Gemy Herrera Allende, profesora ayudante taller de tango: «Voy a defender la kasa bailando»


Autor: Director

A Gemy la vemos por estos días afuera de la kasa AKI, de República 550, ante el inminente desalojo por parte de carabineros. El gobierno dice que es u problema de tribunales. Buena forma de lavarse las manos ante un desalojo que dejaría en la calle a 28 talleres artísticos, un proyecto de Universidad Libe, el primer hacklab de Chile y a más de 300 chic@s que a diario participan de las actividades de AKI. Todo gratuito. Una de sus gestoras, Gemy, nos cuenta como la encantaron con el proyecto y como también espera la llegada de carabineros, en la que se anuncia la primera resistencia artística al embate de la policía de Bachelet.


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¿Cómo llegaste a vincularte al AKI?

– Fue a través de mi hija hace dos años atrás. Esos días estaba muy depre, porque habían fallecido mis papas y yo era muy regalona. Y para que saliera de esa, mi hija me invitó a bailar tango. Confieso que al principio fui por darle el gusto, con muy pocas ganas, porque para mi era como andar perdiendo el tiempo, no cachaba en que estaba mi hija, eso de meterse en casas que no son tuyas… No sé, como que no me gustaba mucho.

¿Cómo fue tu experiencia esos primeros días?

– Recuerdo que el primer día en que se okupó esta kasa yo les cociné a los chic@s. Con el tiempo caché lo que hacían y empecé a participar en el taller de tango. Yo era un tronco, era incapaz de bailar tango y Cesar, actor y profe del taller, hizo maravillas conmigo y con más troncos que yo. Así me hice bailarina de tango y me fui metiendo en el proyecto de la kasa.

¿Por qué te dieron ganas?

– Me contagiaron el sueño, las ganas, la creatividad. He aprendido a ser gestión cultural, dirección escénica, gestión teatral, el trabajo de producción de una obra o evento y descubrí que me gusta demasiado, como que tengo pasta para la cosa. Pero, insisto, los chiquill@s me contagiaron el sueño y hoy estamos soñando juntos. Esto que estoy viviendo no me lo quitan ni a palos.

La autogestión que aprendiste es bien distinta a tu pega anterior ligada y siempre dependiente de fondos del estado ¿Qué conclusión has sacado de esto?

– Una de las cosas que me costó al principio fue eso precisamente. Piensa que soy es Asistente Social, Magíster en Trabajo Social de la Universidad de Chile, y trabajaba como directora de Desarrollo Comunitario en una municipalidad. Fue el esquema de trabajo, esta cosa lineal, sin jerarquía y autogestionada. A la larga fue un gran aporte a mi vida esta capacidad de gestión a partir de nada, que al final hace darte cuenta de que lo tenemos todo. Tiene que ver con la fuerza interior, con las ganas, antes que con las cosas materiales. Es real, no es consigna: Acá el pueblo hace arte para el pueblo sin platas de por medio. Con trabajo, ganas y sueños, estamos parados y somos.

¿Qué somos?

– A estas alturas somos más que la kasa, somos más que el Centro de Investigación Escénika. Ya somos un movimiento social y cultural. Y esa es nuestra gran fuerza y por eso nos tienen susto.

TALLER DE TANGO

¿Qué sensación te provoca a dos años de iniciarse el proyecto el que uno entre al AKI a cualquier hora y se encuentre con gente trabajando en distintas actividades, okupando las distintas piezas de la kasa?

– Si en la semana hay 25 talleres gratuitos y el viernes con la cartelera abierta, se nota que hay energía y ganas. Al principio fue un trabajo de chinos, nos costó, pero ahora no hay que andar buscando a la gente, llega sola. Si en una semana pululan más de 500 personas por acá.

¿Cuántas temporadas ha tenido el taller de tango?

– Cada 3 meses sin parar desde que partimos, llevamos 8 ciclos en los dos años, sin parar ni en vacaciones ni feriados.

¿Han enseñado a mucha gente?

– El promedio es de 30 alumnos por taller. El más chico de los que ha participado tiene 13 años y el más adulto, 86. Una gama muy variada. La experiencia ha sido fantástica. Además, formamos un grupo de tango experimental AKI con los alumnos más antiguos y el profe, César Delgado, y mostramos para afuera lo que hacemos.

FUERZA EN LA DIVERSIDAD

Perteneces a una generación que vivió muchos traumas y decepciones y compañeros tuyos son ahora parte del poder ¿Qué te parece su accionar actual?

– Compañeros de la universidad han sido incluso ministros o el propio Seremi de Vivienda, Ricardo Trincado, socialista, quien discurseaba por las elecciones libres en la universidad y hoy no da la cara para justificar porque nos desalojan, nos muestran lo sucios que son. Para mí ha sido una decepción que el gobierno de Bachelet, una socialista, mujer, nos de un portazo en la cara. Allende debe estar revolcándose en la tumba al ver eso.

¿Se puede esperar algo de ellos?

– Son una generación perdida. algunos se fueron para afuera y volvieron a ocupar cargos públicos, los que nos quedamos aquí, la peleamos y nos sacaron la cresta, hoy no somos nada. A estas alturas no espero nada de ellos.

¿Y de la generación de tu hija?

– Mucho. Era mucho más fácil en dictadura trabajar, cuando incluso arriesgabas la vida, pero las cosas eran blanco y negro. Hoy es tanta la gama y cuesta tanto tomar una opción que considero que es muy loable que este grupo de cabros hayan tomado una opción por el arte, que es una opción de vida.

Una generación que parece que se aburrió de ver Rojo por las pantallas de la transición y que el año pasado se convirtió en actor importante con el movimiento por una educación de calidad.

– Sí. Si bien, algunos aún ven Rojo en la tele, unos cuantos nos vieron a nosotros bailar tango y a la orquesta de la memoria en la toma del Darío Salas. Muchos de ellos participan de los talleres, tienen toda la esperanza y se contagiaron con nuestro sueño.

¿Cuál es el valor de AKI?

– Nuestro gran valor y fuerza es la diversidad absoluta que tu hallas adentro de esto. En el centro cultural pulula la diversidad sexual, ideológica, generacional, política y artística. Somos lo más diverso que pisa en este instante Santiago, ya que tenemos un eje central: Crear y hacer arte para la gente y por nosotros. Eso es nuestro motor y fuerza. Por eso somos tantos y tan distintos. A todos juntos no nos van a parar. Nos pueden desalojar de esta casa quizás, pero nunca nos van a desalojar del sueño y vamos a seguir vivos.

¿Qué sensaciones te provoca la kasa?

– Adoro la casa, aprendí a quererla, no quiero que me la quiten y la voy a defender bailando. Pero también estoy clara que si nos sacan el Centro de Investigación Escénika va a seguir vivo, no se muere. Somos ya un movimiento social, una bola de nieve, no nos para nadie. Nos felicitan en la calle, vecinas mayores del barrio vienen a vernos y admiran lo que en AKI ocurre. En la medida en que nos sigan conociendo, van a seguir despertando conciencias.

Mauricio Becerra


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