La Piratería Inhumana y criminal del ¡sálvese el que pueda!

Por Pablo Jofre Leal

La Piratería Inhumana y criminal del ¡sálvese el que pueda!

Autor: Nelytza Lara

La pandemia del Covid-19 ha sacado a relucir, no sólo la nobleza y abnegación de aquellos que luchan contra esta enfermedad, que sacude los cimientos de nuestra civilización; sino también la conducta miserable de algunos gobiernos, que inmutables violan los derechos de millones de seres humanos.

Estos días, los medios de información, han detallado las acciones del gobierno estadounidense, principalmente, en materia de expoliar materiales sanitarios y equipamiento médico destinados a proveer de estos elementos a países como Alemania, Francia, Canadá entre otros. También se ha dado muestra abundante, de la decisión de Washington de seguir con la política de sanciones, embargos, bloqueo e incluso frenar el posible apoyo financiero del Fondo Monetario internacional (FMI) a países como Venezuela, Cuba, Siria y la República Islámica de Irán, con el objetivo de desestabilizar sus gobiernos y continuar con el objetivo estratégico de apoderarse de sus recursos y materias primas, tratando de reimponer una hegemonía, que ha perdido terreno en la última década. Y, finalmente cortar el apoyo financiero a la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Una conducta de piratería versión siglo XXI, que signa el tipo de pensamiento que anima a administraciones como la de Donald Trump, que no duda en pasar por encima del respeto al derecho internacional, incluso si sus víctimas son socios y aliados. El gobierno alemán, a través de su canciller Angela Merkel, por ejemplo, reaccionó indignado frente a la incautación de 200 mil mascarillas del tipo FFP2 compradas y pagadas a un proveedor estadounidense (pero fabricadas en China) en el aeropuerto de Bangkok, la capital de Tailandia. El Senador por Berlín Andreas Geisel no fue tan diplomático y acusó a Estados Unidos de cometer un claro acto de piratería “nuestro gobierno debería exigir que Estados Unidos respete las reglas internacionales, incluso en tiempos de crisis global, no debería haber métodos del “salvaje oeste”.

Francia, por su parte, otro aliado político, militar y económico de Estados Unidos, declaró, a través del Gobernador de la región de Provenza, Renaud Muselier que Washington, haciendo gala de su potencia económica y falta de escrúpulos, compró a un precio cuatro veces superior una carga de millones de mascarillas clínicas (en la pista del aeropuerto chino), que ya habían sido pagadas por el gobierno galo y que estaban a punto de despegar rumbo a la nación gala. París, para no ser menos en estos combates llevado a cabo por corsarios modernos, se apropió, un día después del hecho denunciado contra Estados Unidos, de un cargamento de 4 millones de mascarillas compradas por la empresa sueca Mölnlycke a China y que llegaron al puerto francés de Marsella, para ser destinadas a España e Italia. Posteriormente, las autoridades galas sólo permitieron la salida de la mitad de la carga, el 50% restante fue parte del botín de guerra.

La escalada de piratería no se quedó sólo en ganar el quien vive y expropiar cargas o pagar más por ellas en la losa misma de los aeropuertos. Washington a través de la llamada Ley de Defensa de la Producción, el día 3 de abril, definió con la multinacional 3M, que debía dejar de exportar mascarillas y otros equipamientos (incluyendo ventiladores mecánicos) tanto a Canadá como Latinoamérica. El primer ministro canadiense Justin Trudeau respondió duramente señalando que Canadá podría impedir que miles de profesionales sanitarios canadienses, que cada día cruzan la frontera para trabajar en hospitales estadounidenses en ciudades como Detroit, viajen a cumplir sus funciones si se interrumpe el comercio de productos como las mascarillas N95”.

Las acciones del gobierno de Trump, respecto a esta papel de piratería y política de sanciones contra algunos países, ha recibido severas críticas desde congresistas demócratas de su país, gobiernos aliados de la Unión Europea, organizaciones defensoras de derechos humanos, líderes cristianos y que se han intensificado frente a la denuncia del Diario Al Quds Al Arabi con circulación en Gran Bretaña, que en medio de la grave situación pandémica en Estados Unidos y la  severa escasez de equipos médicos vitales, Washington, en lugar de fortalecer su sistema sanitario, ha robado mascarillas a sus socios europeos para remitirlas a Israel. Un millón de mascarillas quirúrgicas ha sido enviada al Ejército Ocupante Sionista, para enfrentar el brote del nuevo coronavirus, denominado como COVID-19. “Mientras nuestro personal médico debería usar mascarillas usadas y hechas a mano, Trump regala un millón de mascarillas al ejército de Israel, para que pueda seguir con sus actos de ocupación”, denunció el viernes Ariel Gold, directora de la oenegé CODEPINK.

