Una investigación acaba de demostrar un cambio dramático en el Polo Sur, cuyos registros de temperatura lo ubican en uno de los lugares de calentamiento más rápidos de la Tierra.
Los científicos aseguran que la región está calentándose tres veces más rápido que el resto del mundo, pues los efectos del cambio climático provocado por el hombre parecen haber funcionado en conjunto con la influencia significativa que tiene la variabilidad natural en los trópicos sobre el clima de la Antártida.
Todos estos factores “juntos hacen que el calentamiento del Polo Sur sea una de las tendencias de calentamiento más fuertes en la Tierra”, afirman los expertos.
Según explican los científicos, las temperaturas promedio en el Polo Sur varían de menos 60 grados Celsius durante el invierno a menos 20 grados Celsius durante el verano.
De hecho, la mayor parte de la Antártida Occidental y la Península Antártica se estaban calentando a fines del Siglo XX, pero el Polo Sur, en el interior continental remoto y de gran altitud, se enfrió hasta la década de 1980.
De frío a caliente
Un análisis de los datos de la estación meteorológica del Polo Sur muestra que se ha calentado 1.8 grados Celsius entre 1989 y 2018, cambiando más rápidamente desde el comienzo de la década de 2000.
Las mediciones indican que durante el mismo período, el calentamiento en la Antártida Occidental se detuvo de repente y la Península Antártica comenzó a enfriarse.
Los investigadores señalan que una de las razones del calentamiento del Polo Sur fueron los sistemas de baja presión más fuertes y el clima más tormentoso al este de la Península Antártica en el Mar de Weddell.
Al parecer, el flujo en sentido horario alrededor de los sistemas de baja presión ha estado transportando aire cálido y húmedo a la meseta antártica.
Los expertos descubrieron que casi el 20 por ciento de las variaciones de temperatura de un año a otro en el Polo Sur estaban relacionadas con las temperaturas oceánicas en el Pacífico tropical, y varios de los años más cálidos en el Polo Sur en las últimas dos décadas ocurrieron cuando el océano Pacífico occidental occidental También era inusualmente cálido.
Además, el calentamiento del océano es otro factor que incide en este fenómeno, pues produce un patrón de ondas atmosféricas que se extiende a través del Pacífico Sur hasta la Antártida. Esto da como resultado un sistema de baja presión más fuerte en el mar de Weddell.
Los científicos han sugerido que estos patrones climáticos diferentes, y los mecanismos que impulsan su variabilidad, son la razón probable de una fuerte variabilidad regional en las tendencias de temperatura de la Antártida.
De acuerdo con este análisis, las variaciones extremas en las temperaturas del Polo Sur pueden explicarse en parte por la variabilidad tropical natural.
Aumento progresivo
Por si fuera poco, los científicos estimaron la influencia del cambio climático inducido por el hombre, analizando más de 200 simulaciones de modelos climáticos con concentraciones observadas de gases de efecto invernadero durante el período comprendido entre 1989 y 2018.
Estos modelos climáticos muestran que los aumentos recientes en los gases de efecto invernadero posiblemente han contribuido alrededor de 1 grado Celsius de un total de 1.8 grados Celsius de calentamiento en el Polo Sur.
En cualquiera de los escenarios, el calentamiento observado supera el 99.9 por ciento de todas las tendencias posibles sin influencia humana, y esto significa que el calentamiento reciente es extremadamente improbable en condiciones naturales, aunque no imposible.
Expertos en la materia advierten que la temperatura observada en el Polo Sur, con mediciones que datan de 1957, muestra cambios de temperatura de 30 años que van desde más de 1 grado centígrado de enfriamiento durante el Siglo XX hasta más de 1,8 grados centígrados de calentamiento en los últimos 30 años.
“La variabilidad de la temperatura en el Polo Sur es tan extrema que actualmente enmascara los efectos causados por los humanos”, sentencia en un artículo Kyle Clem, investigador en ciencias climáticas en la Universidad Victoria de Wellington, Nueva Zelanda.
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