La hazaña de una mujer peruana que tuvo que recorrer a pie -junto a sus tres hijas- más de 600 kilómetros para poder volver a su casa en la Amazonía, huyendo de la muerte y el hambre provocada por el COVID-19, conmociona al mundo.
María Tambo abandonó su hogar en Chaparnaranja, un remoto pueblo amazónico, para trasladarse junto a sus tres hijas a la ciudad de Lima. La mayor de ellas, Amelie, había conseguido una beca para estudiar en la Universidad Científica del Sur, en la capital peruana.
Al llegar a Lima alquiló una habitación para todas y consiguió dinero trabajando en un restaurante. Sin embargo, sus planes se desvaneciron cuando llegó la pandemia del coronavirus.
En Perú, donde casi 70 % de la población trabaja en la economía sumergida o informal, el confinamiento provocó primero la desaparición de la mayoría de los empleos y, después, que muchas familias se quedaran sin dinero para pagar el alquiler ni su alimentación.
Este fue el caso de María, quien después de casi dos meses de cuarentena, no le quedaba dinero para pagar la habitación alquilada o la comida, y ante la falta de recursos para sobrevivir, no tuvo otra opción que regresarse a su hogar.
Junto con Amelie y las otras dos pequeñas, Yacira y Melec, emprendió el camino a su pueblo, ubicado a más de a 600 kilómetros de distancia de Lima, en la región amazónica de Ucayali.
Pero, con el transporte público clausurado, la única opción que tuvieron fue hacer el recorrido a pie, una decisión desesperada, pero que se convirtió en la única posibilidad.
“Sé el peligro en el que estoy poniendo a mis hijos, pero no tengo otra opción. O muero tratando de salir de aquí o muero de hambre en mi habitación«, afirmó Tombo, citada por El Confidencial.
Un camino lleno de peligros
María fue relatando su historia mientras recorría carreteras de día y de noche. Un viaje lleno de obstáculos y peligros que tuvo que realizar llevando sobre la espalda a su pequeña, Melec, y tratando de cuidar de Yacira, de solo siete años.
La familia no estaba sola. Miles de peruanos más estaban en el camino, desesperados por huir de la pandemia y la pérdida de ingresos.
Aparte de los 600 kilómetros, que de por sí representaban un viaje muy duro, María y sus tres hijas tuvieron que atravesar una parte de la región de los Andes, a gran altitud, antes de llegar a la selva amazónica.
Además de los peligros de la carretera, la familia Tambo también tuvo que sortear los puntos de control de la policía que tratan de evitar que los residentes de Lima, epicentro del coronavirus, propaguen el virus a las zonas rurales.
María relató que la invadió el miedo y tuvo que mentir a las autoridades para poder continuar su camino, ya que estaba dispuesta a hacer lo que hiciera falta por salvar a sus hijas.
“No se puede pasar aquí con niños”, dijo el policía y Tambo respondió: “Solo voy a volver a mi granja, en Chaparnaranja, donde ya he estado durante una semana”, reseñó CNN.
En medio del caos, hubo gestos de solidaridad: un conductor les ofreció comida, un camionero se ofreció a llevarlas entre dos pueblos justo en el momento en el que se encontraban en plenas montañas a más de 4.500 metros de altitud. Sin embargo, María y sus tres hijas caminaron casi la totalidad del recorrido para volver a su casa lo antes posible.
«Pensé que moriría con mis hijas»
Después de siete largos días y casi 500 kilómetros de trayecto, María y sus hijas llegaron a la región de Ucayali, donde viven los indígenas Ashaninka, un lugar muy próximo a su destino.
Pero allí tuvieron que sortear un nuevo obstáculo, la entrada en ese territorio estaba prohibida por el coronavirus, por lo que tuvieron que negociar: las dejarían pasar a cambio de que las cuatro mujeres se aislaran durante 14 días.
Finalmente, María, Amelie, Yacira y Melec llegaron a su pueblo. Destrozadas, pero felices. Kafet, el padre de familia, y el abuelo fueron a recibirlas, pero a pesar de la inmensa alegría que les produjo verlas llegar a salvo su regreso, tuvieron que guardar las distancias, ya que nadie podía abrazarse por el COVID-19.
María Tambo reconoce que el camino a casa «fue muy difícil, sufrimos mucho», y aseguró que no quiere volver a Lima. «Pensé que moriría allí con mis hijas«, afirmó.
Hambre y desempleo en Perú
Lo más lamentable de la historia de María Tombo y sus tres hijas es que no es un caso aislado en Perú. La actividad económica en el país se hundió 40,49 % interanual en abril, el peor registro mensual en la historia, debido a una cuarentena nacional que frenó la producción y el comercio.
Según un comunicado del estatal Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), la economía peruana se contrajo 13,10 % en los primeros cuatro meses del año, mientras que en los últimos doce meses hasta abril cayó 2,63 %.
Con relación al desempleo, el INEI precisó que la tasa de desocupación en el trimestre marzo-abril-mayo casi se duplicó,a 13,1% de la población en edad de trabajar, frente al mismo periodo del año pasado.
Según el Instituto, la población ocupada, es decir, que tenía un trabajo formal o informal, cayó 47,5 % entre marzo y mayo de este año, los meses más severos de la cuarentena.
Solo en Lima, más de 2,3 millones de trabajadores perdieron su empleo desde que comenzó a regir el estado de emergencia para frenar la ola de contagios de COVID-19.
“La cuarentena en el caso peruano ha sido de las más severas de la región, porque nos enfrentamos a problemas estructurales como la informalidad”, afirmó la ministra de Economía, María Antonieta Alva.
La vulnerabilidad alimentaria es un problema crónico en Perú y los efectos de la pandemia solo lo agudizan aún más. Según el último informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), publicado antes de la llegada de la pandemia, 21,2 % de los hogares peruanos padecen de vulnerabilidad alimentaria.
El presidente Martín Vizcarra reconoció que el país atraviesa la crisis más grande de su historia, y que el “efecto en la economía es solo comparable con lo se tuvo en la Guerra del Pacífico (con Chile), hace más de 100 años”.
El escenario para Perú es poco alentador. Las autoridades sanitarias informaron que el país sobrepasó los 240.000 casos y 7.500 muertos por la pandemia, cifras con las que superó en número de positivos a Italia, que contabiliza 238.000
Al viernes 19 de junio, Perú es el segundo país más afectado de América Latina por el brote de COVID-19, y el séptimo a nivel global.
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