Fin de las AFP: Se abre el debate

En la mañana del viernes 3 de abril se llevó a efecto un interesante desayuno de trabajo convocado por CIEDESS, el centro de estudios de la Caja de Compensación Los Andes, perteneciente a la Cámara Chilena de la Construcción


Autor: Mauricio Becerra

En la mañana del viernes 3 de abril se llevó a efecto un interesante desayuno de trabajo convocado por CIEDESS, el centro de estudios de la Caja de Compensación Los Andes, perteneciente a la Cámara Chilena de la Construcción.

El tema era «¿Es necesaria una AFP Estatal?» y los participantes fueron Sergio Baeza, Presidente de la filial de ING Groep en Chile, dueña de AFP Capital y uno de los tres mayores proveedores de rentas vitalicias; Salvador Valdés, especialista en pensiones de la Facultad de Economía y Administración de la Universidad Católica y; Manuel Riesco, Vicepresidente de CENDA. Entre los asistentes se contaban conspicuos representantes de las AFP, incluyendo el gerente general de la asociación respectiva.

Valdés inició el debate con una presentación muy realista acerca de las pérdidas experimentadas por los fondos de pensiones, pero especialmente respecto de las perspectivas de largo plazo de los mercados accionarios.

Confirmó al respecto lo vienen mostrando al respecto con insistencia los principales medios internacionales: probablemente pasarán décadas antes que se recuperen. Ello desmiente tajantemente las afirmaciones optimistas de la industria de AFP, que aseguran que se recuperarán rápidamente.

Valdés confirmó que en el largo plazo la rentabilidad de los mercados accionarios resulta muy baja y que hay prolongados períodos a la baja. Recordó que en Japón, por ejemplo, el mercado accionario tocó los 40.000 puntos a principios de los años ochenta y que ahora está en 8.000. Por eso, estima que el grueso de las inversiones de los fondos deben mantenerse en renta fija.

Sus conclusiones, sin embargo, apuntan a que el sistema de AFP ha resistido bien hasta el momento, principalmente debido a que la mayor parte de las personas tienen rentas vitalicias y que más de un 60% de los mayores de 55 años están en el fondo D, que ha perdido menos de un 10% y un 0.9% adicional en el E que no ha perdido nada. También debido a que la mayoría está bajo el soporte del Estado, que ha compensado las pérdidas de los sectores de menores ingresos con la pensión solidaria.

Reconoció que decenas de miles de pensionados con retiro programado que tienen sus fondos en el C han visto ya reducidas sus pensiones en un 20% y que casi trescientos mil afiliados mayores de 55 años que están en los fondos A, B y C han visto reducido su fondo entre un quinto y la mitad. Ni unos ni otros presentan buenas perspectivas de recuperación, en su opinión.

Mostró como en México y Uruguay, la existencia de una AFP estatal – que concentra allí cerca de la mitad de los afiliados – no ha impedido las pérdidas. Sin embargo, mostró como en este último país la AFP estatal rebajó sus comisiones a la mitad.

Insistió luego en su planteamiento de siempre en cuanto a la necesidad de limitar las comisiones de las AFP, que considera abusivas. Plantea que la mejor propuesta para ello consiste en licitar paquetes grandes de afiliados.

La exposición de CENDA se inició diciendo que hubiese sido menos malo que en Chile se hubiera establecido una AFP estatal y se hubiesen fijado los precios a las comisiones cobradas. Del mismo modo, apoyaría la medida si se propusiera en la actualidad. Sin embargo, ello no bastaría para resolver los problemas del sistema de capitalización que la crisis ha puesto de manifiesto.

A continuación planteó con toda su crudeza la situación actual: la crisis ha abierto la posibilidad de abordar de una vez por todas una reforma de fondo al sistema de AFP, al poner en evidencia la inviabilidad de un sistema de pensiones privatizado basado exclusivamente en la capitalización individual.

Este sistema se basa en dos concepciones utópicas que la crisis ha demostrado equivocadas:

1. La ilusión que en el largo plazo los mercados accionarios tienen la estabilidad suficiente y son capaces de entregar elevadas rentabilidades. La crisis ha puesto en evidencia que ello no es así, puesto que en el curso de los últimos cien años los mercados estuvieron de hecho a la baja durante más de sesenta años y en promedio sus precios crecieron a una tasa del orden de 1% por año. Los bonos fueron incluso peores, aunque más estables.

2. La ilusión que la industria privada de seguros es capaz de garantizar las pensiones vitalicias en el curso de una crisis como la actual. En la práctica las principales empresas de seguros han caído en la insolvencia. Así lo demuestra la hecatombe de AIG y la caída de más de un 90% en el precio de las acciones de ING o Principal Financials y más de 80%v en el caso de Metlife. Las tres últimas concentran más de la mitad de las rentas vitalicias en Chile.

