La idea de un grupo de vecinos de cercar el Parque Forestal vuelve al debate la disputa por los espacios públicos abiertos y su cuidado. Si bien, la idea resulta ‘terrible’ hasta para el concejal UDI que la lanzó recientemente, un espacio que alberga a miles de santiaguinos y una tradición popular de persa dominical están en juego.
Como todos los domingos, el Parque Forestal convoca a miles de santiaguinos que aprovechan de visitar el Museo de Bellas Artes, ver a los mimos y malabaristas del sector y comprar alguna película o ropa usada entre los chic@s que ponen en los alrededores su paño cuneta. Claro que si antes había una micro de policías, esta vez la presencia policial fue el triple.
Era que no. Desde que el jueves 12 de marzo unas 100 personas de la Junta de Vecinos Nº 1, que agrupa a quienes viven en el sector, pidieran enrejar el parque y que éste sea cerrado durante la noche, el centenario parque ha aparecido en los noticieros destacándose casos de delincuencia y uso de alcohol.
Y la mecha prendió. Pronto vimos al concejal UDI de Santiago centro, Jorge Alessandri respaldando el cierre del parque y una tímida negativa del alcalde Pablo Zalaquett.
Consultado por El Ciudadano, el concejal Alessandri dijo que “me encantaría estar en un mundo ideal con hartos carabineros, cámaras de vigilancia y seguridad ciudadana, pero hoy el parque está seguro por las noticias de los medios y en poco tiempo más volverá a ser un foco de delincuencia”.
A juicio de Alessandri “la delincuencia se ha tomado el parque. Igual hallo terrible poner una reja, pero es necesaria. Hay lanzazos, niños pidiendo plata en las esquinas, los que si no les das y están bajo los efectos del alcohol te pueden asaltar, y uso de alcohol y drogas”.
Claro que el tema no es nuevo. Ya el 25 de febrero, Publimetro publicó una carta del alcalde de Santiago Raúl Alcaíno, en la que decía que los $466 millones que el municipio ha anunciado como inversión para el Parque Forestal no se contemplaría su cierre.
El tema abrió la disputa acerca del uso de los espacios públicos y la integración social en una de las ciudades más segregadas del continente, porque hasta ahora el parque es expresión de la heterogeneidad social y cultural de Santiago.
Según Nicolas Valenzuela Levi, estudiante de arquitectura y columnista de Plataforma Urbana, comentó que “el Parque Forestal pertenece a esa vieja escuela de espacios públicos notables, de calidad; uno de nuestros espacios más democráticos”.
PROTECCIÓN LEGAL
El Parque Forestal, fundado hace ya 120 años luego de habilitarse el borde del río Mapocho, tiene muchas entradas. Ya sea en las tardes de cada día en que se ven a muchos adolescentes y parejas de oficinistas; las tardes de los vecinos que van a pasear sus perros allí y las muestras artísticas que no alcanza a cobijar el Museo de Bellas Artes, pero que se toman su entorno cada domingo.
Por eso para muchos no sólo los vecinos del sector tienen el derecho de definir su futuro, sino que pertenece a toda la ciudad. “Creo que los vecinos debe entender que vivir frente al parque es un beneficio, pero al que también acceden otras personas de la ciudad. Y pensar una reja es contraproducente. Más bien pasa por darle un uso a los espacios”- comentó Valenzuela a El Ciudadano.
Alfredo Rodríguez, arquitecto de la Corporación Sur, sostiene que “con cerrar el parque no se resuelve nada. Lo que podría hacer la autoridad es organizar dicho espacio, pero con mucha participación de los actores involucrados, sobre todo los chicos que participan los domingos en las ferias”.
Claudia Pascual, concejal PC por Santiago, agrega que “cerrar el parque no resuelve el tema de fondo, que tiene que ver con la ocupación de un espacio público de manera democrática, inclusiva y que respete a la diversidad. Una reja no evita la delincuencia”.
