Cannabis por pasta base: La novedosa política de drogas de la alcaldía de Bogotá

Las políticas del alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, están dando que hablar

Cannabis por pasta base: La novedosa política de drogas de la alcaldía de Bogotá

Autor: Mauricio Becerra

Las políticas del alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, están dando que hablar. La última es un plan piloto de reemplazo de consumo de pasta base (llamada bazuco en Colombia) a usuarios problemáticos con marihuana. Integrante del grupo de izquierda M-19 en su juventud y electo alcalde de la capital colombiana por el Movimiento Progresistas, logró reducir la tasa de homicidios, volver al patrimonio público el agua potable y la prohibición de las corridas de toros en la Plaza de toros de La Santamaría.

La alcaldía de Bogotá ha propuesto recientemente un plan piloto para explorar con adictos al bazuco el reemplazo de esta sustancia por la marihuana. El plan de sustitución se realizaría con 15 consumidores problemáticos del Bronx los cuales ya están recibiendo asistencia de salud en el CAMAD que funciona en ese sector de la ciudad. El tratamiento duraría aproximadamente ocho meses, después de los cuales se haría una evaluación de los resultados.

Las opciones de tratamiento para los usuarios dependientes de crack son limitadas, y por el sistema del tatamiento no se llega a una parte sustancial de la población dependiente. Algunos toxicólogos aducen que no hay ninguna evidencia científica que pruebe los beneficios del consumo de marihuana para reducir la adicción al bazuco. No es cierto. Sí existen antecedentes de estudios serios sobre el uso de la marihuana como sustituto del bazuco (crack), como el realizado en Brasil (publicado en 1999), Therapeutic use of Cannabis by Crack Addicts in Brazil. El estudio tuvo un periodo de nueve meses en el que los investigadores dieron seguimiento a 25 pacientes varones de entre 16 y 28 años fuertes adictos al crack. La mayoría de los participantes (17 individuos, 68% del grupo) dejó de consumir crack y reportaron que el uso de cannabis había reducido sus síntomas de ansiedad, y producido cambios subjetivos concretos en su comportamiento, lo cuales les ayudaron a superar la adicción al crack.

OTRO ESTUDIO

Otra investigación en este sentido es Crack Heads and Roots Daughters: The Therapeutic Use of Cannabis in Jamaica, un estudio etnográfico sobre mujeres y consumo de drogas en barrios de la ciudad de Kingston, Jamaica. El estudio mostró que el cannabis se usa comúnmente junto con el crack de cocaína para minimizar los efectos indeseables del fumado del crack con pipas, particularmente la paranoia y la pérdida de peso. De acuerdo con lo reportado por 33 mujeres que consumían en esos momentos o que habían consumido antes crack y que fueron seguidas durante nueve meses, se concluyó que los cigarrillos de marihuana (“porros”) constituyen la terapia más barata, eficaz y de fácil acceso para interrumpir el consumo de crack.

En palabras de una de las participantes: “El porro es mucho mejor para mí que el crack. Puedes comer y beber al mismo tiempo, porque la hierba te abre el apetito. Cuando se me pasa el efecto, me dan ganas de tomar un baño con agua fresca, y de dormir. Cuando fumas cannabis no sientes el ‘paro’, es una experiencia diferente”. El estudio concluyó que en vez de servir como puerta de entrada a drogas más peligrosas como el crack, el cannabis puede ser útil para la prevención y el tratamiento a la adicción al crack. Un grupo de 14 mujeres del mismo mencionado estudio logró abandonar exitosamente el crack, 13 de las cuales atribuyeron este éxito al uso de la marihuana.

MARIHUANA POR BAZUCO

Por otro lado, el plan ‘marihuana por bazuco’ de la Alcaldía de Bogotá se inscribe dentro de las acciones más amplias de la administración de la ciudad para enfrentar el problema de la criminalidad y ofrecer respuestas al consumidor problemático marginal. “Un típico adicto al bazuco gasta entre US$380 a US$550 al mes para mantenerse enganchado”, señala Julián Quintero de la Acción Técnica Social. Cifras que revelan hasta qué punto un adicto marginal es víctima de una lógica perversa de la que es imposible escapar por sus propios medios.

