Ahora que se cumple el 195 aniversario del nacimiento de Marx (en Treveris, Alemania, en el año de 1818), se han multiplicado en diferentes partes del mundo las reuniones y seminarios para recordarlo. Afortunadamente en México también, comenzando por la Universidad Nacional Autónoma, se han organizado seminarios y reuniones para conmemorar la ocasión, con la participación de profesores y estudiantes, e invitados internacionales, que otorgan muy alto nivel intelectual a esas reuniones. Permítanme iniciar este escrito haciendo referencia a las principales de dichas reuniones.
En el Centro de Estudios Interdisciplinarios en Ciencias y Humanidades de la Unam (Ceich) tendrá lugar los días 6, 7, 8 y 9 de mayo de este año, el seminario El regreso del topo, con una variada participación universitaria, también de alumnos del grupo de estudios que coordinan Elvira Concheiro y José Gandarilla (que han organizado brillantemente el coloquio), consistente en un conjunto de conferencias magistrales con la participación, entre otros, de Pablo González Casanova, ex rector de la Unam y fundador del Ceich, además de muchas otras responsabilidades universitarias que han sido decisivas para el avance de las ciencias sociales en México; de Enrique Dussel, actual rector interino de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, que ha tomado brillantemente las riendas de ese centro de estudios y que, después de un buen número de meses en crisis, parece ahora retomar el camino de una solidez intelectual que parecía puesta gravemente en entredicho (además de que, Dussel, como sabemos bien, es autor de varios libros y escritos del primer nivel intelectual). Estará presente también el conocido y admirado maestro Enrique Semo, quien pone a discusión su último libro México: del antiguo régimen a la modernidad.
Pero además, el Movimiento de Transformación Social (MTS) ha organizado otro encuentro internacional sobre el pensamiento crítico, denominado Volver a Marx, con la participación, entre otros estudiosos reconocidos, de Marta Harnecker, la escritora chilena con amplio historial en América, quien, en entrevista con La Jornada, declaró que «estamos en un mundo en convulsión, donde América Latina ha vuelto a ser el faro. Todos los procesos miran hacia nuestra región, porque es donde estamos más avanzados en el esfuerzo por construir una sociedad alternativa». Añade que «esta sociedad en construcción requiere una nueva cultura, apertura y pluralismo en un proceso de transición, muy distinto a los que se dieron históricamente a comienzos del siglo XX, cuando las revoluciones se hacían con la toma del poder y la destrucción del aparato del Estado».
Pero tal vez uno de los puntos claves de la exposición de Harnecker es la idea de que «si la gente no lo construye (el socialismo), desde el Estado no se puede. El gran problema del socialismo fue que el Estado con buenas intenciones quiso resolver los problemas de la gente, pero la gente no se sintió parte de esa construcción y por eso es que cayó tan fácil. Porque si tú no te sientes dueño, entonces no te defiendes».
Me interesa aquí subrayar la perspectiva de que América Latina es hoy una de las regiones del mundo en que es más dinámica la idea de una nueva construcción social con base popular y democrática. No porque se haya realizado plenamente tal aspiración, sino porque hay sólidas bases sociales y populares que nos hacen avanzar en esa dirección, con todas las dificultades del caso, pero avanzar, sin embargo.
Noam Chomsky, el estudioso de problemas políticos y sociales en Estados Unidos y prácticamente en todas partes del mundo, escribió hace unos años (2009) que «durante la pasada década, América Latina se ha convertido en la región más progresista del mundo. Las iniciativas a través del subcontinente han tenido un impacto significativo en distintos países y en la lenta emergencia de instituciones regionales».
Por otro lado, ante la amenaza de un golpe de Estado contra el presidente Evo Morales, recordó la manera en que en una reunión de emergencia de Unasur (2009) en Santiago, Chile, líderes sudamericanos declararon «su firme y pleno respaldo al gobierno constitucional del presidente Evo Morales…. (Este) Morales agradeció a Unasur, señalando que por primera vez en la historia de América del Sur los países de nuestra región están decidiendo cómo resolver sus problemas, sin la presencia de Estados Unidos».
Igualmente, el conocido y respetado analista argentino de problemas sociales Atilio Borón, escribió que «grandes movimientos sociales han florecido (en el mundo) en la última década del siglo pasado a partir de las pioneras revueltas de los zapatistas en 1994, la aparición de los piqueteros argentinos, las grandes huelgas ciudadanas y de trabajadores en Francia y, hacia finales de siglo, la maduración y consolidación internacional de estas protestas en Seattle y en Porto Alegre. Consecuentemente, nuevas fuerzas políticas han pasado a controlar los gobiernos (en países como Venezuela y Brasil), pero sería erróneo subestimar sus alcances. (Aparecieron) nuevas formas de protesta social y organización política antagónicas al proyecto neoliberal , y es indudable que su declinante curso a partir de mediados de los noventa revirtió la arrolladora influencia que había adquirido desde la década de los setenta de la mano de las dos más sangrientas dictaduras que se recuerden en Chile y la Argentina».
Subrayo en este escrito el valor que ha cobrado en la actualidad «el regreso de Marx», después que muchos confundieron el estalinismo, la caída del muro de Berlín y de la Unión Soviética con una crisis irrecuperable del pensamiento de Marx, de sus análisis del sistema capitalista y de su metodología.
No, de ninguna manera ocurrió de esa manera, y las referencias anteriores son muestra de que el pensamiento de Marx, ante al desastre de un capitalismo que cada vez se ha hecho más salvaje y que contribuye como nada a la barbarie en tantos aspectos de la vida social hoy, resulta no sólo un instrumento inigualable para el análisis, sino también para la lucha que nos confirma que, en efecto, otro mundo es posible.
Por Víctor Flores Olea
Publicado en La Jornada de México
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