Indígenas en Chile: Batalla por la Lengua

Una forma de hablar, oír, pensar y representar el mundo desaparece para siempre cada quince días


Autor: Sebastian Saá

Una forma de hablar, oír, pensar y representar el mundo desaparece para siempre cada quince días. Ese es el ritmo de extinción de las más de 6.700 lenguas que existen en el mundo. En sólo dos generaciones, según calculan los filólogos y los lingüistas, habrán desaparecido más de la mitad de estas lenguas, o, lo que es lo mismo, se habrán perdido casi 4.000 formas de decir la palabra “libertad”.

Según la UNESCO, que declaró el 2008 como el Año Internacional de las Lenguas, éstas son vehículos de transmisión de los sistemas de valores y de las expresiones culturales, y constituyen un factor decisivo para la identidad de los pueblos y de las personas. Aún siendo un componente esencial del patrimonio viviente de la humanidad, como las define la organización cultural y educativa de la ONU, más de la mitad se encuentran en grave peligro de extinción. De ellas, las más amenazadas corresponden a lenguas de pueblos originarios. Según el mismo organismo, cerca del 90% de las lenguas indígenas del mundo desaparecerán durante este siglo y, con ellas, la mayoría de los conocimientos que aún guardan sus culturas milenarias. La mayoría de éstas se concentran en pocos países, algunos con la imagen de ser territorios monolingües. Tal es el caso de Chile, donde el idioma oficial –y por tanto la única lengua de enseñanza obligatoria- es el español, a pesar de reconocer la Ley Indígena la existencia de ocho “etnias” originarias en el país.

Desde 1993, año de promulgación de dicha legislación, al menos cinco lenguas indígenas se han extinguido, principalmente en los canales australes. “En Chile existen lenguas vitales y en peligro de extinción”, señala Necul Painemal, Encargado del Programa de Lenguas Indígenas de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI). Entre las primeras figuran las lenguas Mapuche, Aymara y Rapa Nui. Las que se encuentran en peligro, por su reducido número de hablantes, son las lenguas Quechua, Kaweshqar y Yagán. Según Painemal, estadísticas oficiales señalan que en Chile existe un 20% de personas indígenas que “hablan o que entienden” su lengua. “De esta primera cifra lo que inferimos es que aquellos que entienden la lengua no necesariamente la hablan, por lo que ese porcentaje se reduce para los verdaderos hablantes en las comunidades”, precisa. En términos generales, en los jóvenes entre 10 y 18 años, solo un 10% reconoce hablar o entender la lengua de sus respectivos pueblos. “Esta situación de desempeño lingüístico nos muestra un panorama desolador, es una situación que consideramos de absolutamente crítica y las proyecciones son que en una o dos generaciones más las lenguas vitales estarán en situación de riesgo inminente y serán consideradas también como lenguas en peligro”, advierte el lingüista.

Reconociendo esta situación, el gobierno elaboró un plan de cinco años para enfrentar la crisis de las lenguas indígenas y promover su revitalización, señala Painemal. “Un primer paso fue la creación del Programa de Revitalización de las Lenguas Indígenas de Chile, elaborado en la Unidad de Cultura y Educación de la Dirección Nacional de CONADI, el año 2005”. Su objetivo es ambicioso: la inserción de las lenguas vitales –Aymara, Rapa Nui y Mapuche- en el marco curricular de la educación básica chilena. El 2010 comenzaría a regir el subsector de lenguas indígenas dentro de la asignatura Lenguaje y Comunicación, uniéndose a la enseñanza del español y de los idiomas extranjeros como el inglés o francés, pronostica. A corto plazo el programa muestra sus primeros avances. Actualmente hay estudios de varias lenguas indígenas efectuados entre los años 2007 y 2008; la realización de perfiles sociolingüísticos rurales y urbanos; la edición de textos escolares en lenguas indígenas; la creación de un sitio web (lenguasindigenas.cl) con un enfoque educativo y la conformación de dos academias de la lengua, una del Pueblo Rapa-Nui que data de 2005 y otra del Pueblo Aymara, estrenada en septiembre de 2008. Una tercera, la Academia de la Lengua Mapuche, se encuentra en la recta final. La entidad estará integrada por conocedores ancestrales de la lengua y especialistas del lenguaje, con sede en Temuco, donde se trabajará en el establecimiento de las bases teóricas del mapuzugun. “Su fundación será el cierre de una extensa etapa de trabajo que implicó discusión al interior de diversas comisiones lingüísticas integradas por personalidades de la sociedad mapuche, del quehacer tanto lingüístico como ancestral ligado a la cultura”, precisa Painemal.