Por ello llama a no centrar el tema de la seguridad ciudadana sólo en la presencia de policías. Pascual llama a que “la comunidad y quienes usan el parque puedan participar de la apropiación de los espacios públicos. Hay que evitar que el parque sea visto como el jardín de los vecinos, y si bien, hay situaciones de desborde, eso se resuelve integrando a los diversos actores”.
Por su parte, Patricio Herman, de Defendamos la Ciudad comenta que “en los espacios públicos, sobre todo las áreas verdes recreativas, no debieran aplicarse las modas de una sociedad atrapada por el miedo”.
Herman añade que cerrar dicho parque es inviable en términos legales, argumentando que como el parque es un área verde pública y de esparcimiento, definida como Parque Intercomunal en la Ordenanza del Plan Regulador Metropolitano de Santiago (PRMS), fue declarada Zona Típica por el Consejo de Monumentos Nacionales. En efecto, a través del Decreto Supremo Nº 824 del 29 de Julio de 1997, con la firma del ministro de Educación de la época, se protegió esa tipología como igualmente, con carácter de Monumentos Históricos, los 4 puentes metálicos existentes al norte, sobre el río Mapocho.
Por ello, y como la Ley º 17.288 de 1970 “es bastante precisa y exigente con el resguardo de las zonas típicas y como levantar cierres de ciertas alturas en el perímetro del parque significaría alterar poderosamente su valor urbanístico y paisajístico, sería muy acertado que los promotores del cerramiento consulten pronto a los arquitectos del Consejo de Monumentos Nacionales si ello sería posible, a la luz de la legislación patrimonial vigente”.
DE ÁREA VERDE A PERSA DOMINICAL
Si bien no es visibilizado en la discusión mediática, un eje de desacuerdo es la feria espontánea que cada domingo emerge junto al Museo de Bellas Artes, conviviendo con malabaristas, zanquistas, capoeristas y mimos que allí hacen su arte, siendo un imán de entretención y paseo para las aburridas tardes dominicales de la capital.
Pasadas las dos de la tarde jóvenes de diversas tendencias culturales se congregan allí, ponen su paños y venden un sinfín de bienes culturales. Claro que desde hace unos años la municipalidad envía cada domingo un bus de carabineros que dispersa este espacio de socialización popular y juvenil
Valenzuela comenta que “las ferias libres tienen una importancia fundamental en la cultura urbana de Santiago, porque son espacios de socialización e intercambio económico a la vez”. Rodríguez agrega que “es bueno ver a la gente haciendo cosas en los espacios públicos, eso significa que están siendo usados, que es su razón de ser”.
El historiador Gabriel Salazar nos recuerda que “en los parques emergen las ferias, se produce intercambio económico y expresiones artísticas. En ese contexto también surgen expresiones de la fiesta tradicional, como lo es el sexo y el uso de embriagantes. Como en Chile dicha tradición de carnaval se perdió emerge tímidamente en estas expresiones”.
Salazar inscribe la experiencia de la feria dominical del Parque Forestal en el registro de las tradiciones de las ferias libres de las ciudades de Chile, tradición es muy antigua en Santiago y que nosotros quizás la olvidamos porque las fiestas públicas fueron prohibidas a instancias de la iglesia católica a fines del siglo XVIII. “Las ferias populares hasta esa época tenían carreras de caballos, juegos de la chueca y las fiesta públicas llamadas de ‘la chaya’, las que ocurrían durante el verano y en las que la gente se tiraba agua”- relata el historiador.
“Obviamente en ese contexto de fiesta y encuentro popular había sexo y bebidas alcohólicas. Lo que para el poder es sinónimo de desorden, para el pueblo es de expresión de alegría y lo vemos emerger hoy en los parques públicos”- agrega el historiador.
Un espacio de socialización y encuentro para algunos termina siendo el foco de delincuencia para otros. Un asunto de miradas, pero que tiene en vilo a uno de los pocos parques públicos abiertos de Santiago y una tradición juvenil de persa y carnaval que hunde sus raíces en la historia de Chile.
El Ciudadano