Por más de 20 años, nosotros, los habitantes ancestrales de los pueblos precordilleranos de Chusmiza y Usmagama (Región de Tarapacá), estuvimos sin poder acceder a nuestra vertiente natural de agua ¿Lo sabías? ¿Puedes imaginar lo que significa para un lugar rural no contar con uma –agua, en lengua aymara- propia? Todo esto, por la apropiación de nuestro recurso de parte de la empresa Agua Minera Chusmiza, que un mal día llegó a nuestra tierra, instaló una industria y luego, amparada bajo las leyes chilenas, usurpó lo que nos pertenecía.
¿Sabrán los antiguos dueños de la mencionada empresa el dolor que significó para nosotros construir el socavón, desde donde emana el agua que ellos consideraban suya? Uno de los nuestros perdió un brazo cuando lo dinamitamos para agrandar el espacio ¿Alguna vez les interesó pensar en lo que simbolizaba para nosotros esta agua, que era nuestro baño termal de uso público y que ellos clausuraron por años? No. No les importó.
Aún cuando hoy, a 11 años de que los Tribunales de Justicia nos dieran la razón a la comunidad indígena y el agua sea propiedad por completo nuestra, no podemos dejar de preguntarnos: ¿Cómo es posible que los dueños de Agua Mineral Chusmiza se hayan atribuido un poder que no les pertenecía, hayan sido apoyados por el presidente del Senado de la época –Luis Papic– y atropellasen, así los derechos de un pueblo aymara?
Hasta el día de hoy, nos parece inconcebible e inexplicable que haya existido tanta confusión en la Dirección General de Aguas (DGA), que supuestamente tiene la obligación de resguardar, aplicar las leyes y normas de las aguas y que, a nuestro juicio, en este caso, no actuó con transparencia ni total apego a la ley. Sin dudas, emitió errados informes que avalaron una injusta situación, transgrediendo derechos de toda una comunidad, los que han sido sobrepasados sin contemplaciones hasta ahora.
En aquel entonces, sencillamente no se respetó ni se aplicó la ley indígena, promulgada por Patricio Aylwin para proteger y defender derechos de pueblos como Chusmiza y Usmagama. Fue como una ley muerta para quienes están defendiendo la postura de la empresa en desmedro de toda nuestra comunidad.
Desconocieron el trabajo de los primeros pobladores de estas tierras, de quienes fundaron estos pueblos, usaron sus aguas para sembrar, cosechar y hacer crecer no solo su vegetación, sino también sus costumbres y su tradición. El mismo Código de Aguas señala que debe existir cierta precaución en reconocer nuevos derechos de aguas, considerando el daño o perjuicio que pueda ocasionarse a terceros, como ocurrió, en este caso, con la agricultura de Chusmiza y Usmagama, al hallarse hoy seriamente deteriorada, debido al abandono durante años por el juicio.
Hoy sus dirigentes y la comunidad toda, solicitan justicia al Estado de Chile, de la mano de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que en 2017 ha exigido al país que repare la situación en la cual nos ha dejado como pueblos, pero de la que no se ha hecho cargo hasta el momento.
Por Luis Carvajal Pérez
Comunidad Chusmiza-Usmagama
Región de Tarapacá, Chile.