Por Karin Berlien Araos
Este breve texto o crónica económica/urbana, tiene dos momentos: el primero que atiende a la frase literal y sus relaciones, y un segundo que observa la frase desde su performatividad, desde la virtualidad de las redes sociales.
A pesar de que comenzar desde la frase #hastaquevalgalapenavivir en el contexto del covid-19 parezca una ironía, … ¿cómo cuestionar el sentido de la vida, cuando lo que toca es sobrevivir?… Pienso es un pie forzado vigente.
Porque a unos meses de la primavera de octubre 2020, emergió un virus tan global como las revueltas. Y la vida misma, la sobre vivencia fue/es amenazada. Entonces de vuelta a nuestras pulsiones primitivas, me parece interesante volver a replantear, repensar y reescribir la declaración# que marca el muro.
Momento 1
#hastaqvalgalapenaVivir, o citando a Michelson, -El deseo de vivir no es tan obvio.
Leído desde una subjetividad sesgada y optimista -todavía en octubre, – comienzo por interpretar/imaginar que detrás del “hashtag” (#) hay un colectivo, interpelando a “voz en cuello”: ¿cómo encontrar sentido a la vida en esta sociedad de consumo?, o bien tal vez es mucho más “simple” y sólo se trata de apelar a un/a otrx respecto a la incapacidad material para resolver y gestionar las necesidades básicas de la vida?
… “un dos tres por mí y por mis compañeras” …
Llega el 2020 y esta frase existencialista, orgánica se continúa multiplicando, en afiches, postales, regalos … al mismo tiempo es sistemáticamente borrada, con brochas de mercadolatría[1], pero enseguida reaparecía viralizada, febrero, abril, agosto… en la misma dinámica borra y multiplica.
Este ejercicio muestra nuevamente la globalización y la dinámica social ahora disputa la reproducción junto con un nuevo virus, el Covid-19 que llega a modificar el contexto, en una tensión entre el cuerpo órgano y el cuerpo social.
Donde la amenaza al cuerpo órgano / inmoviliza al cuerpo social. Frente a la reproducción del miedo y la sombra de una enfermedad incierta, dolorosa y aislada, la ciudad se vuelve aséptica y el estado/control aparece con nuevas justificaciones para los toques de quedas, y las medidas de excepción.
Instalando un estado de excepción permanente, o la llamada “nueva normalidad”.
Pero porfiada a la higienización, la frase sigue colgando en algunos muros (virtuales, folletos, panfletos digitales y unos pocos de los otros), también esta resistencia, o este deseo de resistencia aparece en al menos dos libros de registro, uno fotográfico, y otro que apareció apelando a la condición deseante, a la presencia o ausencia del deseo en estas sociedades mediatizadas. #Hasta que valga la pena vivir.
La pulsión de la masa, reclamando /*en código deseante*/ el derecho a la vida.
La pulsión de la masa se resetea y vuelve a poner sobre la mesa el deseo de la vida, ¿de cuál vida? De la que valga la pena vivir, esa que se perdió con las deudas tiempos antes de que él fulano saltara desde el costanera center.
Vuelvo a hurgar para entender los significantes que evoca, juego un rato a salir del tamiz individual y voy a buscar las frases con las que se vincula en “Instagram” – es un juego podría haber escogido cualquier red social, pero elijo Instagram, busco los muros-, y me aparecen varias otras frases pegoteadas:
- “si no eres dueña de tu cuerpo, mujer ¿de qué mierda eres dueña?”,
- “hasta que la dignidad se haga costumbre”,
- “apruebo”,
- ” somos los rotos juntando sus pedazos”,
- “Por mi abuela y su pensión digna, Por mi mamá que espera en el consultorio, Por mi compañerx que paga el cae, Por mi papá que no pudo estudiar, Por todxs hasta que valga la pena vivir”
Aclaro que esta presentación no espera encontrar el “sentido de la vida”, más bien estoy segura de los multiples sentidos a los que apela. Es justo esa diversidad, collage, la que me parece se justifica.
Pero me parece interesante como esta es síntoma, de un sistema que genera tantas ilusiones colectivas, como esta de hacernos creer que hay un dios dinero / *algunos creen que el dinero genera confianza, la “fe” */. Me parece que justo la revuelta + el covid-19 nos dejan ver la mueca detrás de tanta OCDE y de tanta COP.
Momento 2
El traje del emperador no nos mostró el cuerpo desnudo del emperador, sólo vimos que ahí no estaba el cuerpo.
Parecía que tanta viralización nos trajo un virus de #adeveritas, y de paso una cuarentena disciplinada, detrás de cámaras y plataformas vigiladas, por: hackers, jefes, profesores, policías, servicios de marketing, operadores políticos, banqueros, etc. Miles de zoom, para la reunión, la clase, el cumpleaños, vínculos ciegos, relaciones especulares. Cuando al mismo tiempo, es la primera vez que podemos auto observarnos, y todo lo que queramos en medio de una zoom/meet/reunión, la monstruosa egolatría desatada, detrás de cuantos filtros, fondos, luces. De un momento a otro, fuimos llamadas a ser protagonistas de la sociedad del reality, parte de comunidades pixeladas.
En medio de la virtualización de la vida debemos estar atentas a como se pueden nuevamente domesticar a esta nuestras sujetividades, sin embargo, también podemos recordar que el (#) puede tirar al centro lo que estaba en los márgenes.
Los virus corren hacia todos los lados, entonces al mismo tiempo que esta nueva globalización intenta controlar, mediatizar y cancelar, por otros lados se replican y reproducen discursos y las resistencias se multiplican, por inapropiables puntos de fuga, estallidos sociales, política y arte.
Este escenario adelanta la discusión constituyente, y nuevamente la vida y su #hastaquevalgalapena serán parte de las conversaciones y los muros. La invitación es a estar atentas al contenido de nuestras posiciones y como estas circulan. Para frenar las inevitables profecías pesimistas, que traen de vuelta la colonización homogeneizadora de los macros dictadore$, aquellos representantes de la gula. Citando a nuestro imprescindible Quino, en voz de Mafalda “necesitamos una vacuna contra en despotismo”.
[1] Expresión que ocupa Gabriel Salinas en la presentación del libro “Hasta que Valga la Pena Vivir, la revolución de octubre de 2019 en los muros de Santiago”. Hace referencia a idolatrar -a encontrar el sentido de la vida- en la participación en los mercados, es decir el ejercicio de comprar y vender.
Sobre la autora:
Karin Berlien Araos
Doctora en Ciencias Económicas, Universidad de Grenoble, Francia. Mag. Cs Sociales y Economía Universidad Paris 8, Profesora en Filosofía UMCE. Académica FACEA Universidad de Valparaíso. Académica e investigadora de la Escuela de Ingeniería Comercial de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas, encargada de la Unidad de Igualdad y Diversidad de la Universidad de Valparaíso, integrante de: la Red Universitaria de Economía Social y Solidaria RUESS, de la Comisión de educación de RIPESS Lac y del Grupo de Agroecología y Medio Ambiente USACH. Investigadora en las líneas de Economía Social y Solidaria, Economía Feminista y Economía Experimental.