Algunos impactos de la pandemia COVID-19 en los pueblos indígenas rurales

Por Itzamná Ollantay


Autor: Nelytza Lara

En la mayoría de los bicentenarios estados de Abya Yala, la declaratoria del confinamiento “obligatorio”, incluso con el uso de la fuerza, ya lleva más de dos meses. Y los impactos en los pueblos indígenas son crecientes.

Las empresas nacionales y transnacionales no han parado sus actividades, sólo redujeron personal y horarios. En muchos casos, transitaron al teletrabajo predador de derechos laborales. En este sentido, la pandemia abonará aún más a las inmorales desigualdades socioeconómicas ya conocidas en Abya Yala.

En las ciudades, los sectores populares llevan la peor parte de las consecuencias invaluables de la pandemia. En especial, las familias desempleadas, subempleadas y/o las dedicadas a las actividades autónomas. En varios estados, los gobiernos “implementan” ayudas económicas para “asistir a estas familias a costa de millonarias deudas públicas.

La gran mayoría de las comunidades y pueblos indígenas en el área rural, desde hace siglos, subsistimos en el “eterno confinamiento”. Sin Estado, sin derechos. Mucho menos derechos laborales porque a casi ningún indígena recibe un salario regular en el área rural.

Producimos alimentos para el autoconsumo y para alimentar a las ciudades, pero casi sin ningún tipo de apoyo estatal, sin caminos, sin mercado, sin bancos. Incluso cultivamos y trasladamos los alimentos en tracción animal.

¿Cómo nos afecta la pandemia y sus impactos?

Discrimina/castiga al productor indígena. Durante el confinamiento las empresas de alimentos y servicios están autorizados para transitar en todo el territorio nacional. Pero, indígenas y campesinos no podemos trasladar nuestros productos hacia los mercados porque el “toque de queda” nos impide. El protocolo de los permisos de transporte están pensados para empresas, mas no así para la producción campesina o agricultura familiar.

Políticas de sanidad y “asistencia económica” son racistas. En países como Guatemala, el requisito para cobrar “bonos” exige presentar recibo de consumo de electricidad o tener cuenta bancaria. Y muchas familias indígenas no cuentan con estos requisitos. En otros casos, los bonos se entregan sólo en las zonas urbanas, ¿cómo salir a cobrar esos bonos si está prohibido el transporte público?

En políticas de sanidad, ¿cómo salimos de emergencia desde las comunidades a las ciudades a disputar cama/ventilador con los otros enfermos si no se permite transporte motorizado?

Persistentes invasiones empresariales hacia los territorios indígenas. El confinamiento no sólo nos limita la libre locomoción, sino también nos prohíbe hacer asambleas comunitarias, ejercer nuestro derecho a la protesta…. Mientras, las empresas extractivas continúan saqueando nuestros territorios, asesinando, en no pocos casos, a nuestros defensores. Colombia, Perú… son muestras claras de la colusión entre pandemia y saqueo violento de los territorios.

Violenta vulneración del derecho a la autodeterminación/autoprotección de los pueblos. Los estados criollos permiten el “auto confinamiento” de las comunidades únicamente si no afecta a las actividades de las grandes empresas. Caso contrario reprimen violentamente cualquier medida o acto de control territorial emprendida por los pueblos.

Ejemplo de ello es Sololá, Guatemala, donde pueblos indígenas ante el libre tránsito de las empresas comerciales, y prohibición del traslado de productos agrícolas campesinas, decidieron cerrar por completo el paso a las empresas… el Gobierno central respondió con represión policial.

Estimula el control territorial indígena. En muchas comunidades y pueblos indígenas, el anuncio de la pandemia nos obligó a ejercer en parte nuestro derecho colectivo a la autodeterminación en nuestros territorios.

Muchas comunidades indígenas decidieron controlar/cerrar el ingreso a sus territorios para evitar la infección, incluso antes de la orden de “confinamiento” de las repúblicas. Y esta medida límite es la que está “evitando” la llegada o propagación de Covid-19 entre los pueblos indígenas, frente a la indiferencia racista de los estados criollos.

Afianza la autoridad indígena en los territorios. El confinamiento territorial ocasionado por la pandemia, en muchos casos, estimuló a las organizaciones/estructuras indígenas legítimas a ejercer autoridad en el territorio, con mayor legitimidad que en otros momentos. Impresiona ver el ejercicio de autoridad indígena, incluso sobre los funcionarios públicos y/o empresas,  en el caso de las Rondas Campesinas en el Perú, o de las alcaldías indígenas en Guatemala.

Estimula, visibiliza la solidaridad/trueque inter e intracomunitaria. Mientras las empresas, en su lógica económica destruyen/queman sus excedentes de producción, o en el mejor de los casos especulan con ellos, en estos tiempos de pandemia, indígenas y campesinos en Bolivia, Guatemala, Ecuador, reparten, donan, a las familias necesitadas parte de su producción agrícola.

En estos tiempos de pandemia, con esperanza vemos destellos no sólo de la solidaridad, sino también de la reciprocidad e intercambio de productos en territorios indígena campesinos, como ocurre en Chimborazo, Ecuador.

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