Aproximadamente dos toneladas de tapas de botellas utiliza la abuela rusa Nina Krinitsina para convertir su casa de pueblo en una galería de arte al aire libre.
Bajo el lema “la basura de un hombre es el tesoro de otro”, Krinitsina ha creado desde 2013, sus obras maestras de mosaico, algunas con más de 1.000 tapas, decorando su casa en el pueblo de Makarye, a unos 850 kilómetros al este de Moscú.
La idea inicial pertenecía a su sobrino, quien ahora ayuda a la artista del pueblo a buscar diseños de cuadrícula en Internet.
Krinitsina dice que comenzó sus diseños usando guisantes, pero rápidamente cambió a un nuevo material, que fue fácil de encontrar y trabajar, reseñó la agencia Reuters.
«Si camino y veo una botella por ahí y tiene una tapa, entonces desenrosco la tapa y me la llevo», dijo riendo Krinitsina.
La artista aficionada recolecta materiales en un vertedero cercano y utiliza donaciones diarias de los vecinos para apoyar su pasatiempo.
Hasta ahora tiene más de treinta obras, en su mayoría inspiradas en cuentos de hadas rusos y dibujos animados clásicos soviéticos, clavadas en las paredes de su casa y en todo su jardín, y algunos de los diseños más grandes demoran hasta tres meses en completarse.
«Me tranquiliza. Calma mis nervios”, aseveró Krinitsina, y agregó que dedica su tiempo libre al pasatiempo que ya la ha convertido en una atracción turística local, con familias que traen a niños pequeños para maravillarse de sus creaciones.