias muy dolorosas para el país y sus ciudadanos” (26/03/13).  Demandando que se diese a conocer los nombres de quienes antes de producirse el corralito bancario retiraron “de forma masiva” dinero del país, incluyendo a sus familiares.

Akel  gobernó Chipre desde 2008 hasta comienzos de 2013, lapso de expansión en el flujo de los fondos especulativos.  El periódico Ethnos denunció las connivencias entre la banca y la generalidad de los partidos políticos, con la sola excepción de los socialdemócratas y ecologistas, habiendo numerosos políticos y empresarios a quienes se les perdonó entre 2006 y 2012 la totalidad o parte de sus deudas o se les exigieron menos garantías que al resto de sus clientes.

La crisis no repercute  en Chipre, ni tampoco únicamente en la eurozona, tiene impactos globales. La desconfianza en la seguridad de los mecanismos bancarios se acentuó.  Los depositantes tendrán ante si la experiencia de lo sucedido.  Sufrió un duro golpe la teoría de las supuestas ventajas  del libre movimiento de capitales sin restricciones de ningún tipo. Fue la primera vez que se les afecta desde la creación de la UE.  Ya no solo a los contribuyentes, accionistas o poseedores de bonos soberanos.  Igualmente es la primera ocasión que en la UE se aplicó un “corralito”.

“Así, la eurozona –recalcó Martin Wolf- salta de una crisis a otra. (…) la estrategia de la austeridad competitiva no puede devolver la salud económica a la eurozona.  Garantiza una débil economía de la eurozona, así como crisis de deuda, banca y desempleo en las economías más débiles por un tiempo indefinido.  Al mismo tiempo –concluyó-, la voluntad para mantener la zona euro intacta es formidable.  Hay, por tanto, un choque entre una fuerza irresistible y un objeto inamovible.  El último capítulo no está ni por asomo cerca de escribirse”

 Por Hugo Fazio

El Ciudadano


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