Pedro Madroñal escribió una carta en redes sociales tras un turno de fin de semana en las urgencias de su hospital. Sus palabras de denuncia y desahogo se han viralizado, más de 35.000 personas secundan la cruda de reflexión de este sanitario que «ya no puede más».
La sanidad andaluza camina por un alambre. La Junta de Andalucía ya ha activado un plan en previsión del peor escenario: si los contagios e ingresos hospitalarios continúan al mismo ritmo, los hospitales cesarán su funcionamiento normal para atender solamente casos de COVID.
Con las nuevas medidas extras del domingo 8 de noviembre, el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, fortalece el cierre perimetral que intenta cerrar la sangría que casi llega a los mil ingresos hospitalarios en una semana hasta el día 6 de noviembre. Los hospitales de Jaén, Sevilla y sobre todo Granada —que con Huesca acumulan la mayor tasa de incidencia acumulada de España— están al límite.
Los sanitarios llevan meses reclamando más inversión, más personal y sus voces se multiplican. Pero de entre todas, un grito a medio camino entre el desahogo y la denuncia sobresale. Es la voz de un enfermero que ha dicho «basta» a través de una carta. Sus palabras son crudas porque representan «la cruda realidad», cuenta Pedro Madroñal, abrumado por el impacto de su publicación.
Extracto de la carta de Pedro Madroñal:
«Me ha tocado el fin de de guardia en quirófano y os cuento lo que viví el sábado a las tres de la madrugada cuando di el cambio en observación de un paciente intervenido:
- Rocío, paciente COVID de 38 años, rompió a llorar cuando le dijo el médico intensivista que la iba a sedar para intubarla porque con el oxígeno a presión no remontaba.
- Cristina, enfermera desplazada, rompió a llorar cuando tenía que cambiar los parámetros de tres respiradores al mismo tiempo porque los tres pacientes desaturaban.
- Carmen, anestesista, rompió a llorar mientras hacía las veces de médico de UCI y le ingresó Antonio, paciente multipatológico descompensado.
- José Carlos, enfermero con 12 días de experiencia profesional, rompió a llorar cuando llevaba 6 horas vestido como un buzo trabajando en la UCI de pacientes COVID y le mandaron cambiar los parámetros de la jeringa de perfusión de Manuela.
- Miguel, auxiliar de enfermería, rompió a llorar cuando José le rogaba que le pusiera una vídeollamada con sus hijos para despedirse por si no salía de esta.
Todo pasó en un rato, en una noche cualquiera, todos lloraron en silencio, todos son personas reales y compañeros de carne y hueso con padres, hijos y parejas, todos tristemente agotados, todos con miedo y todos piensan que no tienen la culpa de vivir lo que están viviendo».
¿Qué pretendías con tu publicación, buscabas una reacción o simplemente te desahogabas?
Quería pedir ayuda y llamar la atención de la sociedad que vive al margen de la situación. No creo en esta normalización de la situación que se está dando en la calle, porque dentro de los hospitales estamos viviendo una crisis extraordinaria. En la primera ola se llamaba a la calma, pero ahora estamos en el otro extremo, en la calle hay una normalización de la pandemia que lleva incluso a negarla y eso repercute en el nivel de contagio, estamos ahora peor que nunca.
¿Por qué?, ¿cuál es la situación en los hospitales?
Estamos al borde del colapso, porque el problema ya no es solo el COVID, es que apenas queda espacio para atender otras patologías, nosotros ya solo nos dedicamos a pacientes COVID, oncología y urgencias. Aún no se nos está muriendo gente en la puerta del hospital esperando a que la atendamos, pero no estamos muy lejos de ese escenario. Eso hay que metérselo en la cabeza a las personas que protestan por el cierre de bares o toque de queda o que tiran de teorías absurdas, como que el virus no existe… todo eso nos indigna. Quiero que recuerden que para nosotros, cada día que venimos a trabajar, es el peor día de nuestra carrera.
¿Qué reacciones te están sorprendiendo más a tu carta?
No he tenido respuestas negativas. Creo que el impacto se debe a que mi carta pone nombre a las personas que padecemos esta situación. Muchas veces comunicamos con estadísticas y números, pero tras esas cifras hay personas, hay un tal Antonio que llama a su hijo, hay muchas caras tras los números. También es cierto que está escrito con crudeza, sin ningún lirismo, es descriptivo y directo porque las cosas que vivimos son así.
Otro aspecto que me encanta es que me han escrito varios docentes porque mi carta se va a usar en las aulas para concienciar a los jóvenes, desde 1.º de ESO hasta Bachillerato. Confío en que más allá del impacto mediático, ayude a eso, a abrir las mentes a lo que pasa dentro de los hospitales.
¿Desde dentro del hospital, no miráis atrás, a los meses de verano, y os preguntáis por qué estamos igual, por qué hemos perdido tanto tiempo?
Sí, es cierto, hemos perdido el tiempo, es que vivimos en una falta de previsión total. De hecho, en muchos centros, con la desescalada se despidió a compañeros con contratos temporales y desde entonces, a nivel de personal, no hemos tenido ninguna medida extra.
¿Y eso en qué se traduce?
Es sencillo, yo por ejemplo soy enfermero de quirófano. Pero al estar reducidas las operaciones nos pasan a UCI y claro, los que llevamos años en quirófano no tenemos las competencias más adecuadas para estar en UCI. Sin embargo, nos podían haber dado formación en previsión de la situación. No quiero apuntar a ninguna administración ni polemizar con un sesgo político. Hablo de gestión, pero desde una perspectiva más humana. Ahora estamos en la pantalla de salvar vidas, parar los contagios y salvaguardar el sistema de atención sanitaria, independiente de que la economía se nos hunda. Esa es la pantalla en la que estamos ahora, no nos engañemos.
Con este panorama, con esta rutina tan cruda, ¿no te has arrepentido de ser enfermero?
La verdad es que es algo que ahora nos preguntamos mucho los compañeros (ríe). Pero la verdad, es que creo que todos los que entramos en la profesión tenemos mucho de esa debilidad de servir, de ser útil a la comunidad. Yo llevo 25 años en esto, la mía es una profesión de difícil acceso y que, sin embargo, no está muy bien remunerada ni tiene grandes condiciones. Pero por eso, creo que somos un gremio con mucha vocación.
De hecho, durante la primera ola mis compañeros y yo vinimos a trabajar fuera de nuestro turno. Me siento muy orgulloso de ser parte de un momento tan histórico que precisa de gente que dé un paso adelante para ayudar y arrimar el hombro.
Pedro interrumpe sus reflexiones, le toca entrar al quirófano, nos despedimos y le deseamos suerte. En estos meses, ha conseguido evitar contagios, pero la suya es una profesión de riesgo, en esta segunda ola, los contagios activos entre los sanitarios andaluces han estado cerca de los 5.000. Los aplausos estaban bien merecidos.
Cortesía de Gonzalo Wancha Sputnik