¿Cómo es posible construir una ciudad de Buenos Aires a escala verdaderamente humana? La revolución tecnológica, los cambios socioeconómicos en el flujo de bienes y personas y las demandas por movilidad y desarrollo sustentables son algunos preceptos que basan las ideas de un urbanismo humanista para el futuro de la capital de Argentina.
La reconfiguración del espacio y el transporte urbano y las restricciones en la movilidad y el comercio como consecuencia del COVID-19 generan preguntas sobre cómo será el regreso a la normalidad en la pospandemia. Se abren también las posibilidades de generar nuevas formas de interacción, inclusión e identificación entre los vecinos y lo público.
Pensar las ciudades del futuro es una responsabilidad que no debe recaer en los gobiernos ni los magnates de las bienes raíces. Con el objetivo de potenciar los vínculos entre los ciudadanos, verdaderos dueños del espacio, y las urbes, con sus polifonías y diversidades, corrientes de urbanismo activista insisten en defender lo local e identitario para construir ciudades amables y de escala humana.
«Hay algo principal en la discusión de cómo planificar de acá en adelante que es poner a las personas en el centro de la propuesta, desde fomentar la participación directa, incentivar el involucramiento, desde el pensar cómo y quiénes habitan: encontrar las necesidades en los verdaderos expertos, que son los vecinos. No son decisiones que deban venir de arriba hacia abajo», dijo Carolina Huffmann, arquitecta y docente universitaria, fundadora de la consultora Urbanismo Vivo.
Urbanismo Vivo está conformado por tres arquitectas y urbanistas argentinas y realizan diferentes actividades como talleres, caminatas, activaciones en espacios públicos y articulación de nexos entre vecinos, además de ofrecer servicios de asesoramiento para el desarrollo de políticas públicas en la ciudad de Buenos Aires.
Desde la década de 1970, diferentes corrientes de urbanismo activista proponen el diseño de ciudades que prioricen el flujo peatonal, con más veredas, áreas verdes y espacios de recreación, que fomenten el uso del transporte público y limiten la circulación de vehículos privados, donde en lugar de crear polos separados (financieros, gastronómicos, industriales) se potencie la diversidad dentro de cada barrio, de cada comuna, para que todo se pueda encontrar a no más de 15 minutos de distancia.
Ciudad de los 15 minutos
La Ciudad de los 15 minutos es el concepto desarrollado por el urbanista colombiano Carlos Moreno, radicado en Francia, asesor de Anne Hidalgo, alcaldesa de la ciudad de París, capital francesa, recientemente reelecta en su cargo.
El concepto está inspirado en el trabajo de la célebre urbanista canadiense Jane Jacobs, autora de Muerte y vida de las grandes ciudades, de 1961, una de primeras en destacar la importancia del respeto por los vínculos vecinales para crear comunidad, seguridad y pertenencia.
«La riqueza y la magia de la ciudad tiene que ver con la diversidad que propone, de personas, de edificios, de movilidad, de accesibilidad. A medida que más se reproduce esta ciudad diversa en el territorio, más descentralización de poder va a haber, se evitan las zonificaciones, la sobreconcentración y la monodirección; se produce una distribución más equitativa. Son muchas ciudades en una», explicó Huffmann.
La arquitecta insistió en que las políticas públicas orientadas a un tipo de desarrollo, como por ejemplo el que busca potenciar la zona sur de la ciudad de Buenos Aires, debe estar acompañado de un trabajo de escucha de las necesidades de los vecinos y del acompañamiento en su integración y no debe privilegiar únicamente la lógica de la creación de oportunidades del mercado inmobiliario.
«Se tiene que poner en valor lo que ya existe y trabajar para aportar lo que refuerce en otros aspectos. No puede ser algo impuesto ni ajeno. Lo que más atenta contra esta idea de ciudad es la deshumanización, el seguir pensando en lógicas de consumo y que se sigan reproduciendo estructuras macro de concentración de poder», argumentó.
La urbanista comentó que los lineamientos están sobre la mesa hace décadas: ciudades diversas, caminables y seguras, con movilidad saludable, con economías locales, con sentido de comunidad entre los habitantes de los barrios, que promueva la inclusión de género y de edades, adaptadas a las necesidades de la población con discapacidades.
«La pregunta de hoy de cara al futuro es cómo lo logramos, el desafío está en el cómo, y me parece que la respuesta está en el territorio y la comunidad, en ir localmente a coconstruir con la gente las ciudades. Cada ciudad de 15 minutos tiene que tener su identidad, su lógica, su forma; no es un copiar y pegar, en la repetición se pierde mucho», concluyó.
Cortesía de Francisco Lucotti Sputnik