Dolores de un exilio que no acaba

Los hermanos Jorge y Ramón Escobar Díaz han compartido dos horas en los últimos 20 años


Autor: Director

Los hermanos Jorge y Ramón Escobar Díaz han compartido dos horas en los últimos 20 años. El abrazo que se dieron ayer (miércoles 25) en el aeropuerto fue custodiado por policía de investigaciones, así como el tiempo que compartieron en la cárcel de San Miguel en 1994, cuando el segundo se quedaba a purgar una condena en Chile y el primero partía a Noruega a vivir un exilio.

Esa fue la salida de las cárceles que ofreció el Gobierno de Patricio Aylwin a dos docenas de prisioneros políticos de los 400 que heredó de la dictadura: Conmutar la condena de prisión por extrañamiento (exilio).

Jorge Escobar Díaz fue condenado a 25 años de prisión en 1989, durante el último año de la presidencia de Augusto Pinochet por su participación en el Mapu Lautaro. Había estado preso cinco y ha vivido en Noruega los últimos 15 años. Desde el 2006, cuando se enteró de un cáncer que le diagnosticaron a su madre, ha solicitado al Gobierno chileno que le permitan entrar a visitarla. No ha recibido respuesta.

Los médicos anunciaron la semana pasada que sólo resta esperar y ante el silencio de las autoridades chilenas, Jorge decidió rebelarse una vez más y viajar aun a riesgo de su propia libertad: “Hasta en dictadura se permitió a exiliados chilenos entrar al país por razones humanitarias”, sentencia Ramón, “y ahora mi hermano, que no es un torturador ni un delincuente, no puede entrar a darle un abrazo a mi madre. Él sólo quiere eso”, agrega.

Jorge arribó a Chile a las 10:49 del miércoles 25 y fue retenido por Policía de Investigaciones en suelo internacional. Trascendió que dos veces fue subido a un avión con la intención de devolverlo a su país adoptivo (tiene nacionalidad noruega). Una treintena de personas, entre familiares amigos y prensa, esperaban la autorización de ingreso por parte de las autoridades chilenas, pero aun no llegaba.

Marco Paulsen Figueroa, quién cumplió 12 años de extrañamiento en Bélgica como ex preso político del Mapu Lautaro, dice que este tipo de situaciones muestra la verdadera cara del Estado chileno: “Se las da de progresista, pero no se respetan los derechos de las personas. ¿Qué sentido tiene torturar a una anciana que desea ver a su hijo antes de morir?”, se pregunta Paulsen.

Durante el día de hoy se debe resolver la situación, puesto que ayer una jueza decretó un no a lugar de un recurso de amparo, que presentaron abogados de derechos humanos, por encontrarse en suelo internacional, e Investigaciones no tiene la facultad de retenerlo más de 24 horas .

Los hermanos Escobar Díaz ahora comparten una nueva lucha: Lograr que madre he hijo se vuelvan a encontrar en un abrazo.

Por César Baeza Hidalgo


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