El médico Juan Daniel Gómez, experto en consumo de drogas y uno de los asesores del programa piloto en Bogotá, ha señalado recientemente en una entrevista en la prensa que además de los tradicionales métodos psicosociales, comunidades terapéuticas y grupos de autoayuda, es válido probar también con “atenuadores de síndrome de abstinencia”, como sería la marihuana en reemplazo del bazuco. Una vez más, no se trata de nada nuevo, “en Colombia a nivel de consultas particulares o instituciones privadas se han implementado este tipo de atenuadores. Los que más se utilizan son los antidepresivos. Pero se usan antiepilépticos, beta-bloqueadores, vacunas e incluso progesterona. En el exterior se utilizan sustancias como la dexanfetamina  o el metilfenidato (Ritalina ®), y han tenido éxito pues actúan sobre la mayoría de los receptores en el cerebro sobre los que actúan el bazuco y la cocaína”. El principal efecto que se puede obtener con la sustitución del bazuco con marihuana es la reducción del efecto ansiolítico. La marihuana es una sustancia que funciona para reducir el estrés y la ansiedad e incrementa la liberación de dopamina en el centro de la recompensa en el cerebro sobre el cual también actúan las llamadas drogas duras, añade.

Pero, como precisa también el asesor, este tipo de prácticas deben ser manejadas por expertos en el tema y en mitigación de riesgo y daño, y deben partir de la decisión individual de querer reducir el consumo. No tiene sentido hacer un debate entre los defensores de un modelo basado en la ideología y los modelos basados en la reducción del daño y la prevención del riesgo. Y dentro de estos últimos el doctor Gómez se inclina por el uso de “sustancias naturales producidas en Colombia y no con fármacos, sin renunciar al apoyo psicosocial, que es necesario”.

EL ESTADO TENDRÁ QUE DAR CANNABIS GRATIS

Esperemos que la Alcaldía de Bogotá cuente con el apoyo necesario para poner en práctica su proyecto de sustitución del bazuco por marihuana. Los 15 participantes del proyecto no tendrán nada que perder, al contrario, esto podría ser el comienzo del fin de su uso problematico. Si el piloto con el cannabis se aprueba y tiene éxito, eventualmente más adictos al bazuco podrían intentar la transición a la marihuana en ambientes seguros y controlados. Un estudio sobre los efectos del consumo controlado de marihuana por parte de adictos al bazuco es hoy más relevante que nunca dado que el consumo de esta sustancia se ha extendido por el continente, y es tema de suma atención en países como Brasil, Uruguay y Argentina por ejemplo que buscan resolver el problema del consumo de paco en sus ciudades.

Médicos asesores del Ministerio de Salud Pública del Uruguay están ya considerando la posibilidad de sistematizar el uso de marihuana para rehabilitar adictos a la pasta base con resultados positivos. La doctora Raquel Peyraube dijo saber específicamente que “cada cuatro a seis horas -en algunos casos muy graves con más frecuencia- tres a cuatro pitadas o secas de marihuana, los ayuda a regular y a mantenerse abstinentes de pasta base. Inclusive esto incide en la seguridad pública, porque la persona bajo el efecto de la marihuana no sale a robar, no violenta, no rompe la casa, está relajado”. Además, el presidente de la Suprema Corte de Justicia (SCJ) de Uruguay, Jorge Ruibal Pino, señaló que «el Estado tendría que dar la marihuana gratis» para ayudar a los consumidores problemáticos de pasta base «salir de su adicción».

En Brasil, el Consejo Nacional de Políticas de Drogas (Conselho Nacional de Políticas sobre Drogas – Conad), dependiente del Ministerio de Justicia, está también considerando la posibilidad de despenalizar la marihuana con fines médicos, en particular para el tratamiento de crack.

Decir, como han dicho algunos observadores en Colombia, que no hay experiencia en este tipo de tratamientos es inexacta y no ayuda en una búsqueda razonada de soluciones a un problema que ya se ha extendido demasiado en algunos barrios de Bogotá, que ya tiene al menos 7.000 consumidores «problemáticos».

Tom Blickman & Amira Armenta

Transnational Institute

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