‘La democracia traicionada’ es un libro de 172 páginas, que consta de 42 columnas, las cuales fueron publicadas entre el 8 de octubre de 2009 y el 23 de abril de 2013, más un epílogo del 14 de mayo de este año.
El autor, Juan Pablo Cárdenas Squella, es periodista y actual director de la Radio Universidad de Chile y del diario electrónico de la misma emisora, y profesor titular del Instituto de la Comunicación e Imagen de esa casa de estudios superiores. Profesional de larga trayectoria, fue director de las revistas Debate Universitario, Análisis y Los Tiempos, y del diario electrónico Primera Línea. En 2005 fue distinguido con el Premio Nacional de Periodismo.
Este libro es un producto de Ediciones Radio Universidad de Chile y fue impreso por LOM en julio de 2013. La diagramación estuvo a cargo de Gloria Barros, y en la portada aparece la famosa fotografía de la firma de la LGE en el gobierno de Michelle Bachelet, con representantes del duopolio (Alianza-Concertación) tomados de las manos, después de la llamada “Revolución Pingüina” de 2006.
Si compartimos la tesis del sociólogo Felipe Portales, quien afirma que la auténtica, verdadera o real democracia se vivió en Chile en un periodo de sólo 15 años –entre 1958 y 1973-, habría que decir que es esa forma democrática la que habría sido “traicionada” por esta larga “transición” (1990-2013) que Cárdenas insiste en denominar “posdictadura”.
Así como en aquella época es indudable el papel democratizador jugado por la CUT fundada en 1953 por Clotario Blest, la cual logró movilizar masivamente a los trabajadores -con huelgas generales memorables, como la del 7 de julio de 1955-, ese rol hoy lo constituiría el movimiento estudiantil que ha hecho lo suyo desde 2011.
EL DIAGNÓSTICO
En sus páginas, el ex director de la revista Análisis hace un diagnóstico que podría ser compartido por la mayoría de las personas de la amplia y heterogénea Izquierda chilena (comprendiendo desde los sectores más críticos y cuestionadores de la actual “Nueva Mayoría” hasta los segmentos más radicalizados de la llamada “Izquierda extraparlamentaria”): una transición o posdictadura con una institucionalidad autoritaria y excluyente que funciona como “camisa de fuerza”; un modelo socioeconómico neoliberal concentrador de la riqueza y que incrementa la desigualdad; con poderes fácticos de tinte conservador (Jerarquía eclesiástica, FFAA, grandes medios, grupos económicos, etc.); una “clase” política que vive favorecida por el duopolio (Alianza-Concertación), a su vez posibilitado por el sistema binominal; un alineamiento con las políticas internacionales de Estados Unidos; con una sobrecarga de gastos en “Defensa” que se retroalimenta de una tensa relación con las naciones vecinas; corrupción, tráfico de influencias y “puerta giratoria” entre los negocios y la política; con un sistema judicial que castiga a los débiles y beneficia a ricos y poderosos; con una institucionalidad ambiental que no es más que un “visado” para los mega proyectos; con la entrega (“saqueo”) de nuestras riquezas naturales a grupos económicos y transnacionales; con un Estado represor que aplica una Ley Antiterrorista heredada de la Dictadura; con el lucro que campea en todas las áreas sensibles de la sociedad (salud, educación, previsiones, vivienda); con una legislación laboral que consagra la asimetría Capital-Trabajo; etc., etc., etc.
Como hombre de izquierda, el profesor de la Universidad de Chile ve en ciertos sectores de ese «mundo» una buena cuota de responsabilidad en lo que él denomina “traición”, pero también observa las incoherencias y errores de la otra izquierda, de aquella que no quiso participar de las reglas del juego pactadas entre la Concertación, la Derecha y la Dictadura.
LAS IZQUIERDAS
En el texto, hay una severa crítica a esa parte de la izquierda chilena que se acomodó en los gobiernos de la Concertación:
“Desgraciadamente, cuando las izquierdas se apoltronan en el poder no resisten la tentación de ganarse la confianza de aquellos referentes más reaccionarios de la economía, de los medios de comunicación y de las potencias e instituciones gendarmes”.
“La vergüenza que nos provoca una izquierda indolente y atomizada, que le ha cedido espacio a los diputados y senadores que ‘se repiten el plato’ incesantemente, que abandonaron sus discursos radicales por los cuales, y por ellos, tantos jóvenes fueron asesinados y torturados , como tantas familias quedaron despedazadas en el exilio”.
