Emprendedor Sebastián Gaudio: «Me anoté de voluntario para la vacuna porque estoy hastiado»

El joven argentino relata los motivos que lo impulsaron a ofrecerse en participar para las pruebas médicas y cuenta cómo ha sido su experiencia

Emprendedor Sebastián Gaudio: «Me anoté de voluntario para la vacuna porque estoy hastiado»

Autor: Sofia Belandria

Sebastián Gaudio es un emprendedor que, harto de los estragos que provocó el brote del coronavirus SARS-CoV-2 en la economía de sus comercios en Argentina, se anotó como voluntario para recibir la dosis de prueba de la vacuna desarrollada por los laboratorios Pfizer y BioNTech en el Hospital Militar de Buenos Aires.

Por culpa del golpe al consumo que provocó la pandemia de COVID-19 en Argentina, Sebastián Gaudio tuvo que vender el emprendimiento de milanesas que tenía y amaba para sostener el trabajo de las 20 familias que dependen de sus otros comercios en la localidad de Monte Grande, en la zona sur del área metropolitana de Buenos Aires.

«Vendí la fábrica para poner la guita [el dinero] para salvar la estructura más grande, y tampoco alcanza. Está todo tan mal que las 11 agencias de Rapipago [red de sucursales y franquicias de servicio de cobranza extrabancario] están trabajando a un 35%», contó Sebastián.

El comerciante, quien gracias a la empresa y servicio de catering que perdió llegó a participar de programas de TV y codearse con personalidades del mundo del espectáculo que lo llevaron incluso a aparecer en series y películas, asegura que su prioridad era hacer lo necesario para sobrevivir a esta gran crisis que permitan al país volver a algo parecido a la normalidad.

Sebastian Gaudio junto a su esposa y sus tres hijas
FOTO : GENTILEZA SEBASTIÁN GAUDIO
Sebastian Gaudio junto a su esposa y sus tres hijas

Hace unos meses, vio un anuncio en Internet en el que buscaban voluntarios que se ofrecieran a ser parte del grupo de prueba de una de las vacunas que se testean en el país, desarrollada por los laboratorios Pfizer y BioNTech en conjunto con el Hospital Militar, y no lo dudó.

«Me anoté porque estoy repodrido [muy hastiado]. Dije ‘basta, que se termine esto’. Calculá que perdí una fortuna por estar dos meses cerrados por la cuarentena. 20 familias trabajan conmigo, más los alquileres, la luz, gas, teléfono», enumeró.

Gaudio comentó que el procedimiento y el trato por parte de los profesionales de la salud fue muy bueno y que le explicaron que no podría ser padre por los próximos dos años, que es el período durante el cual durará la supervisión ante posibles secuelas. Mencionó que tener diabetes tipo 2 no fue un impedimento para participar y que cada semana realiza un seguimiento a través de dispositivos móviles.

«Me sacaron tres litros de sangre, me hicieron el hisopado y de ahí me llevaron a otro sector donde me hicieron la aplicación. Ahí me dieron un celular y me explicaron que tengo que responder los miércoles. El 8 de septiembre tengo que ir de vuelta», narró.

Sebastián dijo que lo único que sintió después de la aplicación fue cefalea o dolor en la cabeza y un dolor muy agudo durante dos días en el brazo donde recibió el pinchazo, incluso más intenso y duradero que el que sintió cuando se vacunó para la fiebre amarilla. Pese a que nunca sabrá con certeza si recibió la dosis real o el placebo, está confiado de estar entre el grupo de los que obtuvieron la vacuna.

«Acá en mi casa están todos con síntomas y esperando los resultados del hisopado. Mi señora estuvo un día muy afónica, mi yerno está muy apestado —su hermanito es de riesgo así que se está quedando acá–, mi hija también. Todos menos yo, que estoy fresco como una lechuga», aseguró.

Cortesía de Francisco Lucotti Sputnik


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