La trayectoria económica del país, hoy afectada por la crisis sanitaria asociada con la pandemia de COVID-19, ya venía arrastrando problemas desde el primer año de Gobierno de López Obrador. Sin embargo, esta situación vino a complicar el cumplimiento de los compromisos de transformación de régimen que enunció durante su campaña presidencial.
Para Leonardo Curzio, académico, analista político y comunicador mexicano, esto lleva a destacar tres grandes desafíos que deberá enfrentar el presidente durante el resto de su mandato: la organización de la administración pública, canalizar la concentración de poder lograda en la elección de 2018 hacia la resolución de los problemas más urgentes, así como resolver sus diferencias con los distintos gobernantes y partidos políticos en México.
«Si uno ve la trayectoria de las finanzas públicas, ve el debilitamiento del aparato administrativo —lo estamos viendo ahora con el tema de salud—. Es muy fuerte, tiene menos dinero para operar y, por tanto, su primer desafío es garantizar que los servicios públicos funcionen», manifestó Curzio en entrevista.
Este es el caso del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), una entidad que apenas iniciaba sus operaciones este año. Ello ha significado un reto de grandes proporciones para la atención de los afectados por el nuevo coronavirus, en particular porque la estructura de salud pública existente también estaba en proceso de reestructuración.
«Tiene un desafío enorme de atender ahora mismo esta situación de emergencia y, al mismo tiempo, garantizar que la salud de los ciudadanos va a poder ser atendida gratuitamente en todo el territorio nacional a finales del año [por medio del Insabi]. En todo caso, esa fue la promesa política. Lo más probable es que no se cumpla; el gran asunto es si el presidente estará en condiciones de explicar que, debido a la emergencia, una buena parte de sus objetivos tendrán que ubicarse en otra fecha en el futuro», resaltó Leonardo Curzio.
Para el analista político, esta exigencia llevó al Gobierno a establecer un acuerdo con los hospitales privados, ya que finalmente reconoció que la actual pandemia no podría ser enfrentada de manera apropiada con los recursos disponibles en el sistema de salud pública.
«El presidente ha demostrado ser muy obstinado, perseverante, pero, cuando la realidad lo alcanza, ha demostrado que cambia de opinión. Él mismo se abstiene ya de tener sus giras de trabajo, por ejemplo. En poco tiempo, ante la evidencia que le fueron mostrando los científicos, fue cambiando su discurso», reconoció Leonardo Curzio.
Esta misma capacidad puede replicarse a futuro en el caso del plan económico anunciado por López Obrador para combatir las secuelas de la contingencia sanitaria. En este sentido, la recaudación fiscal puede ser un factor que puede decidir el giro de esa política, dados los proyectos que defiende el actual Gobierno.
«Todo el edificio conceptual del presidente está basado en recursos fiscales. Si la actividad económica se te cae 7 puntos, el impuesto al consumo se recauda menos. Ahora mismo el consumo de gasolina está muy por debajo de lo normal. Han perdido el trabajo 350.000 personas, con lo cual el Impuesto Sobre la Renta que recaudabas baja. En términos generales, tu capacidad para recaudar impuestos baja. En el momento en que el erario deje de tener dinero —ahora mismo está extinguiendo fideicomisos, tratando de sacar dinero hasta debajo de las piedras— estoy casi seguro de que tendrá que reconsiderar [su plan económico]», explicó Leonardo Curzio.
La ruptura con el sector empresarial es el reflejo más claro de que López Obrador buscará hasta donde le sea posible cumplir con las expectativas creadas a su llegada a la presidencia. Sin embargo, el analista político resaltó que en este punto el presidente ha mantenido hasta ahora una postura implacable, misma que le ha generado algunos problemas.
«Hoy tiene un país muy polarizado, en el cual la perspectiva de un sector de la población es que va a ser un sexenio perdido y, en vez de tener la disposición positiva que logró articular —llegó a ser un presidente que tenía 84% de aprobación—, ese gran liderazgo se está fracturando en favor de un presidente mucho más partidista, mucho más aislado en términos de lo que es su propuesta política», aseveró Curzio.Esta perspectiva puede ser peligrosa, especialmente ante las previsiones económicas que diversos organismos internacionales están viendo sobre México. Sobre esto, Leonardo Curzio estimó necesaria la reconciliación entre la perspectiva presidencial de atención a los pobres y los llamados de la iniciativa privada para proteger el empleo.
«Si tú ves los grandes presupuestos del Estado, ves que tiene 2,7% del PIB para inversión pública. Si quieres que la economía se mueva, y tienes sólo 3 puntos del PIB, la verdad es que tus posibilidades son limitadas. Por tanto, necesitas el concurso, el apoyo de empresarios para aportar los más o menos 30 puntos del PIB que serían necesarios para que esta economía se moviera», evaluó.
No obstante, el analista político puntualizó que la urgencia de crecimiento es fundamental para López Obrador, en particular para sostener los programas sociales que su administración ha promovido. En este sentido, la fortaleza política que aún mantiene —su índice de aprobación ciudadana se ubica en 60%, según El Financiero— puede ser un factor que ayude a componer ese camino.
«Tenemos un presidente que sigue siendo tremendamente fuerte desde el punto de vista político, es un presidente que, aun cuando ha visto su popularidad erosionarse, sigue siendo un gigante político. Es un hombre que sigue teniendo muchísimos resortes para transformar el estado de ánimo de la gente y eso tiene un enorme valor», recordó Leonardo Curzio.
Ahora bien, a nivel de política exterior la reciente cercanía del Gobierno mexicano con Donald Trump también ha alimentado las críticas. Desde su apoyo para cerrar el paso de migrantes centroamericanos hasta el reciente apoyo de Washington para no reducir la producción de Petróleos Mexicanos, se observa una dinámica que, a la larga, podría aumentar los problemas a López Obrador.
«Hoy, nuestro principal aliado en prácticamente todos los frentes se llama Donald Trump. Es una especie de paradoja, porque, al mismo tiempo, sigue expulsando gente y sigue teniendo una retórica extremadamente agresiva con los mexicoamericanos. Pero, igual que la tarjeta de crédito, uno la usa para ir pagando: hay momentos en los cuales uno no lo nota, pero después, cuando empiezan a bajar los bonos de desempeño político, tendrá la factura. Estoy seguro de que esa cercanía con Trump va a ser costosa«, evaluó el analista político.
Cortesía de Sputnik