“Buenos políticos como tantos ex exiliados que militaron en vanguardistas expresiones de su época y que ahora han devenido en hombres de negocios, directores de bancos privados y en lobistas, un eufemismo extranjero para los traficantes de influencias de todas las épocas y latitudes. Sujetos que anduvieron por todo el mundo pidiendo compasión y estirando la mano para sus propósitos insurreccionales, para después terminar consolidados en las páginas de El Mercurio y La Tercera como ponderados columnistas.”
Y también se expone una mirada negativa de los sectores ubicados a la izquierda por fuera de la Concertación:
“Panorama muy lamentable es el que presenta la Izquierda extraparlamentaria, donde a la fecha se exhiben al menos seis candidatos presidenciales… En una atomización ya crónica entre los principales animadores de la movilización social… Una situación paradójica, sin duda, que descubre el profundo sectarismo que afecta todavía a tantas expresiones de izquierda. Que habla de la vanidad, ambiciones y falta de realismo de un conjunto de capillas y pequeños caudillos… Es curioso que sectores tan elocuentes en denunciar la cupularidad y malas prácticas de los grandes referentes, no atinen a hacerse una autocrítica, a abrirle paso a los líderes emergentes y promisorios, cuanto a converger en una efectiva unidad para romper el empate político que asfixia la vida pública chilena”.
Tal como dice su autor, este libro está escrito desde la frustración y, tras una primera lectura, el lector queda con un sabor depresivo y un dejo pesimista, si no fuera por atisbos de salida y avance que el Premio Nacional de Periodismo expresa en algunos pasajes…
LA PROPUESTA Y EL CAMINO
El director de Radio Universidad de Chile se inscribe dentro de quienes creen que para arribar a una auténtica democracia es necesaria una Asamblea Constituyente para elaborar una nueva Carta Fundamental; también aboga por un sistema electoral proporcional y por una economía solidaria. Para lograr este propósito, Cárdenas no confía en la vía electoral más que para marcar el voto (AC); su apuesta y esperanza está en el empuje de los movimientos sociales:
“…será en la unidad de los referentes sociales y políticos nuevos, así como en su acción callejera, donde el país construya los arietes que derriben el orden actual y echen las bases de una democracia real y participativa.”
“…la matriz del esfuerzo hay que descubrirla en las calles, la huelga, la resistencia y ese arrojo popular que siempre ha acompañado los mejores momentos de nuestra vida republicana”.
“…ningún cambio será sólido si el pueblo sigue esperando un milagro o un mesías que nos conduzca a la tierra prometida… El desafío será siempre consolidar poder social, alentar la movilización, sobrepasar el orden vigente y reconocer como líderes a los que están dispuestos a obedecer los anhelos del pueblo. A ser mandatarios, más que sus gobernantes.”
“Así como hay que destacar la esperanzadora organización de asambleas regionales capaces de paralizar ciudades y pueblos enteros en sus demandas económicas, culturales y sociales, como lo ocurrido –por ahora- en Magallanes, Aysén, Calama y Arica. Instancias que cuando asuman que sus expectativas sólo pueden ser posibles en el derrumbe del sistema institucional y económico que nos rige, se constituirán en el definitivo ariete que le abra paso a esa democracia tan ahogada en nuestra vida nacional.”
LA COOPTACIÓN
El autor nos advierte del peligro que constantemente pende sobre las organizaciones y movimientos sociales, graficado en el caso de la CUT, cuya dirigencia, afirma, ha sido cooptada por la Concertación y la patronal:
“…fustigar, además, a aquellos dirigentes sindicales cuya sola perpetuación en la CUT y otras organizaciones han inhibido la sindicalización y cada año ‘negocian’ con los gobiernos de turno el salario mínimo y dejan pasar los despidos arbitrarios y otras lacras fomentadas por nuestra legislación laboral”.
“Cuando se reconoce que el sindicalismo chileno vive en estado de crisis es por la incapacidad demostrada por los dirigentes dignos y limpios para imponerse a las maquinarias electorales de sus organizaciones, donde la cupularidad y el autoritarismo es todavía más escandaloso que el que campea en los propios partidos políticos”.
“Se hace necesario avanzar en organizaciones que –con o sin consideración de las injustas leyes que nos rigen- se propongan conciliar sus respectivos intereses, levantar nuevas organizaciones y avanzar hacia una movilización social contundente. Con sentido de clase y en la convicción de que en la suerte de todos va el destino de cada uno de los trabajadores.”
Para superar el “bajón” que provoca la lectura de este libro, es necesario situar su relato en el contexto de la histórica lucha por la democratización en Chile, un empeño plagado de obstáculos, con retrocesos, derrotas y traiciones, pero que late en los corazones de la mayoría de los habitantes de este país.
Por Cristian Sotomayor Demuth
El Ciudadano