Cuando comenzaron a surgir los primeros casos del coronavirus COVID-19, los medios de comunicación no dudaron en indicar que el brote se había originado en el mercado de animales de Huanan, ubicado en la ciudad china de Wuhan.
La interrogante de dónde, cuándo, cómo y por qué comenzó el virus que ataca en la actualidad no ha podido ser respondida con certeza. Sin embargo, investigaciones realizadas por científicos chinos y japoneses revelan que el virus no se originó en la nación asiática, sino en Estados Unidos, a miles de kilómetros de Wuhan.
Asimismo, dejan claro que el brote no provino del consumo de serpientes ni murciélagos, tal y como se apresuraron a reportar, sin pruebas, los principales medios de comunicación del mundo.
El COVID-19 no se originó en Wuhan
El estudio publicado en ChinaXiv, un sitio para publicaciones de investigadores y científicos, reveló que el COVID-19, se introdujo en el mercado de Wuhan y luego se extendió rápidamente, producto de la gran afluencia de público del mundo entero que frecuenta este lugar.
El informe plantea que el paciente cero transmitió el virus a los trabajadores o vendedores del mercado, que siempre está abarrotado de público, lo que facilitó la rápida transmisión del virus a los compradores, provocando una propagación más amplia a principios de diciembre de 2019.
“Este hallazgo fue resultado del análisis de los datos del genoma, las fuentes de infección y la ruta de propagación de las variaciones del nuevo coronavirus recolectado en China”, reseñó The Global Times.
Las autoridades médicas y agencias de inteligencia chinas realizaron una búsqueda rápida y amplia del origen del virus, recolectando cerca de 100 muestras del genoma en 12 países diferentes de cuatro continentes, identificando todas las variedades y mutaciones.
En la investigación, determinaron que el brote del virus había comenzado mucho antes, probablemente en noviembre.
La exhaustiva búsqueda explicaría por qué ha existido tanta dificultad para localizar e identificar al ‘paciente cero’.
En forma independiente, los investigadores chinos y los japoneses llegaron a la misma conclusión: el virus no comenzó en China, se introdujo allí desde el exterior.
«Aunque el COVID-19 se descubrió por primera vez en China, esto no significa que se originó en China. Puede haberse originado en otro lugar, en otro país», indicó el principal especialista chino en el sistema respiratorio, Zhong Nanshan.
¿Epicentro en Estados Unidos?
A mediados de febrero de 2020, la cadena de televisión japonesa Asahi afirmó que el coronavirus se originó en Estados Unidos, donde algunas, o muchas, de las 14.000 muertes atribuidas a la influenza pueden haber sido resultado del coronavirus.
La estación sugirió que el Gobierno norteamericano, incluso, pudo no haber comprendido la rapidez con que se había propagado el virus dentro de su territorio.
Para realizar esas afirmaciones Asahi presentó documentos científicos e informes que dejaron claro que la población no estaba al tanto de la causa de las muertes, porque EE.UU. no realizó la prueba o no dio a conocer los resultados.
La revelación de que el brote de COVID-19 pudo haber ocurrido primero en EE. UU. despertó un ola de comentarios, no solo en Japón sino también en China, convirtiéndose inmediatamente en un tema viral en redes sociales de ese país, especialmente desde octubre, cuando se celebraron los Juegos Mundiales Militares en Wuhan, y se considera ampliamente probable que el virus puede haberse transmitido en ese momento, de una fuente extranjera.
«Quizás delegados estadounidenses llevaron el coronavirus a Wuhan, luego se produjo una mutación en el virus, lo que lo hizo más mortal y contagioso, y causó un brote generalizado este año», reportó en esa oportunidad el diario People’s Daily.
Posteriormente, el 27 de febrero, Taiwán presentó en un noticiero una serie de diagramas de flujo en los que se sugirió que el coronavirus se originó en Estados Unidos.
En el programa se recordó que, en diciembre de 2019 se habían detectado en Estados Unidos 2.506 casos de una extraña neumonía, con un saldo de 54 muertes, cuya causa se atribuyó al uso de cigarrillos electrónicos.
Un destacado virólogo y farmacólogo taiwanés también ofreció detalles sobre los diversos haplotipos (variedades del virus) y la manera en se relacionan entre sí, dejando claro que uno debió haber llegado antes que otro y que un tipo deriva de otro.
Aclaró que el tipo que infectaba a Taiwán existía solo en Australia y Estados Unidos, y ya que Taiwán no contaba con masivas visitas de australianos, el virus podría haber venido solo del país norteamericano.
Explicó que la ubicación geográfica con la mayor diversidad de cepas de virus debe ser la fuente original, porque una sola cepa no puede emerger de la nada.
“Solamente Estados Unidos tiene las cinco cepas conocidas del virus (mientras que Wuhan y la mayoría de China tienen solo una, al igual que Taiwán y Corea del Sur, Tailandia y Vietnam, Singapur e Inglaterra, Bélgica y Alemania), algo que constituye una tesis que los haplotipos en otras naciones pueden haberse originado en Estados Unidos”, refirió The Global Times.
Ni Irán ni Italia, que eran los países con más casos de COVID-19 después de China, fueron incluidos en las pruebas anteriores, pero sus científicos han logrado descifrar el genoma obteniendo variedades diferentes a las de la nación asiática, lo que significa que el haplotipo no se originó allí, sino que necesariamente se introdujo desde otra fuente.
Fibrosis, muertes y coronavirus
El virólogo taiwanés recordó además que en Estados Unidos se registraron cientos de casos de una extraña «fibrosis pulmonar», que causó la muerte a cientos de personas debido a la incapacidad de los pacientes para respirar, y cuyas afecciones y síntomas no han podido explicarse.
El científico escribió artículos informando a las autoridades de salud de ese país que consideraran seriamente que esas muertes fueron resultado del coronavirus, aunque fueran atribuidas a los cigarrillos electrónicos, sin ahondar más en el tema.
Asimismo, el médico taiwanés declaró que el brote del virus comenzó antes de lo que reportaron los medios. «Debemos mirar a septiembre de 2019«, refiriéndose al caso de unos japoneses que viajaron a Hawai y regresaron a sus hogares infectados.
Estos turistas nunca habían estado en China y sus cuadros virales se generaron dos meses antes de las infecciones y justo después de que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés) y el laboratorio de armas biológicas de Fort Detrick cerraran de forma repentina, alegando que las instalaciones eran insuficientes para evitar la pérdida de patógenos.
Adicionalmente, el sitio web de noticias chino Huanqiu reseñó un caso en EE. UU. en el que los médicos le dijeron a un familiar de una mujer que había fallecido producto de una gripe, aunque el certificado de defunción señalaba al coronavirus como la causa de la muerte.
El 26 de febrero de 2020, la red de noticias KJCT8, afiliada a ABC News, recogió el testimonio de Almeta Stone, residente de Montrose, Colorado, quien expresó: «Ellos (el personal médico) nos informaron que se trataba de una gripe, pero cuando obtuve el certificado de defunción aparecía el coronavirus como la causa de muerte».
El coronavirus ha provocado (hasta noviembre de 2022) al menos 630 millones de casos en el mundo , por lo que para llegar a conclusiones más determinantes y definitivas sería necesario examinar muestras de virus de cada una de naciones en que ocurrieron tales incidencias, lo que permitiría determinar el verdadero origen del COVID-19, así como de sus fuentes y patrones de propagación.