En Política, el término “outsider” designa a personas que aparecen en el ámbito político por medios distintos a los partidos tradicionales y sus jerarquías. Personajes que no han tenido una carrera política propiamente tal o, que dicha carrera haya saltado etapas alcanzando de un modo u otro la visibilidad necesaria que permite a un candidato aspirar a cargos públicos mucho más importantes que el cargo anterior ocupado.
Vivimos en un tiempo en el que los políticos no aceptan públicamente sus convicciones e intereses. Esto los lleva a dar siempre opiniones ambiguas y semi-amistosas con tal de no generar la antipatía de ningún sector. Solo se permiten ser enérgicos en los temas que consideran de consenso mayoritario, del estilo “la cesión de soberanía no está en discusión”. Esto permite que potencialmente sea posible alcanzar los afectos (votos) de mucha más población que con la que efectivamente el candidato o candidata comparta convicciones e intereses. De ahí también que algunos se presenten como de centro-algo.
Las multitudinarias manifestaciones iniciadas en 2011 han puesto sobre el tapete una serie de temas complejos. Con los estudiantes y sus demandas específicas están también sindicatos, organizaciones sociales y personas naturales con descontentos nacidos de los abusos del sistema que nos rige. La calle ha sido una plataforma que ha permitido llevar a la discusión política diaria una serie de temas que por su complejidad requieren posturas concretas. Educación pública gratuita y de calidad, alto a la usura en los sistemas de préstamos educacionales vigentes, ponerle fin al sistema binominal, eliminación del Fondo de Utilidades Tributaria (FUT), Asamblea Constituyente, voto en elecciones presidenciales para los chilenos en el extranjero, alto a la usura de las Isapre, reconocimiento constitucional a los pueblos originarios, matrimonio igualitario, despenalización del aborto, renacionalización del cobre (o al menos ampliar la recaudación por concepto de royalties) y prohibir los proyectos energéticos en zonas ambientalmente vulnerables son tan solo un puñado de los temas que ya no se pueden pasar por alto al discutir el futuro del país.
Estos temas complejos requieren posturas concretas. La necesidad de tomar partido, abrir un camino y por ello cerrarse algunas puertas pone en posiciones incómodas a los candidatos con mayor apoyo. Estos temas dejan a los candidatos de los partidos tradicionales en “fuera de juego”.
Más allá de la Alianza por Chile y la Nueva Mayoría hay otros candidatos con menos que perder. La mayoría de ellos no ha visto hasta hoy la posibilidad cercana de ser presidente. Se permiten tocar estos temas descolocantes con más libertad, con más soltura y aparente comodidad. Prefieren la concreción que la ambigüedad nebulosa de los partidos tradicionales.
Incluso podemos ir más allá. Dentro de ese grupo hay quienes basan su campaña en estos temas que se hacen tan incómodos para las señoras que sí tienen votos que perder, Matthei y Bachellet. Es un breve subgrupo de quienes se ubican y juegan desde esa descolocación que hace sentir a otros en “offside”.
En teoría, no hay nada dicho aún y el grueso de los votos está por decidirse.
Cabe preguntarse entonces si los candidatos cuya postura y campaña parten desde el “fuera de juego” -como Roxana Miranda, Alfredo Sfeir y, especialmente, Marcel Claude– se atreverían a intentar cambiar el juego en caso sean electos. Siempre anhelo la victoria de un “offsider”. Es una mezcla de ilusión y morbo.
Por Eduardo Osterling Dankers