Prueba de lo sostenido “En las últimas semanas, hemos comprado y entregado a Israel decenas de miles de hisopos, máscaras, trajes protectores para el personal médico y más (…) Un millón de mascarillas, adquiridas en China, fueron trasladadas rápidamente (…) para que el ejército israelí las use en los próximos días”, confesó Limor Kolishevsky, jefe de la División de Compras y Logística de Nueva York. Un Israel afectado con 11 mil contagiados y 120 muertos y mientras continua, criminalmente, la ocupación y colonización de Palestina, afectando a su pueblo que está, no sólo bajo el peligro del virus Covid-19 sino también uno más más peligroso como es el Sion-48. Piratas y criminales se unen para seguir asesinando al pueblo palestino, como también al pueblo yemení, iraquí, afgano, sirio, en estas guerras que no se detienen a pesar d ela pandemia. Y, no lo harán pues el negocio de las armas es multimillonario.

Para medios de información internacionales “las empresas productoras chinas están dando prioridad a los compradores estadounidenses, que pagan más y al momento. Esto, sobre todo, porque Washington ha levantado restricciones, les ha dicho a las empresas que tengan o no tengan certificados que envíen sus productos. Por eso se producen la inmovilización de la salida de productos desde el aeropuerto de Beijing. Se está dando prioridad, sostiene productores de la ciudad de Guangzhou, a los compradores estadounidenses por una razón muy profana y pragmática: pagana al contado y tres a cuatro veces más que otros compradores de productos tales como mascarillas, termómetros infrarrojos y test de detección del covid-19”.

Para la República Islámica de Irán, uno de los países sometidos a una de las más crueles y criminales políticas de sanciones por parte de Estados Unidos – desde el momento mismo del triunfo de la revolución el año 1979 e intensificadas en los últimos 15 años – las acciones de Washington no son algo nuevo, es parte de su historial delictivo, de la forma de conducirse en sus relaciones internacionales. Irán asegura que las medidas de algunos países occidentales, en concreto Estados Unidos, ante el coronavirus es una muestra más de su carácter. “El brote del coronavirus mostró nuevamente a todo el mundo la cara antihumana y racista de los Gobiernos occidentales, especialmente Estados Unidos, y expuso que, ante los beneficios de sus capitalistas, incluso la vida de sus propios ciudadanos no vale nada” atendiendo con ello las constantes alusiones de Trump respecto a que es necesario no seguir dañando la economía, cuando ese país tiene ya 600 mil contagiados y ha sobrepasado a Italia en cantidad de muertos por la pandemia, 21 mil en el último recuento entregado por la Universidad Johns Hopkins.

El mal ejemplo estadounidense ha influido en países como Turquía, país que a inicios del mes de abril, bloqueó la salida de medio millar de ventiladores mecánicos comprados por comunidades autonómicas españolas, para el cuidado de los enfermos por el Covid – 19 que en el país peninsular ha significado la muerte de 18 mil personas. A fines del mes de marzo se denunció que el gobierno checo había requisado 700 mil mascarillas quirúrgicas y un par de centenares de respiradores artificiales, parte de cuyo stock de productos habían sido una donación del gobierno chino a Italia que en ese momento presentaba el mayor número de contagios y muertes por la pandemia. Igualmente a fines de ese mes el gobierno alemán denunció que en el aeropuerto de Nairobi, Kenia, habían desaparecido 6 millones de mascarillas que iban con destino al país europeo. Las flotas piratas inundaban el mundo, quien más o quien menso con sus billeteras rebosantes ofrecían llevarse la carga del vecino.

Estos ejemplos se multiplican y muestran la verdadera falta de solidaridad y colaboración en la lucha contra la pandemia, usando más bien la política de las chequeras, que la coordinación y apoyos que la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) pueden llevar a cabo. Situación que se complica por las críticas que la administración Trump ha hecho contra la OMS y su director general, el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus, acusándola de favorecer a China en desmedro de la nación norteamericana. Nuevamente con argumentos basados en el dinero sostuvo “por alguna razón, la OMS está financiada en gran parte por Estados Unidos, pero es muy “Chinacéntrica” lo que generó que el mandatario estadounidense haya decidido, con críticas venidas desde todas partes del mundo, cortar el apoyo financiero de 850 millones de dólares con los cuales concurre a este organismo, como contribución dentro del bloque de países de la ONU y la llamada contribución voluntaria.