Entre las metas de la entidad, que tendrá un estatus similar a la Academia Chilena de la Lengua Española, estarán el “promover y desarrollar la enseñanza y aprendizaje del mapuzugun, así como su uso habitual; revalorarla plenamente como lengua integrante de Chile, promover su reconocimiento constitucional y fortalecer y difundir las expresiones literarias, culturales y ancestrales del pueblo mapuche”, agrega el personero.

Pero  “una academia no es un fin, es un instrumento, una herramienta, es un buen lugar que permitirá hacer estudios serios y a gran escala sobre nuestra lengua nacional, algo que nunca antes ha existido”, señala el profesor Rosendo Huisca. Autor de numerosos artículos sobre mapuzugun, traductor de innumerables publicaciones y figura destacada del movimiento mapuche, Huisca ha participado activamente en las comisiones lingüísticas que están diseñando la futura academia. Y si bien reconoce el “deber” del Estado en la materia, es enfático en apuntar la responsabilidad de los propios mapuches al respecto. “Yo creo que el gobierno no tiene ninguna obligación de que el mapuzugun funcione, ellos solo cumplen con llevar adelante sus planes y programas. Desde mi visión, esta no es una responsabilidad tanto del Estado o del gobierno, sino de nosotros como pueblo, de cada mapuche. Que nosotros hablemos el mapuzugun no pasa por lo que diga o no el gobierno. En otros países los pueblos han revitalizado sus lenguas, pero lo han hecho ellos mismos, han sido decisiones políticas, han luchado por ello y lo han conseguido”, reflexiona.

UN PROBLEMA POLÍTICO

Diversos factores inciden en el escenario adverso para las lenguas indígenas en Chile. Algunos de forma, como la no existencia de metodologías de enseñanza, de centros especializados, de profesores calificados y, sobre todo, de recursos públicos a disposición. Y otros claramente de fondo, “como el no reconocimiento oficial de Chile como país multicultural y plurilinguístico, lo que implicaría reconocer el derecho de cada pueblo a ser educado y comunicarse en su propia lengua”, apunta Jaqueline Caniguan, lingüista, poeta y editora del Periódico Azkintuwe. “Es urgente una definición política acerca de las lenguas indígenas en Chile”, señala Caniguan. “Se requiere una política lingüística que contribuya a valorar la riqueza de la diversidad cultural del país, pero debe ser una política que trascienda las llamadas regiones con presencia indígena. Hoy es la sociedad chilena en su conjunto quien debe ser educada en la diferencia y aprender que no sólo existe el español sino que, aunque queden pocos, aún se oyen cantos, cuentos y conversaciones en otras lenguas”, subraya.

Para el dirigente mapuche Víctor Naguil, es imposible separar la situación de colonialismo interno que viven los mapuches con el estado actual de su lengua nacional. “En su condición de independencia, la sociedad mapuche logró desplegar el mapuzugun por un amplio territorio en el cono sur de América. Testimonio de ello son los nombres que poseen hasta hoy innumerables lugares en la diversa geografía de Chile y Argentina. Sin embargo, la forma en que terminaron nombrándose y escribiéndose las ciudades, ríos, volcanes, lagos, etc., ha sido un reflejo claro de la derrota y posterior subordinación política que experimentamos como pueblo”, señala Naguil. “Junto a la pérdida del poder político y la soberanía de Wallmapu, los mapuches perdimos el poder de nombrar las cosas en nuestra propia lengua. Este proceso colonial continúa en nuestros días”, subraya el dirigente.
Actualmente, uno de los factores gravitantes en la pérdida del mapuzugun es la escuela, que eleva al español como única lengua de la “nación chilena”. De esta forma la escuela no solo sustituye en los niños mapuches una lengua por otra, sino que además les inculca actitudes de rechazo hacia el uso de aquella en que sus padres o abuelos aun se expresan y comunican.

