El cometa 2I/Borisov, que el año pasado ingresó desde el espacio interestelar al Sistema Solar, posiblemente nunca podrá salir de él. Un grupo de astrónomos de Polonia detectaron a principios de mes, dos llamaradas en el objeto celeste que asociaron con explosiones en su núcleo.
A medida que se aleja del Sol, el cometa, descubierto por el astrónomo ruso Guennadi Borísov, fue visto arrojando material en dos eventos consecutivos registrados entre los días 4 y 5 y 8 y 9 de marzo, según una publicación en el sitio web The Astronomer’s Telegram.
En la primera ocasión, el objeto se hizo más luminoso en aproximadamente 0,3 magnitudes y en la otra en alrededor de 0,4 magnitudes, seguidas las dos llamaradas por un brillo casi constante. El aumento de brillo total registrado fue, por lo tanto, de aproximadamente 0,7 magnitudes en 5 días.
Ambos estallidos muestran que el cometa se está desintegrando, dedujeron los astrónomos de las universidades de Varsovia y Jagiellonian (Cracovia), que observaron el fenómeno en luz infrarroja a través del observatorio de Las Campanas, localizado en la región chilena de Atacama. «Este comportamiento es fuertemente indicativo de una fragmentación continua del núcleo«, señalan.
El fenómeno habría sido causado por el acercamiento del objeto celeste al Sol, explica un artículo publicado este domingo en Space.com. Como todos los cometas, el Borisov es un trozo de escombros helados, por lo que el calor al que se expuso al pasar cerca de nuestro astro provocó fuertes interacciones con ese hielo.
Su distancia mínima con respecto a la estrella (perihelio) fue alcanzada el 8 de diciembre pasado y apenas superó las 2 unidades astronómicas. Antes de esa aproximación, los astrónomos ya habían determinado que el 2I/Borisov no estaba orbitando al Sol, sino que se trataba del primer cometa interestelar conocido.
Cortesía de RT
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