Entre los “perdedores de la globalización” además de afroamericanos y latinos, aparecieron por primera vez jóvenes universitarios endeudados y adultos blancos de más de 45 años sin estudios universitarios y con empleos de bajo valor añadido, que tras quedar enrolados en las filas del paro, habrían terminado sumido en un círculo explosivo de depresión, alcoholismo, drogadición y suicidio tras ver esfumarse el mirlo del “sueño americano”.
Ello habría llevado a los indignados blancos mayores de 45 años a Trump y a los militantes de partidos neonazis y supremacistas blancos de la “América profunda” a apoyar posiciones políticamente incorrectas y refractarias a los dictados del establishment tradicional republicano simbolizadas en la persona de Donald Trump.
Sin embargo, la frivolización del coronavirus por parte de Trump (de lo que sería paradigma sus consejos de emplear desinfectante para curar el coronavirus), así como su dilación en la adopción de medidas quirúrgicas en los principales focos de transmisión del coronavirus de EEUU ha derivado en una auténtica pesadilla con sus consiguientes efectos colaterales en forma de reguero de muertos, colapso de los servicios médicos, paralización de la actividad productiva y entrada en recesión de la economía estadounidense.
Asimismo, el hundimiento del precio del petróleo habría provocado cerca de 200 declaraciones de quiebra de empresas dedicadas al shale con una deuda acumulada de cerca de U$120.000 millones que afectará posteriormente a la cuenta de resultados de grandes bancos como JP Morgan, Bank of America, Citigroup y Wells Fargo y que podría desembocar en un futuro mediato en una nueva crisis financiera.
Por otra parte, la inacción de las empresas habría desencadenado un incremento estratosférico del paro hasta los 24 millones de parados, lo que aunado con el previsible crash bursátil de Wall Street terminará por diluir los efectos benéficos de la política económica de Donald Trump y provocar la desafección del segmento poblacional de sus votantes (40% del electorado) en las próximas elecciones Presidenciales de Noviembre.
En efecto, los últimos sondeos de opinión manifiestan un repudio mayoritario de la sociedad estadounidense ante la nefasta gestión de Donald Trump de la pandemia del COVID-19 y una preocupante caída de su popularidad en vísperas de las Elecciones Presidenciales por lo que Trump necesita de manera imperiosa de una guerra que diluya sus notorios fracasos en al política doméstica.
Dado que las reservas estratégica de EEUU están en máximos y la industria del shale estadounidense en franca bancarrota, no sería descartable que asistamos a un enfrentamiento bélico de la entente EEUU-Israel contra Irán que bloqueará el paso por el Estrecho de Ormuz y reeditará la crisis del petróleo de 1973. Así, según estimaciones de la AIE (Agencia Internacional de la Energía), 13,4 millones de barriles por día (bpd) de crudo pasarían a través estrecho de Ormuz en buques petroleros, (lo que representaría el 30 % del suministro de crudo que se comercializa mundialmente), y en el supuesto de verse bloqueado, dicho cierre del tráfico naval por mimetismo se extendería al paso del Canal de Suez.
Dicho Canal es considerado como uno de los puntos más importantes para el comercio mundial ya que transporta 2,6 millones de barriles de crudo al día (lo que representa casi 3% de la demanda mundial diaria de petróleo) y asimismo es una ruta relevante para el gas natural licuado (GNL), pues cerca de 13% de la producción mundial de dicho gas transita por ella, con lo que se producirá un incremento espectacular del precio del crudo hasta niveles del 2008 (rondando los 150 $) que tendrá su reflejo en un salvaje encarecimiento de los fletes de transporte y de los fertilizantes agrícolas.
El objetivo último de EEUU sería lograr la asfixia energética de China dentro de la estrategia brzezinskiniana de lograr la total rusodependencia energética china para en una fase posterior acabar enfrentándolas entre sí y finalmente someterlas e implementar el nuevo orden mundial bajo la égida anglo-judío-estadounidense. Asimismo, la Administración Trump intentará sustituir la rusodependencia energética europea (30% del gas que importa la UE procede de Rusa) por la frackingdependencia, inundando el mercado europeo con el GNL (gas natural frackeado en EEUU y transportado mediante buques gaseros) para hundir los precios del gas ruso.
Otro objetivo sería impulsar la utilización de la técnica del fracking en todos los países de la Europa Oriental, el llamado “arco del fracking europeo” que se extendería desde los Países Bálticos hasta la Ucrania europea, pasando por Polonia, República Checa, Eslovaquia, Hungría, Rumania y Bulgaria y que dependerá de la tecnología de empresas estadounidenses como Chevron o Shell.
Por Germán Gorraiz López – Analista