China ha criticado abiertamente a Estados Unidos. No sólo por la piratería desplegada sino también porque “en medio de la pandemia, algunos políticos estadounidenses se comportan en forma inmoral e inhumana, al no poner la vida y la salud de las personas por encima de la política” sostuvo Hua Chunying, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China. Esto, en función de refutar una serie de informes de inteligencia estadounidense, donde se asegura que Beijing ha desinformado sobre los casos del Covid-19 y las estadísticas. El gobierno chino expresó su indignación y Hua Chinying expresó que “ni la calumnia ni las manchas ni el desvío de la culpa hacia los demás pueden compensar el tiempo perdido. En cambio, redundará en más tiempo y vidas perdidas. El pueblo chino simpatiza con el pueblo estadounidense por el dolor que está sufriendo ahora pero, la politización de los problemas de salud pública debe ser denunciada por las personas de todo el mundo, incluido los propios estadounidenses y exigirles a sus políticos ajustar su dirección y prioridades de trabajo, concentrándose en salvar vidas.

Traigo a colación las palabras de Sayed Ali Jamenei, que hago propias, pues interpretan este sentimiento, que me acompaña respecto al Covid-19 con relación a que esta humanidad sufre de injusticia, divisiones de clase, inequidad, abusos de las potencias mundiales. Donde el coronavirus es un gran problema para nuestras sociedades, pero sigue siendo un problema pequeño en comparación con otras muchas dificultades que hemos vivido y por las cuales hemos transitado con sangre, dolor y lágrimas. Conflictos que nos han aquejado, que nos afectan y lo seguirán haciendo mientras no seamos capaces de cambiar drásticamente la manera en que hasta ahora nos hemos comportado: guerras, invasiones, agresiones, ocupación de territorios, desplazamiento de personas por millones (65 millones de refugiados contabilizados el año 2019). Racismo, sometimiento de pueblos, inequidad económica, la apropiación d ela riqueza de todos en manos de unos pocos.

La muerte se ha tenido que hacer presente por miles, en las potencias occidentales, para que se den cuenta en la fragilidad en la que viven, aunque el 75% de la humanidad vive en esa inestabilidad, pobreza, esa cuerda delgada, desde siempre, sea en África, Asia y Latinoamérica. La cultura y la civilización donde el capitalismo se enseñorea ha mostrado su verdadera cara: escasa cooperación, falta de solidaridad, robos, usurpación, amenazas de cortar fondos a organismos internacionales, esconder las verdaderas cifras de la hecatombe, piratería, usurpación, la fuerza del más poderoso contra el pequeño, soberbia, matonaje.

El capitalismo ha mostrado su verdadera cara, mediante los saqueos, aumento de precios, acaparamiento de alcohol gel, alimentos, la falta de conciencia social, comprar armas para defenderse del otro. Pensar incluso en a quién se salva, al joven o el viejo en una disyuntiva éticamente reprobable porque lo allí se discute en verdad, es la viabilidad económica del ser humano, si podrá producir o es simplemente una carga. El dividir a la población entre los viables y los que llegan al fin del camino, pobres, con jubilaciones miserables. O una población carenciada sujeta a los vaivenes del mercado, sometidos a la decisión de gobiernos que deben apelar a la “bondad” del empresariado más poderoso, para ver si el ciudadano tendrá algún apoyo económico. Una sociedad vergonzosa que posee cientos de miles de millones de dólares de sus cotizantes previsionales, pero no pueden hacer uso de ellos.

La pandemia del Covid- 19 ha mostrado la cara de un mundo que grita “sálvese el que pueda” individualmente y si tiene ahorros mejor, sino los tiene las migajas caerán para que el engranaje productivo siga funcionado. La piratería del siglo XXI se expresa robando mascarillas, ventiladores mecánicos, kits de detección del virus. Esta pandemia nos obliga a combatir el virus decididamente pero también cambiar las bases de este político, económico y social que ya no da el ancho. La inmoralidad, la inhumanidad no puede seguir marcando nuestro rumbo. Estamos obligados a repensar el mundo que se nos viene y una de las tareas es tirar por la borda a todo pirata que pretenda aprovecharse de esta pandemia.

Publicado en Telesur

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