El Canal de Panamá, que con vítores celebrará los 100 años de su inauguración oficial el próximo 12 de julio, sigue trayendo un recuerdo amargo a Colombia, que perdió el istmo centroamericano como consecuencia de la construcción de esa vía interoceánica a instancias del espíritu colonialista de EE.UU.
«Arrebatarle a Colombia ese brazo derecho que era del departamento de Panamá, incluyendo en esa época la posibilidad real del canal, fue una ofensa muy grave para la sociedad colombiana», dijo el historiador Alonso Ojeda.
El analista, exembajador de Colombia en Hungría, explicó que, a partir de entonces, su país comenzó a cargar un «síndrome de cercenamiento», que padecen las naciones a las que les arrancan partes fundamentales de su geografía e historia.
Aún Colombia parece experimentar una sensación de «miembro fantasma», la que crea el cerebro del que ha perdido una extremidad pero siente que aún está allí bajo su control.
Separación
A mediados de 1903 se consolidó la conspiración para que Panamá se separara de Colombia, una idea auspiciada por EE.UU., la Compañía del Ferrocarril y sectores de la burguesía panameña. La secesión se efectivizó el 9 de noviembre de ese mismo año.
Así se rompió el vínculo que Panamá tenía con Colombia como una sola nación desde la independencia de España en 1821, y llevó al istmo a pasar al control político de Washington, que había auspiciado la llamada Guerra de los Mil Días (1899-1902) con el objetivo de construir un canal interoceánico para controlar el comercio de bienes a nivel internacional.
Desde tiempo atrás, Panamá cuadraba en los planes expansionistas de EE.UU. como un enclave definitivo para controlar la zona marítima por los océanos Atlántico y Pacífico, pero en el medio se encontraban los franceses, quienes estuvieron a cargo de las primeras obras para construir el canal.
Sin embargo, estas fueron interrumpidas y EE.UU. compró los derechos del proyecto bajo el pretexto de garantizar el «libre tránsito» del ferrocarril afectado por la presencia de «guerrillas liberales» en la zona, aunque pensando en los beneficios económicos que le traería.
Pero el Estado colombiano todavía era un obstáculo para Washington, por lo que este comenzó a fraguar un plan para lograr la independencia de Panamá, rompiendo así con el anhelo de integración del libertador Simón Bolívar.
«EE.UU., en una actitud imperialista y arrolladora y que tuvo tan clara expresión en esos años (…) jugó un papel vital en esa separación de Panamá de Colombia, y los colombianos comenzamos a manifestar nuestras profundas debilidades a raíz del enfrentamiento de la Guerra de los Mil Días, que perdieron las fuerzas que luchaban por la política antilatifundista, lo cual dio paso a alianzas con el imperio, liderado por el presidente Roosevelt», agregó Ojeda.
Muchos años antes de la separación, y bajo la dirección de Simón Bolívar, la entonces llamada Gran Colombia impulsó un ambicioso proyecto de integración latinoamericana que aunaría los esfuerzos de todas las recientes naciones de la región para conformar una fuerza económica y política de proyección mundial, para lo cual se convocó en 1826 el denominado Congreso de Panamá.
Por iniciativa del propio Bolívar no fue invitado EE.UU., que por entonces tampoco veía con buenos ojos la conformación de dicha revolución en la zona sur del continente que, además, tenía inclinación hacia Inglaterra.
«Los EE.UU. parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miseria a nombre de la libertad», había alertado Bolívar.
Epicentro de intereses
En 1903, Panamá era el epicentro de intereses comerciales ingleses, estadounidenses y franceses, lo cual confluía con una burguesía panameña basada en el comercio y que reclamaba libertad de aduanas y la independencia del centralismo propio de Bogotá.
En otras palabras, EE.UU. vio en el lugar el caldo de cultivo propicio para sus pretensiones expansionistas con la construcción del canal, con un socio minoritario como Panamá, cuya burguesía solo parecía estar interesada en beneficiar su economía con la puesta en funcionamiento del proyecto.
Victoria pírrica
«Con la separación perdieron ambas naciones. Quizás hoy los hermanos panameños consideren que la separación les dio ganancia, pero en realidad fue una ganancia pírrica, ya que en el largo espacio de la visión geopolítica la pérdida fue general. Panamá perdió la integración cultural, humanística y geográfica que mantenía con Colombia y que había edificado Bolívar, y Colombia perdió una zona muy significativa para la geopolítica mundial», sostuvo Ojeda.
Dos semanas después de su independencia, Panamá firmó el tratado Hay-Bunau Varilla, mediante el cual EE.UU. se apropió de la zona del canal para lograr así su explotación capitalista hasta el 31 de diciembre de 1999, cuando el paso interoceánico regresó a la propiedad del Estado de Panamá.
El golpe para Colombia es aún tan fuerte, aseguró Ojeda, que pese a los más de cien años que ya han transcurrido, sus símbolos patrios permanecen sin modificarse y hacen referencia al istmo, una muestra a «niveles inconscientes de esa pena tan dura que fue perder un departamento como era Panamá».
Cortesía de Sputnik