Una de las astucias del comando del señor Sebastián Piñera consiste en establecer una cierta analogía entre su candidatura y aquella que protagonizara con éxito el actual presidente de los Estados Unidos, señor Barack Obama. La idea es convencer a un segmento de votantes que el candidato Piñera es el “cambio” para Chile, lo mismo que Obama lo fue para su país. El actual candidato de la derecha hace todos los esfuerzos por mostrarse como un hombre espontáneo, simpático y telegénico.
Es posible que su comando despliegue todos los soportes digitales para apoyar al señor Piñera, imitando el modelo de la campaña Podcast que implementara Obama. Las tecnologías más que agentes en sí catalizan fenómenos sociales, y en este sentido, resulta difícil pensar que las propuestas de la derecha para Chile sean capaces de seducir a una mayoría de la población. Las conductas de este sector político frente a la LGE, por ejemplo, indica todo lo contrario.
No es necesario ir muy lejos para detectar diferencias fundamentales entre el señor Obama y el candidato Piñera. Por de pronto, digamos que Barack Obama se levanta como una figura adversa a la hegemonía de derechas representada por el ex presidente republicano. El “cambio” prometido por Obama era la reacción de un pueblo hastiado de los abusos cometidos por un gobierno en connivencia con grandes empresas. El señor Sebastián Piñera es, por el contrario, un hombre de negocios, un personaje ligado desde hace décadas a las más grandes empresas de nuestro país. No es para nada casual que su candidatura aglutine a todos los sectores de la derecha política, incluidos por cierto, los sectores más conservadores. Sebastián Piñera es el candidato de una derecha anacrónica que se niega al “cambio”, impidiendo por todos los medios cualquier cambio sustancial de una constitución fraguada a su medida durante la dictadura militar.
Mientras que el otrora senador por Illinois formó su carácter político en las luchas por el desarrollo comunitario de los más desposeídos, las empresas del señor Piñera han sido cuestionadas, incluso en los Estados Unidos, por conductas poco transparentes. Barack Obama ha sido desde hace muchos años un político reformista ligado a las demandas de los sectores más pauperizados de su país. Sebastián Piñera, ha sido un conspicuo protagonista de los grandes negocios, y uno de los representantes del gran capital en Chile.
Por último, hagamos notar que la administración Obama es aquella que pone límites a un sistema neoliberal que ha llevado al mundo al borde del abismo económico. Por su parte, el señor Piñera sigue fiel a sus principios neoliberales, precisamente aquellos que le han permitido erigirse como uno de los hombres más ricos de Chile. La distancia entre Obama y Piñera es aquella que va del demócrata reformista al empresario ultraliberal. Si queremos sostener algún símil con la política estadounidense, habría que decir que Sebastián Piñera se parece más, mucho más, a George Bush que al actual inquilino de la Casa Blanca. Digámoslo con toda franqueza, Sebastián Piñera no se parece en nada a Barack Obama.
Por Álvaro Cuadra