Si no sabes lo que quiere decir G20, la respuesta es de una sencillez bíblica: Gattopardo 20.
La letra “G” no es una referencia al pretendido centro del placer femenino, sino a la célebre argucia que consiste en cambiar algo para no cambiar nada inspirada en la obra de Giuseppe Tomasi di Lampedusa “Il Gattopardo”.
La cifra 20 es una referencia al número de participantes que, como todo el mundo sabe, son diecinueve: Alemania, África del Sur, Arabia Saudí, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, EEUU, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, Rusia y Turquía.
A este distinguido areópago se suman los representantes de las instituciones de Bretton Woods, o sea el FMI, el Banco Mundial y el Comité Monetario y Financiero Internacional.
No es por incordiar, pero en el seno del G20 están los mismos que condujeron el planeta al cagazo financiero que hoy pretenden resolver no cambiando nada de lo esencial. En el caso del imperio, sus representantes Larry Summers y Timothy Geithner forman parte de los altos funcionarios que con su incuria y complicidad contribuyeron grandemente a generar las condiciones de la catástrofe que hundió el sistema financiero de los EEUU.
El “Washington Post” lo explica con meridiana claridad: “El ahora Secretario del Tesoro Timothy Geithner, que en su calidad de Presidente de la FED de New York era el encargado de supervisar la actividad financiera de los más grandes bancos estadounidenses, dice ahora: ‘Tenemos una grave crisis financiera en gran parte debido al fracaso de la supervisión de los bancos’”. ¡No te jode!
Cuando estaba en la FED Geithner contribuyó poderosamente a aumentar la eficiencia con la que se transaban los productos financieros tóxicos. A tal punto que alguna publicación de la industria financiera le honró diciendo que Geithner formaba parte de un “Dream Team” por su liderazgo en ese esfuerzo. ¿Te va quedando claro?
Geithner es un hombre de Wall Street. La solución elegida por la administración estadounidense para “limpiar” los bancos de sus activos tóxicos le debe mucho: en vez de nacionalizar los bancos y de ejercer un control directo sobre los dineros que el Estado Federal les entrega para salvarles de la quiebra pura y simple, el gobierno yanqui decidió comprar esos activos dejándoles plena libertad a los especuladores para disponer de una masa de recursos financieros sin precedentes.
Si no sabías por qué la Bolsa de New York subió violentamente al conocerse el Plan Geithner, ahora lo sabes.
El G20 decidió confiarle al FMI, al Banco Mundial, a la OMC y al FSF (financial stability forum, que hace parte del BIS, bank for international settlements) la gestión del nuevo orden financiero mundial, lo que equivale a entregarle el cuidado de la virginidad de las doncellas a la tía Carlina.
Otra medida consiste en atacar los paraísos fiscales, pero los del prójimo. Aunque parezca chiste el G20 le confió a una organización perfectamente inútil, la OCDE, la publicación de dos listas, una de paraísos fiscales puros y duros, y una lista “gris” de países no muy limpios en la materia.
En dichas listas no figuran los más grandes paraísos fiscales del planeta: ni las islas anglo-normandas bajo soberanía británica (Jersey, Guernesay, Herm, Sark y Alderney) que hacen de Londres la primera plaza financiera mundial, ni el Estado de Delaware (EEUU), ni Israel. Ni Hong Kong, ni Macao, las máquinas de lavar chinas.
Las medidas anunciadas son tan inútiles que Jacques Attali, fiel secuaz del sistema neoliberal declara: “(…) Todo ello anuncia la acumulación de nuevas nubes en el horizonte, porque se emplea para resolver la crisis las mismas armas que la crearon. (…) Es como si los alcohólicos anónimos, felices de sus resoluciones, decidiesen, al salir de la reunión, tomarse un último trago. El del estribo”.
Afortunadamente no todo fue negativo. Si Andrés Velasco lamentó que Chile no fuese invitado a formar parte del G20 (ellos se lo pierden), ahora debe estar celebrando que la copia feliz del edén figure junto a Bahamas, Liberia, San Marino, Bermudas, Granada, República Dominicana y otros estados no muy recomendables, en la lista de los países rufianes.
Por una vez que figuramos en las grandes ligas…
Por Luis Casado