Como solución inmediata, CENDA reiteró la urgencia de ofrecer ahora la alternativa de una pensión vitalicia estatal. Eso exactamente significa autorizar el regreso al INP de las personas próximas a jubilar que hoy por hoy no están en condiciones de hacerlo por la caída de sus fondos y la insolvencia de las aseguradoras. Evidentemente es una irresponsabilidad pasarle todo el fondo de pensiones a una industria que los inversionistas consideran que no vale nada. Argumentó que en 1981 el Estado estimuló el cambio a las AFP y lo forzó en la mayoría de los casos, con el argumento que iban a obtener mejores pensiones. Esa promesa no se había cumplido antes de la crisis y mucho menos ahora.

Por ello, el Estado debe permitir que quienes se cambiaron jubilen exactamente en las condiciones en que lo hubiesen hecho de mantenerse en el INP. Ello beneficiará enormemente a todos los que están próximos a jubilar, especialmente a las mujeres, que recuperarán de este modo su derecho a jubilar a los 60 años con una pensión calculada mediante la misma fórmula simple que los hombres a los 65.

Ellas representan dos tercios de los adultos mayores y la privatización del sistema las perjudicó de manera brutal, puesto que las AFP les ofrecen una pensión que es un 30% inferior a la de los hombres con el igual fondo y edad. En el caso que jubilen a los 60 años, la diferencia es mucho mayor aún.

Luego, CENDA planteó que la crisis abre las puertas para reconstruir un moderno sistema previsional público basado en el sistema de reparto, que no es otra cosa que un seguro de base muy amplia en el cual los activos y sus empleadores cotizan una prima moderada con la cual se financia de modo estable pensiones decentes definidas y de por vida a los que no pueden trabajar.

Este sistema ha comprobado su eficacia a lo largo de más de un siglo en todos los países desarrollados sin excepción. La razón de su estabilidad es que no se basan para nada en los mercados financieros, sino en el flujo más estable de la economía que son las cotizaciones previsionales. De hecho, fue implantado en varios países, como Francia por ejemplo, cuando la crisis de 1929 hundió los sistemas que hasta ese momento estaban basados en la capitalización.

Adicionalmente, CENDA expresó claramente que compartía la expresión de la Presidenta Cristina Fernández, de Argentina, en cuanto a que la privatización de las pensiones había representado un verdadero saqueo.

Demostró la validez de esta afirmación en el caso chileno con con los resultados para sus afiliados del sistema de AFP a lo largo de toda su historia: Según las cifras oficiales, entre 1981 y 2006 los afiliados cotizaron un total de 27,9 billones de pesos de este último año. El fisco por su parte aportó poco más de 9 billones de pesos adicionales al fondo en bonos de reconocimiento y otros subsidios directos. El sistema por su parte pagó pensiones y otros beneficios por poco más de 9 billones, es decir, los financió casi todos con subsidios fiscales. Puesto que el fondo a fines del 2006 sumaba 45 billones de pesos, ello significa que la revalorización neta del mismo aportó 18 billones de pesos en ese período.

Pues bien, las pérdidas desde el inicio de la crisis han alcanzado asimismo a 18 billones de pesos. Es decir, todo lo que ganaron a lo largo de un cuarto de siglo lo perdieron en el último año y medio.

Tanto o más grave que ello es que en el mismo período las aAFP y compañías de seguros se embolsaron un total neto de 9,3 billones de pesos, es decir, uno de cada tres pesos cotizados en todo el período.

El presidente de ING-Chile planteó en su intervención su oposición a una AFP estatal y dijo que la vuelta al sistema de reparto era inviable porque el envejecimiento de la población los había vuelto inviables.

En el debate posterior CENDA le aclaró que la quiebra de los sistemas de reparto debido al envejecimiento era un mito que se había difundido para promover la capitalización.

En todos los países desarrollados dejan un cuantioso superávit de caja anual y las perspectivas de desfinanciamiento que se plantean para dentro de algunas décadas resultan muy discutibles y en cualquier caso se pueden resolver con alzas moderadas de las cotizaciones.

En cuanto al mundo en su conjunto, así como en América Latina y Chile, la situación es exactamente la inversa puesto que la disminución de la población joven es mucho más significativa que el aumento paralelo de los adultos mayores, con lo cual la tasa de dependencia, es decir, el número de pasivos que debe sostener cada activo en promedio, se está reduciendo. Es lo que los organismos de NN.UU. que estudian la población denominan el «bono demográfico» que beneficiará al mundo hasta pasada la mitad del siglo.

El foro convocado por CIEDESS parece de gran importancia, puesto que por primera vez los representantes de la industria de AFP se abren a debatir el fondo de los problemas que aquejan al sistema.

La crisis trae algo de sensatez a la mente de casi todos. No hay mal que por bien no venga.

Manuel Riesco, economista del CENDA


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