Chile en la “lista gris” de los paraísos fiscales recientemente publicada por la OCDE (*).
Al término de la Cumbre del G20 en Londres, los titulares ditirámbicos de los medios dominantes y oficialistas chilenos contrastan con la dura y triste realidad, ya que las medidas adoptadas por la organización de los países más poderosos y ricos del planeta son esencialmente reactivas y simbólicas. Buscan tapar hoyos con billones para crear la ilusión ante la opinión pública mundial que la profunda crisis del capitalismo y su impacto en los ciudadanos asalariados podrá ser controlada. Ni un atisbo de un golpe de timón en la loca carrera hacia la rentabilidad máxima y de esbozo de una política humana de civilización.
A los dirigentes del G20, ni se les pasó por la imaginación devolver a los trabajadores las pensiones mal administradas y volatilizadas en la ruleta financiera. Debieron comenzar por ahí. Y los ciudadanos británicos, según The Guardian, “siguen preocupados por sus empleos y por sus casas”.
Indiferente a las aspiraciones ciudadanas, el G20 no se dio como tarea prohibir definitivamente los paraísos fiscales y judiciales, ya que los principales santuarios de los mercados financieros globales, entre ellos la misma City de Londres y Delaware (EE.UU.) — consideradas por los especialistas verdaderos paraísos fiscales (algunos incluyen a Nueva York) –, no se encuentran ni en la famosa lista negra ni gris publicada por la OCDE y podrán continuar con sus prácticas especulativas.
La” lista negra” de los paraísos fiscales publicada el jueves por la OCDE cuenta con sólo 4 países. La mayoría de los Estados designados como “no cooperativos” y que en la práctica actúan como paraísos fiscales, está en una “lista gris” con 38 nombres donde se encuentra Chile. Los paraísos fiscales son los hoyos negros de los sistemas financieros, especialistas en evasión fiscal y en lavado de dinero (**). Ahora bien, sin nacionalizar los bancos es imposible combatir este tipo de delitos financieros.
G20, un balance provisorio
Son las oligarquías de naciones con modelos económicos retrógrados, que concentran la riqueza en un polo; perpetúan la desigualdad social; mantienen la privatización y mercantilización de bienes públicos fundamentales, como la educación y la salud, y dejan que se destruya el medio ambiente, las que salen reconfortadas, momentáneamente, con las medidas del G20. Un plan de salvataje global y provisorio del capitalismo mundial.
Por supuesto, en Londres, sólo se analizó unidimensionalmente, en sus aspectos económicos, lo que es el abismo al cual el sistema-mundo capitalista ha conducido a la humanidad. Las medidas adoptadas en el marco de las correlaciones de fuerzas actuales en el G20 son efectistas por donde se les mire.
En la práctica, se busca reforzar una arquitectura de poder entre las manos de las oligarquías propietarias y de sus tecnócratas administrando el hipercapitalismo con algunas regulaciones de corto alcance. Sin otorgar mecanismos de control estatal eficaces ni medidas drásticas de regulación financiera.
Así se evita tener una mirada de conjunto de la crisis ecológica, energética y alimentaria que hoy afecta a la humanidad. Pero siempre se impone la misma ceguera. La misma incapacidad de salir de los esquemas mentales heredados, del dogma neoliberal. Dogmas libremercadistas rechazados, esta vez, sólo de la boca para afuera por los políticos y tecnócratas de turno.
Se decidió en Londres que el G20 no aplicará ningún freno a la circulación de capitales. Al contrario, se continuará fomentando la libertad de los mercados y pregonando un libre comercio de mercancías, cuyo despliegue amarra a naciones, como la chilena, a una división mundial del trabajo donde su especialidad es la explotación por el capital nacional y extranjero, tanto del trabajo asalariado como de los recursos naturales con miras a la exportación.
En el caso chileno, la política económica y su modelo, explica en gran parte la opción de los gobiernos concertacionistas y de las elites derechistas de no invertir en una educación pública de calidad que posibilite diversificar e innovar con miras a un desarrollo sustentable, respetuoso de los equilibrios ambientales.
Tampoco será definitivamente abolido el secreto bancario en todas la entidades financieras del planeta para saber quién es quién. Por ejemplo, cuando candidatos presidenciales derechistas como Frei y Piñera se lanzan acusaciones mutuas acerca del origen de sus fortunas ante una opinión pública mantenida en la ignorancia por la opacidad del sistema bancario y por una prensa que prefiere callarse antes que investigar.
Además, son instituciones responsables directas de la crisis, como el FMI y el Banco Mundial, que fueron operadores del neoliberalismo y encargadas de aplicar los “ajustes estructurales” (privatizaciones de bienes públicos, superávits fiscales, monetarismo, eliminación de programas sociales, flexibilidad en el mercado laboral) a quienes se les confía la responsabilidad de administrar un billón y algo más, en programas sin debates ni control ciudadano.
Por lo mismo, la organización de los de abajo, en movimientos, partidos y asociaciones presentando alternativas reales al capitalismo y a sus servidores, sigue siendo el único remedio ante tanta incompetencia y sumisión a las lógicas destructoras e irracionales del capitalismo del siglo XXI.
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(*)Ver la lista en:
http://www.liberation.fr/economie/0101560000-paradis-fiscaux-la-liste-noire-et-la-liste-grise
http://q.liberation.fr/pdf/20090403/10465_.pdf
(**) Cuatro criterios, según la OCDE definen a un país como paraíso fiscal: impuestos insignificantes o inexistentes, ausencia de transparencia del régimen fiscal, ausencia de intercambios de informaciones fiscales con otros Estados y el hecho de atraer sociedades de pantalla con actividades ficticias.
Por Leopoldo Lavín Mujica
http://www.leopoldolavin.com