La búsqueda de opciones de entretenimiento y paz interior, ha llevado a miles de personas alrededor del mundo a utilizar aplicaciones en línea para practicar la meditación.
Las estadísticas hablan de un crecimiento exponencial del número de usuarios, desde el inicio del período de distanciamiento social hasta la presente fecha, reseñó la agencia AFP.
Petit Bambou una de las principales aplicaciones existentes, pasó de «5.000 a 15.000 usuarios diarios desde el inicio del confinamiento» a mediados de marzo en Francia y superó los cinco millones de inscritos, un auge que también registra en España, con más de un millón, explicó su cofundador, Benjamin Blasco.
La pandemia, el confinamiento y la crisis económica que se avecina «generan emociones múltiples: estrés, ansiedad, miedo, ira e incluso tensión con los demás miembros de un hogar. La gente busca no dejarse superar por todo esto», explicó Blasco.
«Las posibilidades de ocio al exterior quedaron muy limitadas. Es normal que aumente por ejemplo el yoga y el fitness» en línea, pero además la meditación «se adapta bien a la situación actual puesto que ayuda a convivir con el estrés que esta genera», afirmó por su parte Julien Delon, cofundador de Mind, cuyas descargas diarias pasaron de 500 a 1.500.
Estas aplicaciones proponen en particular el «mindfulness», o la atención plena, una práctica de meditación laica ideada en los años ochente por el estadounidense Jon Kabat-Zinn, doctor en biología molecular del Massachusetts Institute of Technology.
Su programa, Mindfulness Based Stress Reduction (MBSR), ha sido objeto de varios estudios científicos que apuntan a sus beneficios para afrontar el estrés.
La Escuela de Medicina de Harvard concluyó en 2011, por ejemplo, que este tipo de meditación puede generar una mayor concentración de materia gris en zonas cerebrales relacionadas con la regulación emocional, los procesos de aprendizaje, la memoria y la toma de decisiones.
El propio Kabat-Zinn imparte sesiones de meditación en directo desde que Estados Unidos procedió al confinamiento en el sitio web Wisdom 2.0. Miles de usuarios -habituales y debutantes-, le siguen a diario, conectados desde sus casas en un centenar de países.
«En los últimos años, el ‘mindfulness’ se ha desplegado entre el gran público, pero también en hospitales, escuelas e incluso en la esfera política», explicó Dominique Retoux, profesor de esta práctica en París, aludiendo al diputado francés Gaël Le Bohec, que propone a sus colegas el programa MBSR, especialmente en estos tiempos difíciles de pandemia.
Meditar es un «antídoto contra el frenesí del mundo moderno» y ahora que «la naturaleza nos ha obligado a parar» encuentra un eco mayor, afirma Retoux.
«Nos damos cuenta en las sesiones: mucha gente se halla en una situación difícil, pero a la vez vive un momento de renovación, de reflexión sobre la vida que llevaba hasta ahora», explicó.
Arrue, una productora de cine, descubrió el «mindfulness» con las sesiones en línea que proponen Retoux y su compañera Inken Dechow desde que el confinamiento obligó a cerrar su sala en París.
«Es una cita para salir de la agitación mental y emocional», afirmó Arrue. «Como la imagen de una botella de agua turbia con arena, cuyos granos se van depositando en el fondo hasta dejar un agua límpida», ilustró.
Petit Bambou y Mind ofrecen por su parte la gratuidad de sus opciones «premium» al personal sanitario, en primera línea en la batalla contra la Covid-19.
«Hemos distribuido entre 2.500 y 3.000 códigos a unos 30 hospitales que nos contactaron, incluidos de Bélgica y Luxemburgo», explicó el cofundador de Petit Bambou. «Esto demuestra cómo se sienten estos profesionales, confrontados además al desespero, el miedo, la ira de los demás», agregó.
Mind contabiliza unos 2.000 sanitarios: «Tienen menos tiempo, pero seguramente más necesidad. Meditan en el transporte de camino al trabajo o antes de acostarse», explicó Delon.