Por ello, para Naguil -vocero del Partido Mapuche Wallmapuwen- la lucha por revitalizar el mapuzugun es ante todo una lucha política. “El mapuzugun constituye el principal elemento de nuestra cultura, nos define como nación y es también la lengua propia del País Mapuche. Su desaparición constituiría la pérdida de nuestro principal patrimonio cultural e identitario”, indica. “Como partido consideramos que la revitalización del mapuzugun se debiera asentar, muy especialmente, en la voluntad y en el compromiso de cada ciudadano del País Mapuche, sobretodo en aquellos que ostentan responsabilidades de liderazgo social, cultural y político” agrega. Y es que pese a las habituales declaraciones que proclaman su defensa, el mapuzugun todavía no concita la pasión y la voluntad colectiva de las organizaciones mapuches, la mayoría de las cuales –advierte el dirigente- ni siquiera se comunican en su lengua. “En la práctica el mapuzugun y nuestros derechos lingüísticos ocupan todavía un papel marginal en el movimiento mapuche”, reconoce Naguil.

“Nuestra lengua espera paciente seguir viviendo en la boca de su gente, en el canto de los niños, en los chistes de reuniones. La revitalización de la lengua mapuche no puede circunscribirse solamente a programas gubernamentales, debe ir más allá de aquello. Actualmente las organizaciones mapuches son el nuevo agente educador que existe. Y así como hay llamados constantes a recuperar territorio, así como hay continuas marchas para que se libere a los presos políticos, las organizaciones y nuestros líderes debieran incluir en sus agendas la lucha por nuestros derechos lingüísticos”, señala la destacada poeta Jaqueline Caniguan. Coincide con este análisis Celeste Carilao, Encargada del Área Lingüística de Wallmapuwen y quien acaba de regresar a Chile desde el País Vasco. Invitada por la Fundación Garabide, permaneció un mes conociendo experiencias de revitalización lingüística del euskera en ciudades como Bilbao, Donostia, Gasteiz, Pamplona y Bayona. Un recorrido que, a su juicio, permite sacar lecciones.

“La principal característica del caso vasco es que los procesos de revitalización han partido desde las propias organizaciones sociales. La regla es que las instituciones públicas han sido una reacción a la demanda social. Todos los avances que existen en Euskal Herria, donde el euskera es hoy oficial y de enseñanza obligatoria, es debido a las organizaciones sociales y el trabajo que han hecho para concientizar lingüísticamente a los vascos”, señala Carilao. A juicio de la militante de Wallmapuwen, la existencia de colectividades políticas nacionalistas sería pieza clave en el renacer de una lengua casi extinta hace 40 años. “Esto se ve en cosas concretas. Los ayuntamientos o municipios donde los nacionalistas vascos gobiernan disponen de presupuestos específicos para las acciones de revitalización y promoción del euskera. Al contrario, cuando gobiernan los partidos españoles, particularmente el Partido Popular, estos no hacen nada para promover la lengua vasca, por el contrario, muchas veces están en contra de estos procesos”, apunta Carilao. “El ejercicio del poder político es la principal garantía del pueblo vasco para defender y proyectar su lengua nacional”, resume.

Cerca de 70 millones de euros invirtió este 2008 el gobierno vasco para revitalizar el euskera. Un factor clave en dicha inversión es la condición autónoma del pueblo vasco al interior de España y su facultad de recaudar impuestos. Y también de administrarlos. En la Comunidad Autónoma Vasca (CAV), el Estado garantiza hoy a todos los ciudadanos la enseñanza del euskera y del español. En 25 años, los porcentajes de conocimiento del euskera se han triplicado. Así también el gobierno autonómico promueve el uso de la lengua en las instituciones públicas, la empresa privada, los medios de comunicación, la publicidad, el teatro, el cine y las artes en general. Para el profesor Rosendo Huisca, este sería el camino a transitar para los mapuches. “Lo que suceda con nuestra lengua dependerá de nosotros. Acá en Chile se han publicado muchas leyes para solucionar los problemas de los indígenas y poco han servido. Mientras no tengamos un Estado propio, con leyes propias, no avanzaremos mucho en este tema. Si su aplicación depende de otros, las leyes solo son buenas intenciones escritas, no más que eso”.

por Pedro Cayuqueo

El Ciudadano


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