El domingo 23 de Junio se llevó a cabo el concierto en solidaridad con Manuel Lagos quien fue detenido el 15 de Mayo en las oficinas de la productora que dirige. En ese lugar se encontró también una cantidad de marihuana que debo llamar “indeterminada” dadas las distintas versiones presentadas por la PDI en los primeros días tras la detención (siempre decrecientes, por cierto).
De acuerdo con el evento publicado en Facebook por la productora Evolución, la convocatoria fue realizada oficialmente para “agradecer a todos” quienes han apoyado desinteresadamente la campaña conocida como TodosSomosManuelLagos.
Existen dos pilares sobre los que se apoyó la campaña impulsada por Sergio Lagos y demás músicos y personajes públicos.
El primero, la solidaridad con el productor. Quien estaría viviendo una injusticia al encontrarse detenido por más de 40 días. La injusticia estaría dada porque no representa un peligro para la sociedad ni existe riesgo aparente de fuga. Desproporcionada medida dado que bien podría vivir el proceso y esperar la sentencia en libertad como mucha gente que cometió faltas aparentemente más graves.
El segundo, las imprecisiones e incoherencias de la ley 20.000 en lo que respecta a marihuana. Estas han sido puestas en debate en términos coloquiales mediante el video #SóloPorPreguntar – 42 consultas a la ley 20.000.
Según cifras publicadas por la productora, la asistencia al parque Balmaceda –lugar donde se realizó el evento- superó las 20 000 personas. Cifra fácilmente corroborable in situ.
Sin perder de perspectiva el poder de convocatoria de un concierto gratuito, que por sí mismo siempre es atractivo, es evidente que muchos de los asistentes se percatan y a la vez suscriben las incoherencias de la ley 20.000 explicitadas en la campaña.
Esos ciudadanos exigen que se enfoque de una manera distinta la lucha contra el narcotráfico y -sobre todo- el trato (i)legal de la planta Cannabis sativa. La marihuana mueve masas. Podría moverlas en un sentido interesante y provechoso.
Una de las principales propuestas para controlar el tráfico de marihuana es el autocultivo. Lo primordial de esta propuesta es cortar la relación entre consumidores y proveedores convertidos en delincuentes por las leyes, pero existen otros beneficios. Que el consumidor tenga una cosecha propia le permitiría tener certeza sobre la calidad de lo sembrado, evitando al mismo tiempo su contaminación con sustancias tóxicas. Guardar, compartir semillas y asegurar la calidad en el siguiente ciclo. Asimismo, permite que se haga responsable de los cuidados necesarios para así cerciorarse del buen desarrollo de la planta. También, me atrevo a imaginar, puede ser la puerta de entrada a una nueva afición. Puede abrir la posibilidad -inexplorada por la mayoría- de hacerse de una huerta casera.
Una empresa con fines psicoactivos puede dar pie a un empresa inicialmente alterna y secundaria con fines nutricionales. Puede permitir percatarse de que no es muy complicado producir tus propios puerros, tomates, pimientos, berenjenas, cebollas y demás. Difícilmente un puerro estimule tanto la posibilidad de proliferación de huertos urbanos como lo podría hacer un porro.
Esperemos entonces que más temprano que tarde la Comisión de Salud del Senado, a donde pasó el 20 de marzo último el Proyecto de Ley para modificar el artículo 50 de la ley 20.000, ponga en marcha el estudio y se pronuncie con el informe correspondiente.
Si el Proyecto de Ley logra seguir su curso “…estará exento de responsabilidad penal el que cultive en su domicilio especies del género cannabis sativa siempre que sea para su consumo personal y/o uso terapéutico.” Así como también “…estarán exentos de responsabilidad penal quienes porten o transporten con ellos, una cantidad definida de cannabis sativa…”
Esta sería una puerta de entrada en pos de las libertades individuales en Chile, la puerta de entrada a una lucha conciente contra el narcotráfico y la puerta de entrada a legislar sin hipocresía.
No puedo decir que todos somos Manuel Lagos dado que la mayoría no anda con medio kilo de marihuana en la oficina. Sin embargo, su caso ha re-abierto a la opinión pública no especializada ni activista un debate que nunca debiera perder vigencia. Esperemos que la mediatización del caso, iniciada por la PDI y bien aprovechada por familiares y amigos del detenido, ejerza presión por lo menos en lo que ya está en curso. En lo que toca directamente a la mayoría de asistentes al evento del domingo 24 de junio: la modificación de la ley en cuestión de tenencia y cultivo de cannabis sativa.
Por Eduardo Osterling Dankers